Rezandovoy, 5 años acercándose a Dios con los cascos puestos

Creada por los jesuitas para orar a través de internet y del teléfono móvil, supera las 350.000 descargas diarias

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Una voluntaria del equipo de Rezandovoy en tareas de locución, edición y promoción

‘Rezandovoy’, 5 años acercándose a Dios con los cascos puestos [extracto]

JOSÉ BELTRÁN | Me subo en el Cercanías. Más vacío de lo habitual para estas horas. Villaverde Bajo. Play. Suenan los primeros acordes en mi móvil. En ocasiones al piano. En otras al violín. Así arranca cada día la oración de Rezandovoy. Lectura del día y meditación. No más de quince minutos. Miro alrededor. Plagado de auriculares. Me pregunto si alguien en el vagón sintonizará conmigo. O mejor, con Él. Las cifras hablan de 350.000 descargas al día. Suena en los medios de transporte de camino de vuelta del trabajo o del lugar de estudio. En un paso de peatones. En un salón. En un despacho. En la habitación de un hospital.

El 9 de marzo de 2011 los jesuitas colgaban su primera oración online para ser escuchada. Proyecto pionero en castellano, siguiendo un modelo anglosajón. “Sabíamos que podía convertirse en una iniciativa global, pero nunca fuimos conscientes del impacto y la envergadura que ha alcanzado un proyecto local como este”, explica el jesuita José María Rodríguez Olaizola, coordinador de Rezandovoy.

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La iglesia del Corazón de Jesús en Valladolid acogió la celebración del V aniversario de Rezandovoy

En la cocina de Rezandovoy a las afueras de Valladolid hay menos jaleo de lo que uno se imagina. Una minuciosa planificación permite grabar los audios hasta con seis meses de antelación. “Mi pesadilla es que llegue un lunes y no tengamos una oración para subir a la red. De momento, no ha pasado…”, deja caer Felix Cuadrado, del equipo informático, mientras muestra los entresijos de la nube espiritual en la que se mueven.

Para no quedarse “colgados”, cuentan con 60 redactores para dar forma a las reflexiones. Si sumamos todas las palabras escritas llegan a 930.000, o lo que es lo mismo, dos Quijotes. Hasta 45 locutores –diez de ellos niños– dan voz en 250 sesiones que suman más de 500 horas a esta meditación a golpe de aplicación móvil. Junto a ellos, más de 70 artistas han cedido sus canciones para esta oración virtual. Precisamente, cuando el pasado otoño decidieron remodelar la web y apostar por la App, sus seguidores se han duplicado. Hasta hoy, donde ocho de cada diez usuarios llegan a través de la aplicación.

“Hemos abierto una sección para niños y otra centrada en oraciones especiales para responder a momento concretos. Así, de un día para otro, quisimos elaborar una propuesta de oración para un momento político difícil. Ahora estamos preparando una serie de doce oraciones para la Jornada Mundial de la Juventud de Polonia”, detalla Olaizola. Desde un principio la Compañía de Jesús asumió los gastos de puesta en marcha y gestión de esta plataforma gratuita que sacan adelante un centenar de voluntarios, aunque también cuentan con 570 donantes.

El reto de las descargas

“Cada uno escribe a su manera, aunque tenemos líneas comunes. Cada vez que me pongo a elaborar un texto lo miro desde cómo puedo ayudar con mis palabras a gente concreta: mis alumnos, mi familia… Cuando lo termino, lo leo en voz alta, imaginándome cómo sonará en la voz del locutor”, explica Miguel Poza, profesor de Secundaria de física y matemáticas del vallisoletano colegio San José. “En alguna ocasión alguien me ha recomendado encarecidamente alguna oración que precisamente había escrito yo. Al principio te hace gracia, pero la volví a escuchar y aquel audio fue mucho más allá de lo que yo quería expresar cuando lo escribí”, relata.

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En Rezandovoy hay hasta 45 locutores, diez de ellos niños

Precisamente a su lado se encuentra Marta de Andrés, que ha dado voz a alguna de sus reflexiones. “Siento que es una responsabilidad desde un acto muy sencillo: leer”. Marta estudia Medicina y, con el MIR a la vuelta de la esquina, reconoce que participar en Rezandovoy “me ha ayudado a ver cómo con una iniciativa así puedes llegar a gente tan diferente dentro de nuestra Iglesia”. Lo cierto es que su difusión llega a 150 países. Seis de cada diez llegan de América Latina –principalmente de Estados Unidos y México– y el 23%, de España. ¿El reto? Llegar al medio millón de descargas diarias.

Este salto digital se trasladó en celebración el sábado 5 de marzo, cuando la Oficina Digital de los Jesuitas convocó a todos sus voluntarios y oyentes a un encuentro en Valladolid. Un jornada para compartir. Para orar en la Iglesia del Corazón de Jesús. Al ritmo de Ain Karem, Luis Guitarra, Emilia Arija, Maite López, Ruah… Y con el estilo de esta fórmula para acercarse a Dios en lo cotidiano y desde lo cotidiano.

“No he compuesto nada expresamente para Rezandovoy, pero sí he descubierto que cuando mis canciones suenan en este contexto, se utilizan de una manera más profunda. Todavía me sorprende cuando alguien me escribe en Facebook o Twitter para darme las gracias porque ha rezado con un tema mío”, comenta Cristóbal Fones, jesuita chileno que ejerce de misionero en un archipiélago donde apenas llega una lancha un par de veces por semana, pero sí la conexión por wifi.

“En la isla de Talcán, la coordinadora de la comunidad utiliza Rezandovoy porque es la principal herramienta para llegar a sus gentes de forma directa”, cuenta orgulloso el cantautor, que muestra su sorpresa “porque haya jóvenes que, en plena era de la interactividad permanente, escojan uno de esos medios de comunicación para detenerse durante doce minutos para dejar de consumir estímulos”.

Lo virtual como real

MAITE LÓPEZ (CANTAUTORA) | Participar en el quinto aniversario de Rezandovoy me ha regalado uno de los momentos más intensos de mi reciente trayectoria como cantautora pero sobre todo, a nivel personal y como mujer creyente. No fue por la visibilidad o la belleza del concierto que ofrecimos varios artistas de música cristiana. Tampoco por el número de gente que participó en las celebraciones o siguieron el evento por la red.

Lo fue porque pude poner rostro a la labor de tantos colaboradores que pasan desapercibidos; comprobar la generosidad y el entusiasmo que ponen en cada una de sus tareas; verificar que el tiempo y el espacio, en ocasiones, no son límites sino simples condicionantes para vivir una comunión auténtica. Y lo más importante: ese “sentir y gustar” ignaciano que hace más fuertes las raíces y más profundas las convicciones.

¿Quién dijo que lo virtual no era real? No hay duda de que Rezandovoy es una comunidad consolidada y universal, profundamente arraigada en la fe, con una misión apostólica de primera línea y eficaz donde las haya. Este cumpleaños (preparado con esmero y mimo) nos ha dejado ascuas encendidas que, a modo de motor, seguirán impulsando nuestro quehacer, nuestra ilusión y nuestra entrega.

En el nº 2.980 de Vida Nueva

 

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