Obispos contra piratas

Peio Sánchez

La Comisión Episcopal de Medios de Comunicación Social publica un documento donde critica la piratería en el cine

Rodaje de ‘Poveda, la película’

Rodaje de ‘Poveda, la película’, una de las producciones españolas más vistas en lo que va de año

Obispos contra piratas [extracto]

JUAN CARLOS RODRÍGUEZ | La Conferencia Episcopal Española (CEE) condena la “indiferencia moral” de la piratería en el cine en una tajante reflexión de la Comisión Episcopal de Medios de Comunicación Social ante la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, celebrada el 8 de mayo: “La extensión de la piratería que afecta al mundo del cine, especialmente en nuestro país –advierten los obispos–, está llegando incluso a poner en peligro la continuidad de esta expresión cultural tan valiosa para la difusión de ideas”.

De ahí la oportunidad del mensaje: “Deseamos que el fenómeno de la piratería en el mundo del cine disminuya hasta desaparecer, como fruto de una reflexión madura de personas sensibles al auténtico valor del cine y sensibles al bien común de toda la sociedad”, tal y como lo recoge el documento, titulado La piratería en el cine, una mirada desde la doctrina social de la Iglesia. “Creo que es un documento necesario y que se hacía esperar”, valora Peio Sánchez, profesor de la Facultad de Teología de Cataluña y creador de la Semana de Cine Espiritual. “El hecho generalizado de la piratería –añade este sacerdote– planteaba la necesidad de una valoración ética que apunta al respeto de la propiedad y al bien común”.

Andrés Garrigó, director de Goya Producciones y productor de Poveda, la película, entre otros títulos, afirma: “Me parece un documento valiente que no gustará a quienes, quizás sin darse cuenta, incurren en diversas formas de piratería audiovisual. Los obispos quieren iluminar las conciencias para que no demos por bueno lo que se ha hecho práctica corriente, pero que no deja de ser una práctica antisocial, pues causa serios perjuicios a la cultura, a las empresas y a las personas, destruyendo miles de empleos”.

Los obispos hacen un llamamiento “a los católicos y a todas las personas que actúan según la recta conciencia”, como escriben. Y en ello insiste, precisamente, Juan Orellana, director del Departamento de Cine de la CEE y presidente de Signis-España: “En los tiempos actuales, es frecuente que los católicos nos contagiemos de formas de pensar dualistas, donde por un lado va la fe que profesamos, y por otro, la vida, que tiene sus propias reglas. Es lo que el filósofo Belohradsky llama la escatología de la impersonalidad. Un ejemplo sería decir: ‘Si todo el mundo piratea, es algo asumido por todos. No voy a ser más tonto que los demás’. Y de esta forma diluimos nuestra responsabilidad en un genérico ‘así son las cosas’. Que este documento llame la atención sobre ese problema moral en una fecha tan señalada es oportuno, pero hubiera sido igual de pertinente en cualquier otra fecha”.

“No robarás”

Juan Orellana

Juan Orellana, director del Departamento de Cine de la CEE y presidente de Signis-España

Efectivamente, los obispos creen necesario no solo llamar la atención sobre el daño económico y social, sino también sobre “una triple consideración moral” en torno a esta piratería. Uno: incurre en un pecado contra el séptimo mandamiento: “No robarás”. Dos: se inflige un daño al bien común de la sociedad. Y tres, literalmente escriben: “El deseo de poseer los bienes ajenos, por encima de cualquier limitación y derecho, está relacionado con el décimo mandamiento de la ley de Dios que prohíbe la codicia de estos bienes”.

Orellana lo explica gráficamente: “La cuestión de los derechos de autor no se puede plantear como un privilegio de los ricos, sino como la compensación debida a un trabajador, sea un discreto guionista o un afamado compositor. Un cineasta (sea director, productor, guionista…) se alegra infinito de que mucha gente intente ver sus películas, pero también se alegra de poder pagar la hipoteca con el dinero que es fruto de su trabajo”.

El texto episcopal recuerda la “importancia educativa, cultural y evangelizadora” del cine, como añade Orellana: “La Iglesia siempre ha valorado el cine, aunque cada vez con más positividad. Puede ser un instrumento muy útil en la nueva evangelización, y por ello no es deseable que se vea amenazado por estas formas de consumo irresponsable”. “Los obispos se han dado cuenta de ello: hay que volver a poner la brújula moral en su sitio”, afirma Garrigó, que ha producido más de trescientos proyectos audiovisuales.

“Conozco católicos, incluso sacerdotes, que piensan que copiar o colgar en YouTube vídeos cristianos no infringe mandamiento alguno si se hace con fines de evangelización –sentencia–. Si todos hicieran como ellos, llegaría a desaparecer la producción audiovisual de contenido cristiano de calidad. Producir buenas películas o programas de TV es muy caro y es muy difícil encontrar inversores. Las producciones con valores cristianos que llegan a las pantallas son muy pocas, en buena parte por el prejuicio antirreligioso. Si a la hostilidad del ambiente pagano añadimos el ‘fuego amigo’ de los ‘piratas cristianos’, mal andamos…”.

Contra la irresponsabilidad y la “impunidad legal de facto”

Peio Sánchez

Peio Sánchez, creador de la Semana de Cine Espiritual

La reflexión de la Comisión Episcopal de Medios de Comunicación Social la firman los seis prelados que la componen, con su presidente, Ginés García Beltrán, obispo de Guadix-Baza, a la cabeza. Y es tajante: “La Comisión ve oportuno iluminar esta realidad de la piratería en el cine, que frecuentemente recibe una consideración relativista y utilitarista, desde una conciencia moral que busca el bien de los individuos”, señalan en el documento de nueve páginas. Además, apuntan: “En el origen está un grave desconocimiento de la doctrina social de la Iglesia en este campo y, a menudo, una búsqueda de argumentos abstractos y parciales que difuminan la responsabilidad personal apoyados en una impunidad legal de facto”.

Como destaca el también profesor de la Universidad CEU San Pablo y crítico cinematográfico, Juan Orellana, la reflexión de los obispos “alude en un cierto momento a todas las piraterías”. El documento enumera la música, la literatura, los programas informáticos, los videojuegos, los programas y las señales audiovisuales. “El criterio moral que desarrolla el texto es aplicable a toda forma de piratería cultural –manifiesta–. El documento se centra en el cine, y por extensión, en la ficción televisiva sin ninguna duda, dado que lo ha preparado la Comisión de Medios, que aborda las áreas de cine, televisión, radio y prensa. Pero qué duda cabe que la reflexión que propone, al ser de principios, vale para toda forma de piratería”.

Por eso concluye Peio Sánchez: “La Iglesia, en la medida en que participa de la vida social de todos y ofrece criterios de discernimiento a los creyentes, debe apostar decididamente por la cultura. En los ambientes cristianos, en iniciativas educativas vinculadas a la Iglesia, hay que apoyar que la cultura tiene un valor y unos medios que hay que proteger contra las diversas formas de piratería”.

En el nº 2.988 de Vida Nueva

 

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