La Iglesia belga registra de mil denuncias por abusos desde 2012

Ha abonado ya cuatro millones de euros en indemnizaciones

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De izquierda a derecha, Harpigny, Keirse y Bonny, durante la presentación del informe

J. L. CELADA | Bélgica registró en los últimos cuatro años –entre 2012 y 2015– un total de 1.046 denuncias por abusos sexuales cometidos presuntamente por miembros del clero. Así se pone de manifiesto en un nuevo informe de la Comisión interdiocesana para la protección de niños y jóvenes, que cifra en cuatro millones de euros las indemnizaciones abonadas a víctimas durante ese mismo período.

El estudio, dado a conocer el pasado 22 de febrero en Bruselas, detalla las iniciativas adoptadas por la Iglesia católica para dar curso a todos esos casos y reparar el daño causado, guiada por un único empeño: “Transformar la injusticia del pasado en derecho para el futuro”, según reconoció el presidente de dicho organismo, Manu Keirse.

Acompañado por los obispos Johan Bonny (Amberes) y Guy Harpigny (Tournai), el también profesor de Lovaina desglosó algunas cifras relativas a las citadas denuncias: 418 fueron presentadas en los once puntos de acogida habilitados por la Iglesia para atender a posibles víctimas de abusos, mientras que 628 lo hicieron a través del Centro de Arbitraje creado en 2010 a petición de una comisión especial del Parlamento y que fue cerrado el 31 de diciembre de 2012.

Otras estadísticas sobre el tema que también acaban de ver la luz confirman algunos de los datos recabados durante el último cuatrienio, como que el 80% de los hechos denunciados tuvieron lugar hace más de 30 años, que el 70% de las víctimas eran varones y que los abusadores eran fundamentalmente hombres (un 95%), de los cuales el 38% ya habría fallecido. Es de destacar, asimismo, la significativa disparidad Norte-Sur: el 80% de los casos se registraron en la región flamenca.

En cuanto a las medidas de reparación adoptadas, las más frecuentes han sido la solicitud de una conciliación entre la víctima y el máximo representante de la institución a la que pertenecía el abusador en el momento de los hechos (24% de los casos), la petición de encontrarse con el propio responsable de los abusos (16%) y acordar una entrevista como forma de reconocimiento (17%).

“Somos conscientes de que no se puede cambiar el pasado. Solo podemos tratar de ofrecer lo que más ha faltado en el pasado: humanidad y solidaridad”, concluyó Keirse.

En el nº 2.978 de Vida Nueva

 

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