ARGENTINA: Entrenamiento del alma

Brochero, impulsor de los ejercicios espirituales ignacianos

“Este es el gran milagro de Brochero”, afirma el vicepostulador de la causa de canonización del Cura Gaucho. El jesuita Julio Merediz no se refiere al milagro que benefició a Nicolás Flores ni al que obró en favor de Camila Brusotti: habla del gran legado espiritual del todavía beato y próximo santo, los ejercicios espirituales ignacianos.

ARG-bochero (2)“Un joven Brochero hizo en Córdoba la experiencia de los ejercicios con algún jesuita y quedó muy impresionado. Cuando en 1869 es enviado como párroco a Traslasierra se le ocurre implementar esta metodología para atraer al pueblo disperso de las sierras, cuyos habitantes tenían muy pocos conocimientos y recursos. Y ese fue su gran acierto: hasta entonces los ejercicios requerían formación previa. Pero él consideró que para este tipo de encuentro no era prioritaria una formación erudita, sino que era para todo hombre, y creyó que esta metodología iba a andar. Así que popularizó los ejercicios”, repasa el sacerdote los orígenes del “amor a primera vista” entre José Gabriel del Rosario Brochero y los ejercicios que impulsó de manera incansable hasta su muerte.

Como jesuita que es, Merediz considera que los ejercicios ignacianos son parte esencial de su experiencia de vida. Y se convirtió en un especialista de esta faceta del Cura Gaucho: desde fines de los 80, el párroco de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, en la diócesis de San Miguel (Buenos Aires), viaja varias veces por año a predicar los ejercicios en la histórica casa cuya piedra fundamental puso el beato hace 141 años, en la actual Villa Cura Brochero.

De las mulas a la construcción

“Durante sus primeros años en la zona, Brochero llevaba a su gente a la ciudad de Córdoba para participar de retiros de ocho días, pero que terminaban siendo 15 días, porque había que cruzar las Sierras Grandes, en invierno… eran tandas de 200 ó 300 personas, con un gran movimiento de animales, porque cada ejercitante debía llevar dos mulos o caballos aptos para las sierras”, describe el vicepostulador de la causa.

Unos años después, sus mismos feligreses le sugirieron a Brochero construir una casa de ejercicios en el pueblo –por entonces, Villa del Tránsito–, de manera que no solo pudiera ser evitada la compleja logística del cruce de las sierras, sino que mucha más gente estuviera en condiciones de realizar la experiencia.

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“Era una casa precaria, muy austera pero muy firme, levantada en 1875 y que, reformas mediantes, aún al día de hoy se mantiene en pie, siempre abierta y albergando los ejercicios”, relata Merediz acerca del edificio que fue declarado Monumento Histórico Nacional.

Según el jesuita –quien en su formación tuvo como compañero de estudios a Jorge Bergoglio, décadas antes de que éste deviniera en papa Francisco–, existe un “modo brocheriano” de predicar los tradicionales ejercicios. “Tiene que ver con democratizar, con adaptar el lenguaje al público que uno tiene. En época de Brochero, él lo adaptaba a un estilo criollo, al gauchaje. Ahora, al ser un público tan diverso, ese modo consiste en adaptarse, compenetrarse y sobre todo dar tiempo, no dar por supuesto nada, comenzar de cero. Existe una gran mezcla de edades y de condiciones sociales; entre los ejercitantes puede haber un médico, un ‘chango’, un senador, un serrano. El modo brocheriano implica saber captar a todos estos corazonesque van a buscar a Jesús movidos por Brochero”.

 

Ejercicios para todos

Merediz destaca también el “efecto Brochero” en la capacidad de convocatoria que tienen los ejercicios que se realizan en Traslasierra, una herencia que remite a los tiempos del Cura Gaucho y cuyos alcances llegan hasta nuestros días.

“Los ejercitantes llegan de todas partes. De San Juan, de La Pampa, de Buenos Aires, de Santa Fe, de otros lugares de Córdoba… ¿Qué los atrae? Es la figura del padre Brochero. Conozco otras muchas casas de ejercicios, y generalmente los participantes son grupos a los que algo previamente los aglutina, una parroquia, un colegio, etc. En cambio en Villa Cura Brochero, son personas que no se conocen entre ellos. Hay algunos que llevan 50 años haciendo los ejercicios, y otros que van y hacía 40 que no pisaban una Iglesia, incluso ha habido judíos”, sostiene el jesuita.

En la casa de ejercicios, administrada por las Esclavas del Corazón de Jesús, “hay algo muy especial”, en comparación con otrasmás lujosas o confortables, afirma Merediz. “La de Traslasierra no es ningún chiche, pero fue construida por Brochero y esa es la diferencia: la presencia de un santo allí hace que, pese a ser un lugar austero y la comida que se ofrece sea simple, la gente se transforme por su presencia”.

Lejos de ofrecer un producto light, el Cura Brochero insistía una y otra vez, ante todo, a aquel que se le cruzara, acerca de los efectos benéficos de los ejercicios. “Brochero iba a lo ‘sólido’, pero con mucha apertura. No le preguntaba a nadie: ‘¿Vos te confesaste?’ ‘¿Estás casado?’. Al contrario: ‘¿Sos un malandra? (un malhechor), vení a los ejercicios’”.

Hoy, la metodología sigue siendo la misma; no se le pregunta nada a nadie. “Una vez fue una chica que no estaba bautizada. Nadie te pregunta nada, y ahí vemos lo que pasa. Eesa es la actitud de Brochero, porque no tenía prejuicios. Muchos de los problemas que tenemos hoy en la Iglesia tienen que ver con los prejuicios. La vida cristiana es un camino. Hay que decir: ‘Gracias que viniste, que estás acá’. Una actitud de acogida, lo otro espanta”, asegura Merediz.

Brochero, en contraposición a una actitud moralista, convoca.

MARCELO ANDROETTO. BUENOS AIRES

 


En las huellas de san Ignacio

“Los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola son una secuencia ordenada de meditaciones y contemplaciones –ejercicios– que surgen de la profunda experiencia espiritual que Ignacio vive a partir de su conversión, con el fin de ayudar al que se ejercita en ellos a descubrir cuál es la voluntad de Dios para su vida”. Así describe ejerciciosive.org a uno de los principales legados del fundador de la Compañía de Jesús.

“Como hay ejercicios del cuerpo, también hay ejercicios espirituales. Orar, contemplar, meditar la Palabra de Dios ayuda a quitar los afectos desordenados y a encontrar la voluntad de Dios, lo cual es la esencia y el alma de la experiencia de vida de un jesuita”, explica el jesuita Merediz.

Basados en el Cuaderno de Notas de San Ignacio, originalmente los ejercicios duraban un mes, pero en la actualidad hay adaptaciones que van desde una semana hasta tres días.

 

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