Iglesia y homosexuales: respuestas a una nueva realidad

Juan Carlos Alameda, párroco de Tejina, Tenerife, en la pila bautismal con una concha con la que vierte agua. Foto Dèsirée Martín para VN

¿Es la hora de permitir a los gais el acceso normalizado a los sacramentos?

Juan Carlos Alameda, párroco de Tejina, Tenerife, en la pila bautismal con una concha con la que vierte agua. Foto Dèsirée Martín para VN

Juan Carlos Alameda, párroco de Tejina (Tenerife), en la pila bautismal

RUBÉN CRUZ | ¿Hasta dónde pueden participar los homosexuales en la vida de la Iglesia? A pocos días de la publicarse la exhortación postsinodal sobre la familia, dos madres han bautizado a su hija en Tejina (Tenerife). En la partida de bautismo, dos nombres: el de la madre y… el de la otra madre. No es el único caso que se ha dado en la diócesis en los últimos doce meses. Cuentan hasta siete. Y tampoco es el primero que se produce en España, pero sí uno de los pocos que salta a los medios. Ya lo dijo el Papa en el avión de regreso de la JMJ de Brasil en 2013: “Si una persona es gay y busca a Dios… ¿quién soy yo para juzgarla?”. Acoger y acompañar son las premisas de Francisco, pero la doctrina se mantiene. ¿Es la hora de permitir el acceso normalizado a los sacramentos de personas homosexuales?

Sobre el terreno, sacerdotes como Juan Carlos Alameda, párroco de San Bartolomé, en Tejina (Tenerife), intentan dar respuestas a la realidad a la que se enfrentan en su día a día como pastores. Yésica y Zerezade se acercaron a la parroquia de su pueblo a mediados de febrero para bautizar a su pequeña Lucía. Lo hacían con miedo, pues pensaban que les tocaría ir de parroquia en parroquia pidiendo que bautizaran a su hija. “Como Jesucristo, las miré a los ojos e intenté dar respuesta a lo que me pedían”, explica el sacerdote.

El deseo de las jóvenes no encontró obstáculos, porque “en ningún versículo de la Biblia Jesucristo le pregunta a la gente con quién se acuesta. Y el bautismo no se puede negar. Mi labor como pastor es acoger a las personas, y a ellas las escuché como escucho a todo el que entra en mi despacho”, indica a Vida Nueva.

“La celebración fue como cualquier otra. Cambié padre por madre y ya está. He encontrado el apoyo del pueblo y del obispado, con eso es suficiente”, contesta al ser preguntado sobre cómo ha recibido las críticas. Porque, como era de esperar, las ha habido. Incluso de otros sacerdotes de la diócesis. La pasada semana, varios feligreses escucharon una homilía dedicada casi íntegramente a condenar los denominados bautizos “irregulares”. “Opiniones personales a pie de ambón”, dijo un asistente.

Juan Carlos acudió al obispado. Allí no encontró oposición alguna; tampoco iba para pedir permiso, sino para informarse sobre cómo rellenar la partida de bautismo. Hace más de año y medio se envió un escrito a la Conferencia Episcopal Española para saber cómo proceder ante estos casos, que van en aumento. Aún no se ha dado una respuesta oficial.

¿Ha llegado el momento de que todos los pastores respondan a la realidad? “Hay que atender a las personas”. Es la sentencia del párroco de Tejina. “¿Cómo podemos anunciar el Evangelio si nos oponemos a impartir el sacramento a los hijos de personas homosexuales?”, se pregunta. “¿Se debe adaptar la mano al guante o el guante a la mano?”, continúa.

Obispo de Osma-Soria: “La Iglesia no etiqueta a nadie”

A falta de que se promulgue una normativa con carácter general a nivel de la Iglesia universal o de Episcopado, la diócesis de Osma-Soria publicó una guía el pasado mes de febrero con orientaciones jurídicas y pastorales sobre cómo impartir el bautismo a los hijos adoptados o biológicos de parejas homosexuales. En este sentido, el obispo diocesano, Gerardo Melgar, explica a este semanario que “la Iglesia no etiqueta a nadie”.

De la exhortación postsinodal espera que el Papa “la ofrezca llena de misericordia para las situaciones de irregularidad canónica y, particularmente, para las parejas homosexuales, no olvidando nunca que la Iglesia tiene que proponer e invitar, no imponer ni expulsar”. No obstante, recuerda que la doctrina al respecto es clara: “Hay homosexuales que tienen óptimos principios morales, creen en Dios, aman al prójimo, no mantienen relaciones sexuales de carácter homosexual, tratan de vivir santamente y se ponen al servicio de Dios y de los demás. Son personas que se acercan a la Eucaristía cotidianamente sin mayores problemas. No existe ninguna ley en la Iglesia que niegue la Eucaristía a quien es homosexual. La Iglesia distingue entre inclinación homosexual y práctica homosexual. Y afirma que la inclinación es un desorden, pero no un pecado. La práctica homosexual sí es un pecado grave. Si quien ha cometido tal pecado se arrepiente y confiesa, no hay razón alguna para negarle la comunión. Sin embargo, no se puede dar la absolución, ni consecuentemente la comunión, a una pareja homosexual que convive teniendo relaciones sexuales”.

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