Cambio de paso en la Semana Santa

lcalde de Cádiz, José María González “Kichi”

La nueva política no preside las procesiones, pero evita eliminar las partidas de la fiesta que solo en Andalucía deja 1.000 millones

alcalde de Cádiz, José María González “Kichi”

El alcalde de Cádiz, José María González “Kichi”

R. CRUZ | La fuerza de la Semana Santa es medible. Las grandes plazas, como Sevilla y Málaga, registraron un 88% y un 90% de ocupación hotelera durante las fiestas, según los touroperadores. La devoción religiosa en Andalucía es un atractivo turístico destacado. De hecho, el pasado año, la tradición cristiana generó 1.000 millones de euros solo en el sur del país. Una cantidad que, pese al laicismo imperante de las “fuerzas del cambio”, se niegan a dejar escapar.

En muchos ayuntamientos, la amenaza de sacar la tijera se ha quedado en palabras. Un ejemplo es Cádiz, donde el nuevo alcalde, José María González “Kichi”, mantuvo la subvención de 124.000 euros pese a que nada más tomar posesión dijo que iba a reducir al máximo el montante asignado el año anterior. El representante de Podemos fue protagonista en Semana Santa porque procesionó tras el Nazareno para acompañar a su madre, pero no encabezó la procesión ni ninguna otra como sus antecesores.

Por otro lado, en Valencia, Joan Ribó, que no tenía en su agenda asistir a ningún acto, reculó y presenció desde un balcón el último paso de las fiestas. Así, mantuvo la misma cantidad de subvención que en años anteriores: 150.000 euros. En Ferrol, sin embargo, cuya fiesta está catalogada como Bien de Interés Internacional, el alcalde amenazó con eliminar la subvención antes de ser investido. Finalmente, ha aportado una cantidad de 35.000 euros, 40.000 menos que el año anterior, pese a que la tradición deja 30 millones en la ciudad.

Una de las polémicas de las fiestas tuvo lugar en Hospitalet, donde se pudo celebrar la procesión en la que desfilan miembros de la Hermandad de Antiguos Caballeros Legionarios de Barcelona pese a la prohibición del Ayuntamiento, ya que han transformado la iniciativa en una manifestación. Por su parte, en Huesca, el Consistorio prohibió a los concejales la asistencia a misas y procesiones.

En el nº 2.982 de Vida Nueva

 

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