El discernimiento del pastor

JESÚS SÁNCHEZ CAMACHO | Periodista y profesor CES Don Bosco

El 13 de marzo de 1965 (VN, nº 461), la revista revela que, pese a un ambiente político comunista, el porcentaje de los varsovianos asistentes a la eucaristía dominical es superior al de otras ciudades europeas. Un año después, el 29 de abril de 1966 (VN, nº 520), el semanario analiza el auge del catolicismo polaco a partir de los actos conmemorativos del milenario de la evangelización. Ese fervor religioso obedecía, en parte, a la reputación del cardenal Stefan Wyszynski. Según algunos analistas, el prestigio del purpurado era debido a sus recelos ante la renovación conciliar, su apuesta por la religiosidad popular y su negativa a participar en coloquios cristiano-marxistas, frecuentes en otras sensibilidades eclesiales.

Las interpretaciones y conjeturas desprendidas de Amoris laetitia han acentuado las diversas sensibilidades eclesiales. “No todas las discusiones doctrinales, morales o pastorales deben ser resueltas con intervenciones magisteriales (…). En cada país o región se pueden buscar soluciones más inculturadas, atentas a las tradiciones y a los desafíos locales” (n. 3). La inferencia de este y otros párrafos conllevaría a una descentralización, en la que países tan cercanos como pueden ser Alemania y Polonia pudieran estar a kilómetros de distancia en el discernimiento pastoral. Porque las recetas, según las latitudes, implican un peligro: la aparición de prejuicios ideológicos alejados de La alegría del amor.

En el nº 2.986 de Vida Nueva

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