Concha Márquez Piquer: “El Papa llega para levantar alfombras”

Concha Márquez Piquer

La artista presenta su nuevo libro ‘Así era mi madre’

Concha Márquez Piquer

ÁNGELES LÓPEZ | El hijo secreto que tuvo con su amante o la extraña muerte de un hombre que intentó aprovecharse de ella en Nueva York son algunos de los secretos que descubre Concha Márquez Piquer en Así era mi madre (Ed. Letra clara). Cerca de trescientas páginas donde se nos desvelan pormenores de una figura que triunfó en Estados Unidos y que rompió moldes dentro y fuera de los escenarios. “He contado las cosas como me fueron contadas por mi madre”, resume la artista en el 25º aniversario de la muerte de la inmensa cantante.

PREGUNTA.- Mucho tiempo ha tenido que pasar para que se decidiera a escribir sobre su madre. ¿Le ha motivado esa biografía no autorizada, el empujón de Ramiro Oliveros, el 25º aniversario de su fallecimiento…?

RESPUESTA.- Algo de esas tres razones. Realmente, esa biografía no autorizada contaba tantos cuentos inventados que se hacía necesario escribir algo serio sobre la vida de mi madre.

P.- Relata un episodio estremecedor: su madre jugando con su hermanito muerto a falta de una muñeca. ¿Tan dura fue su infancia?

R.- Seguramente no fue ni más ni menos dura que la de cualquier niño de esa época. Las gentes de clase humilde soportan las carencias que tantos otros de familias más adineradas no se ven obligados a soportar. Realmente, como cuento en el libro, esa carencia de muñecas con las que jugar se le quedó grabada toda su vida y, seguramente, esa es la razón de que las coleccionara.

P.- No desmiente que su madre fuera del régimen, pero aporta datos de rebeldía: no interrumpía el espectáculo durante el parte, se negó a cambiar la letra de ‘Ojos verdes’…

R.- Era una artista de su público, del pueblo, y si en su pueblo mandaba ese señor que había ganado –si se puede llamar así a lo que hizo– una guerra civil, ¿qué responsabilidad le cabía a ella?

P.- ¿Qué ocurrió cuando fue a cantar ante Franco?

R.- En una cacería en la que coincidió con ese señor, cuando ya estaban a punto de merendar, el Caudillo le envió, por medio de un tal Villavicencio, la petición de que cantara para él Ojos Verdes y ella le respondió: “¿Ha merendado ya su excelencia?”. El otro respondió, extrañado por la pregunta: “Está en ello”. Mi madre le dijo: “Pues comunique a su excelencia que ahora voy a merendar yo, y si quiere oír esa canción que acuda al teatro”. Eso es para que vean la adhesión inquebrantable que mi madre profesaba a ese señor.

P.- ¿Qué pasó con los 70 baúles de la Piquer?

R.- Aún hay muchos de ellos en unas dependencias de la finca que me dejó en herencia. Algunos los he regalado o cedido al museo en su memoria, pero conservo aún casi todos sus trajes de escena y el vestuario de las bailarinas de su compañía.

P.- ¿Cómo ve España? ¿Tenemos solución?

R.- Este país se ha pasado el tiempo dando palos de ciego y confío en que ahora sea el pueblo ciego quien se opere, poniéndose esa especie de ojo electrónico que les permita ver, que comiencen a vislumbrar sombras y luces y esto les decida a liarse a palos ellos contra quienes quieran llevarnos a infiernos parecidos a Venezuela.

P.- Tiene pálpitos, premoniciones… ¿Eso se compatibiliza con tener fe?

R.- Siempre he tenido esas premoniciones y siempre he sido una mujer de fe.

P.- ¿Qué le parece este Papa?

R.- A mí siempre me hizo gracia ese prepotente dicho argentino de que “Dios es argentino” y mira tú por dónde, ha llegado un papa de ese país. Creo que ha llegado para levantar alfombras y hago votos porque no le den aquel té que le dieron a ese otro que duró cinco días.

En el nº 2.984 de Vida Nueva

 

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