Consuelo a pie de calle tras el terremoto en Ecuador

Pedernales (Ecuador)

El Papa se muestra “muy preocupado por la situación” en el país

Portoviejo (Ecuador)

Una calle devastada en la ciudad de Portoviejo

Consuelo a pie de calle tras el terremoto en Ecuador [extracto]

RUBÉN CRUZ | La fotografía de Ecuador es la de un país derruido que llora a los centenares de víctimas que, el pasado 16 de abril a las 18:58 (hora local), fueron sacudidas por el terremoto. Pedernales, Manta y Portoviejo, en la provincia de Manabí, son las localidades que más han acusado el seísmo. Al cierre de esta edición, 507 personas habían perdido la vida, según fuentes oficiales. Y un total de 4.000 ecuatorianos habían tenido que ser atendidos por los servicios sanitarios. El ministro de Defensa del país, Ricardo Patiño, explicó que se trata de “la peor tragedia que hemos asumido en 60 años” y estima que harán falta 2.500 millones de euros para restaurar solo la región de Manabí. Unos 400 efectivos, entre ellos el contingente militar enviado por España, trabajan a destajo en las labores de rescate de los cuerpos que pueden aún encontrarse bajo los escombros. Por su parte, la Iglesia se hace presente en medio de la desgracia para ayudar a los ocho millones de afectados por este golpe de la naturaleza.

“El Santo Padre está muy preocupado por la situación”, dice un miembro del Pontificio Consejo Cor Unum –encargado de coordinar las iniciativas de caridad de la Iglesia– en una llamada a la Nunciatura ecuatoriana. Tras el terremoto, el nuncio apostólico, Giacomo Guido Ottonello, se intentó poner en contacto con los obispos de las zonas afectadas, pero no pudo comunicarse hasta la madrugada del domingo 17 de abril, como relata a Vida Nueva su secretario, John Paul Pedrera.

Manta (Ecuador)

Velatorio en una calle de Manta (Ecuador)

Ante la complicada situación que vive el pueblo que tiene encomendado, Ottonello decidió poner rumbo a Manabí en coche –el estado de las carreteras provocó que un viaje que normalmente dura cuatro horas, se prolongará durante diez–. “No lo hizo en helicóptero para no entorpecer la ayuda humanitaria”, dijo Pedrera. Previamente, escribió a la Santa Sede para informar de su viaje y avanzar lo que le habían explicado los obispos del estado de las zonas afectadas.

Ahora, desde el pontificio consejo esperan instrucciones del nuncio para enviar la ayuda necesaria desde el Vaticano. El problema es que Ottonello se encuentra en una zona donde las comunicaciones se han caído y en la nunciatura están esperando su regreso, que podría prolongarse un par de días por el estado de las carreteras. Además, el nuncio también quería visitar Esmeraldas, otra de las regiones afectadas, antes de volver a Quito para informar a Roma sobre las necesidades que tiene el país. Y es que el nuncio prefirió dirigirse a la zona cero “para estar con la gente” y no hacer un informe desde su despacho.

También miembros de la Comisión de Pastoral Social de la Conferencia Episcopal de Ecuador se han desplazado hacia las zonas afectadas, según confirmaron a esta revista desde el episcopado. A pie de calle, cientos de sacerdotes y religiosos se encuentran al lado de las familias que sufren, ya sea dando una palabra de aliento, celebrando una misa en una acera o velando a un fallecido en una plaza. Sin buscar los focos de las cámaras, pero cercanos al pueblo. En Manabí y Esmeraldas hay decenas de congregaciones religiosas presentes. Así, al menos seis religiosas han perdido la vida en medio de la catástrofe (una hermana mercedaria y cinco siervas del Hogar de la Madre).

Al lado de los últimos

Pedernales (Ecuador)

Misa en un parque en Pedernales (Ecuador)

“Las palabras no alcanzan a expresar tanto dolor humano”, dice a este semanario Rafael González Ponce, presidente de la Conferencia Ecuatoriana de Religiosos (CER). Incluso el presidente de Ecuador, Rafael Correa, se ha trasladado a la zona cero, a la que llegó procedente del Vaticano, donde estaba invitado por el Papa a dar una conferencia junto a otros líderes mundiales.

“Aseguran los expertos que se necesitarán muchos recursos y varios años para poder levantar nuevamente estas poblaciones. Todo esto, en el marco de un país que ha entrado en una crisis económica aguda debido sobre todo a la disminución drástica del precio del petróleo, al endeudamiento del Gobierno y a la lucha tenaz que se avecina con motivo de las próximas elecciones presidenciales”, indica el religioso comboniano. Sin embargo, “esto no es nada frente a la experiencia de sufrimiento que se nos revela en tantas historias que escuchamos a cada instante: niños que han perdido a sus padres, jóvenes que lloran a sus seres queridos y que no se explican por qué no volverán a verlos, ancianos que simplemente ya no tienen casa (ese techo familiar por el que habían trabajado toda una vida), familias angustiadas porque no saben si mañana tendrán un pan para compartir”. Asimismo, añade que está seguro de que “sabrán salir adelante, porque Ecuador es un pueblo valiente. Son tantas las historias de comunión y de amor, que aminora todo dolor y que les asegura un porvenir de esperanza”.

Por último, el miedo por las sacudidas del terremoto no ha cesado entre los ecuatorianos, ya que ha habido más de 400 réplicas, según los expertos, del seísmo que alcanzó los 7,8 puntos en la escala de Richter.

Los religiosos se ponen en marcha

Se han producido daños en parroquias, escuelas, dispensarios de salud, conventos, etc. Por ello, la Conferencia Ecuatoriana de Religiosos (CER) va a convocar una reunión con todos los superiores mayores de las congregaciones para llevar a cabo una acción intercongregacional: “Nuestra intervención quiere priorizar el estar con la gente, escuchar sin condiciones, consolar y organizar con creatividad todo tipo de iniciativas que ayuden a las personas a ponerse de pie con dignidad”, señala Rafael González Ponce, presidente de la CER.

En el nº 2.985 de Vida Nueva

 

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