ARGENTINA: Preocupación por las cárceles

Los obispos piden “profundizar más políticas de inclusión”

UP42-fvarelaLa situación de las cárceles en la Argentina, como en casi todo Latinoamérica, es deplorable. Esta es una preocupación constante de los diversos grupos y movimiento que entregan su tiempo para la pastoral carcelaria. Esta experiencia tanta gente que entrega su tiempo a los privados de la libertad ha llevado a los obispos argentinos a reflexionar y emitir el documento “Estuve preso y me viniste a visitar” (cf. Mt. 25,36). Se trata de una enumeración de las principales problemáticas que se visualizan en los servicios penitenciarios de la Argentina con sugerencias que invitan a mejorar la vida de los presos. “Estamos convencidos que la solución oportuna para resolverlos no se alcanza simplemente con penas más duras y más cárceles. Pensamos que el camino es otro: concretar y profundizar más políticas de inclusión que, buscando el bien común, ofrezcan igualdad de oportunidades a todos los miembros de la sociedad, para su justo y debido desarrollo integral”, afirmaron.

En esa línea, la Conferencia Episcopal Argentina (CEA) sostuvo que ningún preso debe carecer de los bienes y de los derechos básicos para la vida, ni de las garantías constitucionales de todo ciudadano, “cualquiera sea su condición social, o la razón de su detención”.

 

Presos y guardiacárceles

En el documento –aprobado en la 110º Asamblea Plenaria de noviembre de 2015, pero difundido en ocasión de la Cuaresma en la 173º reunión de la Comisión Permanente– se plantean dos desafíos a enfrentar: la violencia institucional y la sobrepoblación de reclusos. En cuanto al primero, la CEA cree necesario “prevenir y erradicar toda forma de violencia institucional (…) Es inadmisible la existencia de celdas de ‘aislamiento total’ dentro de las prisiones. Sin embargo, siguen existiendo. También se ha de favorecer todo encuentro del preso con su familia”.

Al referirse a la sobrepoblación carcelaria, resaltaron alguna realidades que “urgen pronto tratamiento”, como los “presos sin condenas”, la ausencia de proyectos y programas “que reduzcan al mínimo el período de detención”, o que plantee “un tratamiento penal alternativo fuera de la cárcel” para determinada personas, como aquellas que padecen adicciones.

Asimismo, el documento episcopal exige sostener al personal penitenciario: “Solo una persona consciente y reconocida por el valor y la dignidad de su trabajo puede transmitir a otro esa condición y respetarla”.

Al concluir el mensaje, la CEA invita a toda la comunidad cristiana a estar cerca de las familias de los detenidos, “saliendo al encuentro de sus necesidades y ‘contagiándoles’ la alegría de la Fe”.

NICOLÁS MIRABET. BUENOS AIRES

Compartir