Francisco pide a los obispos italianos una Iglesia sin bienes accesorios

Comunidad Chicco, en Ciampino

Ante el inicio de su Plenaria, el Papa pide mantener solo lo justo para el sostenimiento de la caridad y la evangelización

Comunidad Chicco, en Ciampino

El Papa visita a la comunidad Chicco, en Ciampino

ANTONIO PELAYO (ROMA) | “Cuánto me gustaría una Iglesia pobre y para los pobres”. Bergoglio no olvida esa frase suya al poco de su elección papal. Abriendo el lunes 16 de mayo la Plenaria de la Conferencia Episcopal Italiana, ha vuelto a expresar su deseo de una Iglesia “descalza”, desprovista de “ambiciones de carrera y de poder” y “cercana a todos, al paso de los pobres”.

Partiendo del tema de la Plenaria, La renovación del clero, diseñó un retrato ideal del sacerdote “que no busca seguridades terrenas o títulos honoríficos; que en el ministerio no pide nada para sí que vaya más allá de las necesidades reales; y que no se preocupa más que de unir a sí mismo a las personas que le han sido confiadas. Su estilo de vida debe ser sencillo y esencial, siempre disponible”.

Pero más radical que este llamamiento a la pobreza personal es el que hizo a la institucional. “En vuestra reflexión sobre la renovación del clero –dijo Francisco a los obispos– entra también el capítulo que afecta a la gestión de las estructuras y de los bienes; en una visión evangélica, evitad recargaros con una pastoral de conservación que obstaculiza la apertura a la perenne novedad del Espíritu. Mantened solo lo que puede servir para la experiencia de la fe y de la caridad”. Es decir, el Papa les pide a los obispos: mantened solo lo que sirve; lo demás, vendedlo.

“Rezad por mí para que me haga cada día más pobre”, había dicho 10 días antes a los miembros de una asociación de médicos en África. Recibiendo a la Fundación Centessimus Annus el 13 de mayo, les aseguró que “la lucha contra la pobreza no es solo un problema económico, sino sobre todo moral y que apela a la solidaridad global”.

Por otro lado, Francisco ha concedido una amplia entrevista al diario católico francés La Croix, donde aborda temas muy diversos, como la laicidad del Estado, las relaciones con el islam, la acogida de los emigrantes o los contactos con los grupos tradicionalistas. “La peor acogida que se les puede dar –dice sobre las crisis migratorias– es encerrarles en un gueto. (…) La integración es hoy más necesaria que nunca, porque Europa conoce un grave problema de bajísima natalidad a causa de la búsqueda egoísta del bienestar”.

Sobre la laicidad, esta es su visión: “El Estado debe ser laico. Los estados confesionales acaban mal. Va contra la historia. Una laicidad acompañada por una sólida ley que garantice la libertad religiosa ofrece un cuadro que permite seguir adelante. Todos somos iguales, como hijos de Dios y con nuestra dignidad. Pero cada uno debe tener la libertad de exteriorizar su propia fe. Si una mujer musulmana quiere llevar el velo, debe poder hacerlo. Lo mismo si un cristiano quiere llevar una cruz.”

Finalmente, el juicio por el ‘Vatileaks 2’ llega a su fin; el día 17 finalizaron los interrogatorios de los acusados y testigos. La próxima etapa será la autodefensa de los propios acusados. Después, el veredicto.

En el nº 2.989 de Vida Nueva

Compartir