Audacia y profetismo: el marco de referencia para la Misión Compartida

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Un grupo de laicos claretianos en una actividad formativa de la Misión Compartida

DAVID LÓPEZ ROYO, coordinador de centros de la Fundación Juan Ciudad, de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios

La Misión Compartida desde la vida religiosa y los laicos supone un reto para el desarrollo de la propia misión de la Iglesia. Se puede afirmar que es un reto misionero. El decreto Ad gentes divinitus, del Concilio Vaticano II, es, sin dudarlo, una referente teórico para dar luz al camino entre religiosos y laicos a la hora de desarrollar el compromiso de compartir.

Ser audaces es situarnos en la perspectiva de que la misión de la Iglesia se cumple por la operación con la que, obediente al mandato de Cristo, y movida por la gracia y la caridad del Espíritu Santo, se hace presente en acto pleno a todos los hombres o pueblos para llevarlos, con el ejemplo de su vida y la predicación, con los sacramentos y los demás medios de gracia, a la fe, la libertad y la paz de Cristo, de suerte que se les descubra el camino, libre y seguro, para participar plenamente en el misterio de Cristo.

La audacia es un camino que hay que recorrer conjuntamente, religiosos y laicos. No pude tratarse de manera exclusiva de un objetivo para la vida religiosa. Cuando nos adentramos en la búsqueda de la innovación y del compromiso para hacer presente la misión que nos legó Jesús de Nazaret es preciso se audaces. Por tanto, no es posible hacerlo desde la exclusividad de la vida religiosa y desde pasividad de los laicos.

Desgraciadamente, exclusión y pasividad son dos términos que han primado entre unos y otros. Nos hemos olvidado que todos somos bautizados y, como tales, no podemos obviar ni delegar nuestra responsabilidad de hacer presente el Reino de Dios. Aceptar el reto de la Misión Compartida supone alejar a la vida religiosa de la tentación de que, por la falta de vocaciones, hay que dar paso a los laicos; al mismo tiempo que los laicos deben abandonar la idea de que son sustitutos de los religiosos. El reto, por ende, es doble.

Para avanzar en la Misión Compartida, además de ser audaces, hay que ser profetas. El profeta está llamado a anunciar con valentía que Dios está presente. Esto conlleva un compromiso de anuncio y de vida. Religiosos y laicos debemos ser profetas. Como parte de la Iglesia, estamos llamados a compartir la misión. Los profetas son enviados por Dios a anunciar que su Hijo ha resucitado. La Iglesia es enviada por Jesucristo como sacramento de la salvación ofrecida por Dios. Ella, a través de sus acciones evangelizadoras, colabora como instrumento de la gracia divina que actúa incesantemente más allá de toda posible supervisión.

Sin desconfianzas

La Misión Compartida nos sitúa ante la necesidad de hallar formulas de colaboración conjunta, en donde la desconfianza no es posible porque la visión profética de nuestra identidad cristiana nos anima a ser audaces en un mundo que precisa de inaugurar proyectos que hagan visible que somos Iglesia.

Un religioso nos decía hace unos días a un grupo de 70 laicos que queremos empezar un camino de Misión Compartida: “Al compartir con los Colaboradores que se sienten y viven su condición de miembros vivos de Cristo la preciosa misión de evangelizar a los enfermos y necesitados a través del carisma de la Hospitalidad, urge a cada uno a renovar su compromiso de cristiano comprometido y lo anima a que lo manifieste con gozo y sencillez, ante todo en el seno de su propia familia, para ser en ella animador de un estilo de vivir la hospitalidad, la solidaridad y la caridad cristiana” Es preciso ser audaces para experimentar que somos profetas de la Esperanza y de la Misericordia.

Por esta razón no podemos tener miedo a compartir la misión y a lograr que el carisma siga estando presente en nuestro mundo desde experiencias nuevas, porque ya el Concilio Vaticano II nos invitaba a ello: “Al manifestar a Cristo, la Iglesia revela con ello a los hombres la auténtica verdad de su condición y de su vocación entera, ya que Cristo es principio y modelo de esa humanidad renovada, a la que todos aspiran, llena de amor fraterno, de sinceridad y de espíritu de paz”.

Juntos somos más

  • El III Encuentro de laicos y religiosos en misión compartida se celebra el 5 de marzo en el Colegio Nuestra Señora del Recuerdo, en Madrid.
  • En esta edición, los participantes profundizarán en la formación “por su repercusión en la vida y en la eficacia apostólica de los que comparten misión”.
  • El encuentro se abrirá con los saludos del arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, y del presidente de CONFER, Luis Ángel de las Heras. Elías Royón, coordinador de la jornada, presentará los objetivos de la misma, que contará con una ponencia marco de Diego Molina y momentos para la reflexión conjunta.

En el nº 2.979 de Vida Nueva

 

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