Solo esperan ser acogidos

Ana Royo, STJ, religiosa teresiana voluntaria con los refugiados en Idomeni, Grecia

Ana Royo, STJ, religiosa teresiana voluntaria con los refugiados en Idomeni, GreciaANA ROYO, STJ | Directora Fundació Benallar

El 27 de marzo, el primer día que llegamos al campo de refugiados cerca de Idomeni, en Grecia, un abuelo, el jefe del clan de toda su familia, nos dijo: “Yo soy musulmán, pero nos han dicho que el Papa de Roma va a venir a la frontera con Macedonia y nos va a ayudar para que podamos pasar…”. En aquel momento nadie sabía que Francisco iba a ir a Grecia, pero ya todos los refugiados lo esperaban como su única salvación.

Durante dos semanas, una pareja de voluntarios y yo, religiosa teresiana, hemos estado colaborando en los campos de Idomeni y Eko. ¿Qué nos llevó a venir aquí? Precisamente las imágenes que se han repetido durante estos días, de represión de los militares en la frontera, cargando indistintamente contra hombres, mujeres y niños. Nos dijimos que teníamos que hacer algo para ayudar a esta gente e ir en contra de esta sociedad del egoísmo que estamos creando y de la que no queremos ser partícipes. Y sin más, a los 20 días ya estábamos en Grecia ayudando a los refugiados.

Lo que más me ha impresionado es la angustia con la que viven los adultos el cierre de fronteras, la incertidumbre sobre su futuro. Hay muchas familias rotas, separadas: algunos han conseguido pasar, otros no; algunos han muerto en su país o por el camino… “¿Podéis llevarnos a España?”, “¿Podéis ayudarnos a cruzar la frontera?”, nos respondían invariablemente cuando les preguntábamos cuáles eran sus necesidades.

La vida en estos campos se resume en la espera, una espera tensa, impotente y frustrante. Y, a la vez, en muchas historias de superación, de fortaleza, de ayuda, de solidaridad…

Estos días hemos comprado y gestionado mucha ayuda concreta para ellos: productos de aseo, ropa interior, fruta, comida, juegos para niños… hemos repartido todo el cariño que hemos podido. Pero siento que lo más importante para ellos se nos escapa de nuestras manos: quieren una vida nueva y feliz en Europa, quieren ser acogidos. ¿Estamos dispuestos a darles esto que más necesitan?

En el nº 2.985 de Vida Nueva

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