CHILE – Cuasimodo, fiesta eucarística

Decenas de huasos a caballo escoltan al sacerdote que lleva la Eucaristía a los enfermos

El domingo siguiente al de Resurrección muchas parroquias de la zona central de Chile reviven la fiesta eucarística de Cuasimodo, una tradicional celebración de llevar la comunión a los enfermos y ancianos que no pudieron asistir a las ceremonias de la Semana Santa. El típico jinete chileno con su chamanto, esa manta corta de variados colores que ahora cubre con una capa, acompaña al sacerdote que lleva la Eucaristía en un coche especialmente adornado. Son decenas de jinetes sin sombrero, por respeto, que cubren su cabeza con un pañuelo generalmente de color amarillo. Recorren caminos rurales o calles del sector parroquial visitando las casas previamente inscritas. Al frente de la casa se ha instalado un pequeño altar con una imagen, una vela, unas flores, como signo de acogida. Allí entra el sacerdote y sus acólitos para orar con el enfermo, darle la comunión y acompañarlo en la acción de gracias. Mientras, afuera los huasos rezan. Y siguen, al galope, a la próxima casa.

El nombre Cuasimodo tiene su origen en la expresión latina “Quasi modo geniti infantes”, que significa: “Así como niños recién nacidos”. Con estas palabras comienza el introito del segundo domingo de Pascua, haciendo referencia a la vida nueva que los cristianos deben comenzar luego de la resurrección de Cristo.

 En las comunas

En la comuna de Lo Barnechea, por ejemplo, la festividad movilizó a más de 800 huasos a caballo, 350 bicicletas y 150 motos decoradas con guirnaldas y flores. En su recorrido visitaron 29 casas de ancianos y enfermos para acercarles la eucaristía. El alcalde Felipe Guevara sostuvo que “esta actividad muestra la pasión y las raíces huasas de la comuna. Nosotros nos hemos esforzado por apoyar y mantener todas las tradiciones de Lo Barnechea porque creemos que es parte importante de nuestra identidad”.

María González es dirigente de los cuasimodistas de Machalí, en la diócesis de Rancagua. “Desde pequeña participo –dice–, cuando niña ayudando en los arreglos de la calle o del altar en la entrada a mi casa. Luego me casé con un cuasimodista, así es que siempre hemos participado. Antes, al pasar la caravana por el pueblo la gente se arrodillaba. Era muy bonito”. Ella tiene a su cargo la preparación de la fiesta, inscribiendo y definiendo el recorrido que este año en su parroquia tuvo 44 visitas. “Es muy impresionante –agrega–. Lo contentos que se ponen cuando uno se les dice que se preparen porque va a visitarlo Nuestro Señor. Mi satisfacción es que el Señor pueda llegar hasta el lecho del enfermo y uno poder acompañarlos, hacer una oración con ellos”.

El Concilio de Trento estableció la conveniencia de comulgar al menos una vez al año, en Pascua de Resurrección. Esta norma hizo que los sacerdotes llevaran la comunión a los enfermos que no podían asistir a los templos, el domingo siguiente al de Resurrección. Y para acompañar y proteger al sacerdote, especialmente en sectores rurales donde a veces debía llegar a lugares lejanos y apartados, los huasos lo acompañaban en sus caballos adornados de fiesta. Ahora muchos van también en bicicletas igualmente engalanadas. Y en las ciudades, lo hacen en vehículos.

En su viaje al país en 1987, el papa san Juan Pablo II la declaró un “verdadero tesoro del pueblo de Dios”.

Por su parte, el cardenal arzobispo de Santiago, Ricardo Ezzati, aprovechó la ocasión para hacer declaraciones a los medios de prensa sobre la crisis política que enfrenta el país. “Las contingencias que estamos viviendo nos invitan, justamente, a descubrir y a adherir fuertemente a aquellos valores éticos fundamentales, que permiten que un país se pueda construir en paz, en justicia y en solidaridad”, afirmó.

ROBERTO URBINA AVEVNDAÑO. SANTIAGO

 

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