Una obra de misericordia viva en cada diócesis

El Papa pide recordar este Año con hospitales, asilos o escuelas

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En este Jubileo de la Misericordia, el II Domingo de Pascua –convertido por san Juan Pablo II desde el año 2000 en Fiesta de la Divina Misericordia– no podía no tener un realce muy especial. Y así ha sido gracias a la activa participación del papa Francisco y a la presencia en Roma de unos 50.000 peregrinos venidos de todo el mundo, pero especialmente de Polonia, tierra natal de santa Faustina Kowalska, la mística a la que Jesucristo confió su deseo de “sanar a la humanidad con mi corazón misericordioso”.

El sábado 2 de abril se celebró en la Plaza de San Pedro una solemne vigilia presidida por el Santo Padre. Antes de su llegada, se alternaron momentos de reflexión, intercambio de experiencias, lecturas y exhibiciones artísticas (música, baile…) sobre la misericordia.

La homilía papal quiso ayudar a penetrar “en el gran océano de la misericordia de Dios”, que es cercanía, ternura, compasión, comunicación, consuelo y perdón. “Quien más la recibe –dijo–, más está llamado a ofrecerla, a comunicarla; no se puede tener escondida ni retenida solo para uno mismo. Es algo que quema el corazón y lo estimula a amar porque reconoce el rostro de Jesucristo, sobre todo en quien está más lejos, débil, solo, confundido y marginado. La misericordia no se detiene: sale a buscar la oveja perdida y cuando la encuentra manifiesta una alegría contagiosa”.

Un nuevo desafío

Tras impartir su bendición, Bergoglio dejó caer esta improvisación: “El otro día, hablando con directivos de una asociación de ayuda, de caridad, ha salido esta idea y pensé: ‘La diré en la Plaza el sábado’. Qué bello sería que, como recuerdo –digamos, un ‘monumento’ de este Año de la Misericordia–, haya en cada diócesis una obra estructural de misericordia: un hospital, una casa para ancianos, para niños abandonados, una escuela donde no haya, una casa para recuperar toxicómanos…Tantas cosas que se pueden hacer. Sería hermoso que cada diócesis pensara: ¿qué podemos dejar como recuerdo vivo, como obra de misericordia viva, como llaga de Jesús vivo en este Año de la Misericordia? Pensemos y hablémoslo con los obispos”. Ahí queda el desafío, uno más entre los lanzados por Francisco a toda la Iglesia…

Al día siguiente, bajo un sol radiante, se celebró la solemne Eucaristía en la que participaron un alto número de cardenales, obispos y sacerdotes, así como una festiva multitud de fieles. Comentando el evangelio del II Domingo de Pascua (el episodio del apóstol Tomás que quería meter su mano en las llagas del Crucificado), el Papa recordó que “el camino que el Maestro resucitado nos indica es de una sola vía, va en una única dirección: salir de nosotros mismos, salir para dar testimonio de la fuerza sanadora del amor que nos ha conquistado…”.

Cuando este ejemplar de Vida Nueva llegue a manos de nuestros lectores, ya estará en la calle la exhortación apostólica postsinodal del papa Francisco. Se titula Amoris laetitia (La alegría del amor), y habrá sido presentada oficialmente por los cardenales Lorenzo Baldisseri, secretario general del Sínodo de los Obispos, y Christoph Schönborn, arzobispo de Viena. Estuvo prevista la participación del matrimonio formado por Francesco Miano y Giuseppina de Simone, que participaron como expertos en las dos sesiones sinodales.

Obviamente, no han faltado quienes ya hayan saltado a la arena para hacer su particular presentación, en uno u otro sentido. El cardenal Walter Kasper, uno de los purpurados más activos en los dos sínodos sobre la familia, ha declarado: “El Papa no es un revolucionario, sino un renovador, y permanece en la línea del Sínodo. Hemos votado el documento con una mayoría de dos tercios. No es un dedo acusador, sino una mano tendida para ayudar a las personas en dificultad, y tengo confianza en que el Papa encontrará las palabras justas para imponer la paz en el debate, sobre todo para confortar a las familias y explicar el concepto cristiano de la familia”. Según el prefecto de la Casa Pontificia y secretario personal de Benedicto XVI, Georg Gänswein, la exhortación se situará en continuidad con el magisterio de los predecesores de Bergoglio.

