Vivir la Pascua desde la Misericordia

Durante este tiempo de Pascua, el mundo entero ha sido testigo, una vez más, del horror de la muerte, cuando ella sesga y arrebata la vida desde la intolerancia y el fundamentalismo. Ante los atentados en Bélgica, Turquía, Pakistán, Nigeria, Chad, Camerún y Costa de Marfil, cuyas noticias nos hablan de un número considerable de muertos y heridos, sangre inocente.

El corazón sigue sobresaltándose al evidenciar un mundo a merced de la violencia y de la muerte y lo que ellas dejan a su paso; cuadro dantesco de dolor, sufrimiento, caos y destrucción. La amenaza de un terrorismo cada vez más incomprensible y despiadado, en la mayoría de los lugares del mundo, nos hace sentir que estamos cada vez más alejados de la paz y la justicia que anhelamos. La actualización del Misterio Pascual en la fiesta que conmemoramos como Iglesia, en el Triduo Pascual, culmina con la solemnidad de la Vigilia. Noche de luz, agua y palabra viva, símbolos portadores de vida, alegría y esperanza. Celebración de la Resurrección de Jesucristo quien ha vencido a la muerte, nos ha liberado definitivamente de la esclavitud del pecado y nos congrega en la común unión en el amor. He ahí donde Dios sigue haciéndose misericordia. A partir de nuestra apuesta por lo que pareciera no lograrse ni alcanzarse. Seguir esperando contra toda esperanza. Allí donde resulta difícil ver a Dios, hablar de él, y donde creemos tener todo derecho para gritarle y reclamarle: ¿Por qué permites que esto suceda? Él se vuelve hacia nosotros, hacia toda la humanidad para hacernos caer en cuenta que en nosotros la misericordia se ha encarnado. Ser testigos de ello nos lleva a salir de nosotros mismos para acoger, proteger, defender y cuidar la vida.

Víctor M. Martínez, S.J.

Teólogo

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