Vivir y anunciar el Evangelio

Carlos Amigo, cardenal arzobispo emérito de Sevilla CARLOS AMIGO VALLEJO | Cardenal arzobispo emérito de Sevilla

La Iglesia no puede renunciar a lo que es su misión: ofrecer el Evangelio de Jesucristo. La Palabra de Dios, la Eucaristía, los sacramentos, la caridad, el compromiso social por la justicia y el testimonio de una fe viva.

La humanidad entera es campo de misión, de trabajo apostólico, de evangelización. A cada uno se le asignará el espacio y el tiempo. Siempre en el momento en que Dios necesita y llama. Ahora, en este momento, se nos convoca a un nueva evangelización en la que resplandezca la esperanza, el entusiasmo, la confianza en Dios, el empeño en ser auténtico, inequívoco y creíble testigo de Cristo, anunciando explícitamente el Evangelio con obras de amor, justicia, misericordia y paz.

Decía el papa Francisco que entrar por la puerta de este Año Jubilar en el que estamos embarcados significa descubrir la profundidad de la misericordia del Padre, que acoge a todos y sale personalmente al encuentro de cada uno. El anuncio del Evangelio es obra de Dios, pero se la ha confiado a todos y a cada uno, según la relación y ministerio que cada cual recibió de la Iglesia.

“Para que todo cristiano pueda desarrollar un corazón humilde y compasivo, capaz de anunciar y testimoniar la misericordia, de perdonar y de dar, de abrirse a cuantos viven en las más contradictorias periferias existenciales, que con frecuencia el mundo moderno dramáticamente crea” (papa Francisco, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz). El programa de vida y de comportamiento deben ser los del amor, la compasión, la misericordia y la solidaridad. Nunca ha de faltar el ofrecer razones para vivir y para esperar.

“Los agentes de evangelización han de ser, ante todo, artesanos del perdón, especialistas de la reconciliación, expertos de la misericordia” (discurso del papa Francisco en Bangui, 29-11-2015). Testigos, en definitiva, de este Dios que es amor. Llevar al mundo el conocimiento y el amor que se ofrece en el Evangelio es excelente e imprescindible obra de misericordia. Y hacerlo con alegría, que es reconocimiento a Dios por ser infinitamente bueno, y sabiendo que aquello que se desea transmitir es la mejor de todas las noticias que se pueden dar: que Dios nos ha devuelto la alegría de su salvación con la obra redentora de Cristo, raíz, centro y culmen de la misericordia.

En el nº 2.986 de Vida Nueva

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