Por su parte, el cardenal Gerhard Müller, prefecto de Doctrina de la Fe, sin entrar en el tema, ha dicho: “El Papa no es un teólogo profesional y por eso, de tanto en tanto, es necesario aconsejarle en materias dogmáticas… Nosotros, en la Congregación, no estamos llamados a ejercer el arte de la adulación, sino más bien a usar nuestros conocimientos como expertos”. Aunque sea un obviedad, cabe recordar que antes de publicar un documento de tal envergadura, el Papa se lo ha dado a conocer a la Congregación así como al teólogo de la Casa Pontificia, el dominico  británico Wojciech Giertych, y a otros expertos.

Cottier

El cardenal Georges Cottier –fallecido el 31 de marzo a los 93 años– procedía de una familia de relojeros suizos, y quizás de su padre y de su abuelo heredó el sentido de la precisión y de la exactitud. Si duda, fueron estas cualidades, aplicadas al estudio de la teología, las que motivaron que en 1989 san Juan Pablo II le nombrara teólogo de la Casa Pontificia, cargo en el que se mantuvo hasta 2005. Fue un joven experto en el Vaticano II, junto al gran cardenal suizo Charles Journet, y durante toda su vida se mantuvo fiel al espíritu del Concilio. Los que tuvimos ocasión de tratarle no olvidaremos su finura y amabilidad al responder a las preguntas, a veces impertinentes, de algún que otro colega sabihondo.

 

El ático de Bertone

El cardenal Tarcisio Bertone vuelve a ser actualidad. En el semanario L’Expresso, Emiliano Fittipaldi –uno de los dos periodistas acusados en el proceso ‘Vatileaks 2’– hace nuevas revelaciones documentales sobre el pago que asumió la Fundación del Hospital Infantil ‘Bambino Gesù’ de parte de los gastos por la reestructuración del piso donde se aloja el ex secretario de Estado vaticano.

La novedad es que la justicia vaticana ha abierto una investigación sobre la financiación de dichos trabajos en la casa del cardenal. “Están siendo investigados Giuseppe Profiti, exdirector del ‘Bambino Gesù’, y el administrador Massimo Spina. El cardenal no está siendo investigado”, confirmó Greg Burke, vicedirector de la Sala de Prensa de la Santa Sede. Los delitos imputables son peculado (según la RAE, “hurto de caudales del erario cometido por aquel a quien está confiada su administración”) y apropiación y uso ilícito de dinero.

En una entrevista al diario genovés Il Secolo XIX, Profiti, que en diciembre fue cesado de su cargo como director del hospital infantil, confirma que fue él quien ordenó el pago de los 400.000 euros y que el cardenal lo sabía. Esta segunda afirmación es negada tajantemente por Bertone en declaraciones al Corriere della Sera. Estamos ante un embrollo lamentable, provocado por sucesivos errores por parte del ex secretario de Estado, que fue quien se “trajo” de Génova a Profiti dándole unos poderes desproporcionados a sus cualidades profesionales y personales.

En diálogo con los lefebvrianos

Una escueta nota de la Oficina de Prensa de la Santa Sede ha confirmado que, el sábado 2 de abril, “tuvo lugar un encuentro en el Vaticano entre el papa Francisco y el obispo Bernard Fellay, superior general de la Fraternidad San Pío X”. La propia Fraternidad ha desvelado que fue un encuentro “privado e informal, sin el carácter oficial de una audiencia”, que duró 40 minutos en un “clima cordial”. Según la misma fuente, durante la reunión, ambos acordaron que los diálogos “continúen”, aunque “sin precipitación”, si bien no trataron la situación canónica de los lefebvrianos.

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Antonio Pelayo. Roma

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