Las religiosas preguntan, el Papa responde

Audiencia religiosas UISG

Tras su audiencia con Francisco, la UISG insiste en que no buscan “ocupar puestos, sino poner el genio femenino al servicio de la Iglesia”

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Religiosas de todo el mundo pusieron la nota de música y color en el Aula Pablo VI

DARÍO MENOR (ROMA) | A la Unión Internacional de Superioras Generales (UISG) le pasa lo mismo que a la mayoría de las mujeres en la Iglesia: trabaja con abnegación y en silencio, poniendo en marcha iniciativas estupendas, como el proyecto Solidaridad con Sudán del Sur, destinado a formar sanitarios y docentes; Talitha Kum, una red contra la trata de mujeres presente en 70 países; o un programa para acoger a inmigrantes y refugiados en Sicilia. Este foro, que reúne a las lideresas de más de medio millón de monjas en todo el mundo, ocupa habitualmente poco espacio en los medios.

Así estaba pasando también con la XX Asamblea Plenaria, celebrada la pasada semana en Roma, hasta que, el jueves 12 de mayo, las 870 superioras generales presentes fueron recibidas por el Papa en el Aula Pablo VI del Vaticano. A diferencia de lo ocurrido hace tres años, cuando un Francisco apenas llegado al solio pontificio despachó a las participantes en la Asamblea Plenaria de la UISG con un discurso breve y sin preguntas, ahora Jorge Mario Bergoglio les dedicó una hora y media. Mantuvo un diálogo abierto con ellas motivado por las cuestiones que había pedido que le enviaran con anterioridad.

El Consejo Ejecutivo de la UISG quiso que las preguntas vinieran desde la base y representaran a todas las religiosas, para lo que se decidió que las propuestas partieran desde las ‘constelaciones’, los grupos regionales en que se divide este foro por todo el mundo. “Las delegadas fueron invitadas a enviar las preguntas de sus ‘constelaciones’. Luego las recogimos en Roma, las reorganizamos y se las mandamos al Papa hace tres semanas respetando siempre las propuestas que nos habían llegado”, explicó Patricia Murray, religiosa del Instituto de la Bienaventurada Virgen María y secretaria ejecutiva de la UISG.

Exclusión femenina

Tras los saludos iniciales, el Pontífice animó a las monjas a que subieran al estrado, agarraran el micrófono y le plantearan sus interrogantes, pues aunque ya las tenía de antemano, quería escucharlas de viva voz. La primera pregunta le tocó hacerla a Filo Shizue Hirota, superiora general de las Misioneras Mercedarias de Bérriz, quien dejó claro que las lideresas religiosas femeninas no habían ido solo a la audiencia a aplaudir a Francisco y a decirle a gritos que “le querían”. Filo le lanzó a Bergoglio una reivindicación sobre el escaso espacio que ocupan las mujeres dentro de las salas de mando de la Iglesia y le pidió que abriera a las católicas la predicación durante la celebración eucarística. Improvisando, el Papa reconoció que existe una “exclusión” femenina en la toma de decisiones y aseguró que no veía “dificultades” en que haya mujeres que ocupen cargos de responsabilidad en la Curia para los que no se exige la ordenación sacerdotal. Francisco aludió a “problemas litúrgico-dogmáticos” para desestimar la predicación femenina.

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La audiencia con Francisco despertó una gran expectación entre las religiosas

Preguntado por el papel de la UISG en la Iglesia, el Papa invitó a “revisar el criterio”, porque “vuestro trabajo, el mío, el de todos, es el servicio. Pero muchas veces encuentro mujeres consagradas que hacen un trabajo de servidumbre y no de servicio”, lamentó. “Vuestra vocación –insistió– es el servicio: servicio a la Iglesia, dondequiera que esté. Pero no la servidumbre”.

Más adelante, ante la preocupación por cómo encontrar los recursos financieros necesarios para cumplir con su misión, Francisco defendió que “la vida religiosa es un camino de pobreza, ¡pero no es un suicidio!”.

A la superiora de las Misioneras Mercedarias de Bérriz le felicitaron otras lideresas a la salida, tanto por haber roto el hielo como por la audacia de su pregunta. En el rostro de todas se veía la emoción por haber vivido en primera persona el encuentro, al que asistieron en vivo al significativo anuncio del Papa. Este se produjo después de que la segunda religiosa encargada de entrevistar a Bergoglio le invitara a acabar con los impedimentos para que las mujeres accedan al diaconado permanente.

Le recordó que durante los primeros siglos de historia de la Iglesia se contemplaba esta posibilidad y le invitó a que creara una comisión para estudiar la aportación específica de aquellas mujeres a las comunidades cristianas primitivas. Francisco recogió el guante y se comprometió a poner en marcha la comisión pedida, aunque añadiendo un detalle que luego no reflejaron la mayoría de las informaciones sobre la audiencia. “Le diré a la Congregación para la Doctrina de la Fe que vea cómo estaban las cosas en este punto”, dijo, abriendo la puerta a que sea el dicasterio presidido por el cardenal Müller, considerado poco amigo de aperturas pastorales, el que controle el grupo de trabajo instituido para estudiar el papel de las diaconisas.

Como ya ha hecho en otras ocasiones, Francisco no tuvo empacho en reconocer que no sabía mucho sobre esta cuestión. Las presentes quedaron encandiladas por esa humildad, así como por la apertura al estudio detallado del problema para tomar una eventual decisión posterior. “Aprecio mucho su reflexión y su compromiso con las preguntas que se le hacen”, comentó Murray. “Me gusta mucho que esté preparado para examinar y explorar las cuestiones que se le plantean. No salió corriendo. La manera en que actúa y la apertura que mantiene hacia el diálogo nos animan a que cada uno hagamos nuestro trabajo mientras estamos definiendo cómo será el futuro de la Iglesia”. Filo coincidió al alabar “su forma de responder, naturalidad y espontaneidad. De sus respuestas se ve que podremos seguir hablando con él, aunque está claro que tiene una noción negativa del feminismo. Es algo que se da en general en la jerarquía eclesiástica”.

La secretaria ejecutiva de la UISG reconoció que todas las preguntas eran comprometidas y descartó que las superioras generales lo que persigan sea una “búsqueda de poder” o un “clericalismo femenino”. A su juicio, lo que hay detrás de estas reivindicaciones es “el deseo de las mujeres en todo el mundo, no solo de las religiosas, por llevar sus habilidades y su genio femenino al servicio de la Iglesia”.

Lo que pretenden es que se ponga en marcha un “mutuo trabajo” entre hombres y mujeres, laicos y consagrados provenientes de diferentes lugares y culturas, “para contribuir todos juntos a la misión”. “No se trata de ocupar puestos de poder en una institución, sino de ser capaces de contribuir según nos guía el Espíritu. Todo parte de un deseo amplio de tener más participación. Hay que buscarlo a diferentes niveles: desde el institucional hasta las parroquias. No se trata de ocupar puestos por la ambición de ocuparlos, sino de contribuir a la llegada del Reino de Dios cada uno según sus posibilidades”, declaró Murray.

Para alcanzar este objetivo, invitó a poner en marcha caminos de reflexión como el que abrirá la comisión anunciada por el Papa para estudiar cómo era la aportación de las diaconisas. Muy consciente de cómo se llevan estos asuntos en el Vaticano, la secretaria ejecutiva de la UISG animó a ser pacientes, pues “esto llevará tiempo”. Lo que espera ahora es un proceso “largo de reflexión conjunta para ver cómo se pueden utilizar los dones de cada uno”.

En el nº 2.989 de Vida Nueva

 

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