Editorial

Una pastoral económica de máximos

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portada Vida Nueva Plan económico de la Iglesia española 2988 mayo 2016 pequeña

EDITORIAL VIDA NUEVA | Blanqueo de capitales, desvío de fondos, dinero ilícito… La prácticas económicas corruptas en nuestro país están generando una crisis de credibilidad tal en las instituciones, que se traduce en una indignación y desconfianza de los ciudadanos. Hasta tal punto llega esta percepción de fraude generalizado que contagia a todo organismo político, social y empresarial con presencia pública, incluida la Iglesia.

Los escándalos financieros de la Santa Sede y la falta de austeridad de algunos pastores dan alas a un anticlericalismo de manual que, sin argumentos, sigue acusándola de disfrutar de privilegios y dádivas. Se olvidan en ese argumentario de que la Iglesia revierte al Estado el doble de lo que recibe a través de su misión educativa, sanitaria, social, misionera…

Con el imperativo de que ni un céntimo
de los que se reciba pueda perderse,
las nuevas medidas financieras
permitirán certificar este principio.

Desde hace años, se trabaja para profesionalizar toda la gestión de bienes, desde las parroquias a las diócesis, pasando por los institutos de Vida Religiosa, las fundaciones o las ONG. No han sido pocos los esfuerzos y la inversión para pasar del libro de cuentas a unos parámetros estandarizados. Ahora la Conferencia Episcopal da un salto más con un paquete de diez medidas que desvela Vida Nueva y con las que busca convertirse en la entidad más transparente de nuestro país en materia económica.

Con el imperativo de que ni un céntimo que se reciba se pierda, el renovado Plan de Transparencia y Modernización de la Administración Eclesial va más allá para que este principio ético se pueda certificar. Algunos ya están en marcha, como la memoria anual de actividades y las auditorías externas. Otros se comienzan a aplicar, como los estudios externos de impacto de socioeconómico.

Sin embargo, las medidas más pioneras están a punto de ver la luz, como el convenio para someterse a un sistema de supervisión de un organismo internacional, un nuevo plan contable o un manual de buenas prácticas que abordará los límites de las inversiones financieras, la licitación de obras…

Estos recursos permitirán controlar cualquier desvío, falseamiento y ocultación de datos, poniéndoselo más difícil a quienes se ven tentados de beneficiarse o aventurarse con un capital que no es suyo. Pero, sobre todo, contribuirán a garantizar ante los ciudadanos, creyentes o no, que euro que donan a la Iglesia española, a través de su declaración de la renta en estos días o del cepillo, está en buenas manos.

Más aún, se sabe depositaria de un dinero no le pertenece: sólo convierte aquello que le han confiado en recursos para anunciar el Evangelio, para construir Reino entre quienes más lo necesitan. Desde ahí, la Iglesia ha de abanderar una pastoral de la transparencia en lo económico, que solo puede ser de máximos.

En el nº 2.988 de Vida Nueva. Del 14 al 20 de mayo

 

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