Shahan Sarkissian: “A los sirios no nos va a caer la paz en paracaídas”

Entrevista con el arzobispo armenio de Alepo (Siria)

Shahan Sarkissian, arzobispo armenio de Alepo

DARÍO MENOR (ROMA) | Desde Roma, donde ha participado en una Jornada de Oración por la Paz en Siria convocada por Sant’Egidio, Shahan Sarkissian, arzobispo armenio de Alepo, tiene cierta esperanza de que la frágil tregua acordada durante las negociaciones de las últimas semanas en Ginebra entre una parte de los grupos enfrentados en su país pueda ser el principio del fin a cinco años de guerra.

“La gente se está cansando de combatir –asegura en conversación con Vida Nueva–. Están exhaustos”. Pide a las potencias internacionales que, en lugar de interferir en el conflicto, usen todo su poder para obligar a las distintas partes a que se sienten a negociar de forma definitiva: “Los sirios debemos encontrar la paz por nosotros mismos. No es algo que nos van a enviar en paracaídas desde fuera. Debemos participar en la reconstrucción del país a todos los niveles”.

Al trazar su propia hoja de ruta para la paz, insiste en que deben librarse “de las interferencias externas. Si se nos da la oportunidad de debatir juntos, creo que después de cinco años de guerra vamos a aceptar que el conflicto no es la solución”. Como cristiano (“lo primero que soy, antes que arzobispo, es creyente”), pide oraciones en favor de la paz en su país y en todo Oriente Medio, y relaciona la situación actual con anteriores matanzas: “Nosotros representamos la antigua tradición del cristianismo y estamos dando testimonio. Como armenios, experimentamos ya una tragedia en 1915, como reconoció el papa Francisco el año pasado”.

Sarkissian califica de “trágica” la situación actual que vive su país: “Alguien que llegue hoy a Alepo, viendo cómo está ahora, no puede imaginarse cómo era antes la ciudad, la segunda más poblada del país, tras la capital, Damasco. Ha cambiado completamente debido a los bombardeos y a los combates. Antes de la guerra, tenía cerca de cuatro millones de habitantes y había una buena convivencia entre las comunidades musulmana y cristiana. Siria era uno de los países más pacíficos en Oriente Medio, como decía la ONU. Créame cuando le digo que era un país seguro. Ahora no queda nada de aquella seguridad”.

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En el nº 2.979 de Vida Nueva

 

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