¿Justicia o perdón?

“Hacer justicia no consiste en castigar sino en recuperar al ofensor”

“Hacer justicia no consiste en castigar sino en recuperar al ofensor”

Un tema neurálgico que está dividiendo a los colombianos no es si queremos la paz, sino la paz lograda con cuál tipo de justicia: ¿justicia punitiva o justicia restaurativa? Posiblemente, detrás de todo esto lo que los colombianos quieren expresar es, por un lado, la rabia y el miedo. La rabia de muchos a quienes les duele que tanto crimen y tanto dolor no vaya a ser castigado debidamente. Por otro lado, el miedo de otro gran número de colombianos que temen perpetuar la solución armada y, más bien, aceptan que todos somos corresponsables de esta violencia y proponen alternativas diferentes al castigo de la cárcel.

En juego están temas complejos como la justicia punitiva y la utilidad relativa de las cárceles en el restablecimiento de los lazos sociales rotos por los delitos.

La apuesta sabia de un creciente número de Colombianos por una cultura política-ciudadana y evangélica de perdón y de restauración está comenzando a generar importantes transformaciones en la historia de la violencia en Colombia. Colombia ha empezado a demostrarle al mundo que los años de violencia se pueden superar cuando se acepta que las armas son el fracaso de la palabra y del diálogo; que la justicia no es solo el castigo sino, y sobre todo, recuperación del ofensor; que la verdad es colectiva y plural; que todos hemos alimentado la violencia; que la economía política del odio nos invade sutil y malsanamente. “Un país hecho a tiros” (Gonzalo España), más que el título de un libro reciente, es el título macabro pero real de la historia de Colombia.

El contrato social urgente que tenemos que realizar los colombianos es el contrato por el perdón, por la misericordia, por la compasión. Sólo así gozaremos de paz estable y sostenible. El perdón no habrá cambiado nuestro pasado pero sí nuestro futuro. Seremos reconocidos en la historia como la nación que ejemplarizó, para el mundo, una propuesta heroica y civilizatoria de paz afianzada en el perdón. La justicia que repara a la víctima y que restaura al ofensor es la justicia del futuro. Es la Justicia de Dios. Colombia está en estado de tránsito y paso, por analogía con los ritos de pascua. Paso de construcción de nuevos paradigmas éticos en la arquitectura de la democracia y la civilidad. Tránsito que en el Evangelio de Cristo comprende que hacer justicia no consiste en castigar sino en recuperar al ofensor y ejercer la misericordia como la forma más inteligente de comprensión de las causas de la violencia y de la necesidad de la reconciliación.

Así entendido, se garantiza que el perdón supere el olvido, supere la negación de la ofensa, supere la justicia como castigo, haga que el perdón sea liberación de la rabia, del rencor y del deseo de venganza que atrofian y condenan a quienes lo experimentan al eterno retorno de lo mismo. El perdón logra que las victimas hagan un giro narrativo en sus vidas, giro narrativo que, por estar hecho de compasión y de bondad, hace que quienes lo practiquen logren la realización plena y feliz de sus vidas.

Pero sobre todo: el perdón permite que quienes se llaman discípulos de Jesús lo sean en plenitud.

P. Leonel Narváez

Presidente de la Fundación para la Reconciliación

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