El documental sobre Camilo

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Que Camilo se equivocó al seguir el camino de la guerrilla; que en su actividad de sociólogo o en la de sacerdote o en la de político hubiera cumplido con más eficacia su tarea, es parte del discurso que maneja el documental sobre Camilo, difundido por el Canal Institucional con motivo de los 50 años de su muerte.

Faltó explicar o denunciar el error de la guerrilla al permitir que Camilo fuera a combate. No era su lugar ni estaba entrenado para eso; ni manejaba el discurso mental de los que matan.

Es un documental rico en imágenes desconocidas de la vida de Camilo, conservadas en el archivo de la Universidad Nacional, aunque utilizadas con cierto desorden, en que los temas van y vienen, repitiéndose sin mucha justificación.

Uno de esos temas, valioso y original, es el de Camilo sacerdote, que lo fue y aspiraba a seguirlo siendo. Aspiraba a celebrar la eucaristía nuevamente, después de su paso por la guerrilla.

Esa imagen a veces desaparece sepultada por la más sensacional y vendedora del cura guerrillero. Gustavo Pérez, en su biografía de Camilo, aporta valiosos datos sobre esa vocación sacerdotal de Camilo, una clave necesaria para entenderlo y para arrojar luz sobre su vida. Es lo que con admirable intuición rescata monseñor Darío Monsalve, arzobispo de Cali, en una inesperada y solitaria toma de posición sobre Camilo.

Otro tema que va y viene en el documental es el de la suerte corrida por los restos mortales de Camilo, en que el testimonio del general Álvaro Valencia es una pieza fundamental. El militar alegaba que el secreto mantenido alrededor de su tumba era un mecanismo de defensa contra una utilización política previsible. Aunque generalmente no se le da buena acogida, esa explicación resulta lógica. Habrían convertido esa tumba en  punto de encuentro de todos los interesados  en aprovecharlo políticamente, y esto habría sido lo más parecido a una profanación.

Rescata el documental registros sonoros reveladores, como la voz de Camilo en una de sus arengas políticas. Es una voz chillona, exigida en extremo por las circunstancias propias de un discurso de plaza pública, que alimenta la reflexión sobre un liderazgo y acogida que no se apoyaron en los recursos oratorios de los políticos de plaza, sino  en el pensamiento sólido y el empuje arrasador de su personalidad.

También se oye en varias ocasiones la voz de la madre de Camilo, muy bien en su papel de madre, menos afortunada cuando trata de dar explicaciones teológicas o políticas.

Es un acierto que se le debe agradecer a los autores del documental haber librado a los televidentes del discurso dogmático, extenso y soporífero con que los camaradas conmemoran hechos como este. Al comienzo aparece ese temor que luego se disipa cuando se impone una necesaria sobriedad verbal que da lugar a reflexiones serenas como la que destaca en el discurso y la acción de Camilo: la lógica de buen samaritano; o su condición de precursor de la Teología de la liberación y su decidida vocación sacerdotal mantenida a contracorriente: en los comienzos, contra el ambiente de su hogar y de su entorno social, y el final contra el estruendo y la algarabía guerrillera.

Camilo fue así, sacerdote a pesar de todo, porque fue la condición que lo explicó todo y sin la cual su vida habría sido un desperdicio.

Javier Darío Restrepo

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