30º aniversario del Encuentro Nacional Eclesial: una luz para despertar a Cuba

Laicos de las once diócesis elaboran en El Cobre su propio Decálogo

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El obispo Emilio Aranguren, convocante del encuentro

ARACELI CANTERO GUIBERT (EL COBRE, SANTIAGO DE CUBA) | Al cumplirse 30 años del Encuentro Nacional Eclesial Cubano (ENEC), que lanzó a los católicos de la Isla a la misión en 1986 después de 27 años de gobierno marxista y ateo, representantes de las once diócesis del país se han reunido junto a la patrona de Cuba para examinar los retos que enfrentan hoy, soñar un futuro mejor y comprometerse a vivir su vocación laical en medio del mundo. Del 17 al 21 de febrero, un centenar de laicos de distintas generaciones han vivido un proceso de construcción colectiva para llegar a consensuar lo que han llamado un Decálogo para el laico católico en la Cuba de hoy.

Durante las jornadas en la Casa de Acogida y Retiros de El Cobre, los participantes han trabajado sobre cinco categorías sociales: economía-trabajo, política ciudadana, aspectos socioculturales, ambientales y familia-educación. Y cinco categorías de Iglesia: primer anuncio, vida comunitaria, acción caritativa-promocional, presencia de la Iglesia en la sociedad y realidad pastoral.

“Mirar a la realidad con sus luces y sombras, para construir nuestro sueño, es un paso fundamental, porque si no se sueña no se vive”, señaló Julián Rigau Bacallao, que atiende la Pastoral de la Familia Campesina con un proyecto nacional de la Conferencia de Obispos. Le gusta pensar en el grano de mostaza, que “empieza por algo pequeño y acaba albergando a la aves”. Él forma parte del grupo de trabajadores cristianos, y considera esperanzadora esta cita, que quiere recuperar la organización del laicado cubano “para ser luz, porque si no se compromete el laicado faltará esa luz en Cuba”.

El encuentro fue convocado por la Comisión Nacional de Laicos del Episcopado, presidida por el obispo de Holguín, Emilio Aranguren Echeverría, con el joven Bernardo Romero como secretario ejecutivo. Aunque estas reuniones –conocidas como interdiocesanas de laicos– se habían interrumpido en los años 90, Aranguren piensa que, al volverse a crear estructuras eclesiales después del ENEC, muchos laicos pasaron a ocupar puestos intraeclesiales.

Además de un intenso trabajo individual y en grupos, los delegados peregrinaron al vecino Santuario de la Virgen de la Caridad y cruzaron la Puerta Santa. Viajaron en los típicos camiones cubiertos con una lona hacia Santiago de Cuba para un recorrido por la historia: el mausoleo de José Martí, apóstol de la independencia cubana, y orar ante los restos del arzobispo de Santiago de Cuba, Pedro Meurice Estiú.

En la ‘catedral del Ron’

Como ejemplo de realización de un sueño, visitaron la Nave Don Pancho, ‘catedral del Ron Cubano’. José Pablo Navarro Campa, primer maestro del Ron y delegado del ENEC en 1986, recordó las palabras del cardenal Eduardo Pironio, enviado del Papa, “que nos hablaba de transparencia en el vivir, en el actuar, en el trabajo, en la familia y en el barrio. Uno tiene que actuar de manera tal que transparente la figura de Jesús”. Dirigiéndose a una nueva generación de católicos, les dijo: “Laicos, en el corazón del mundo; laicos, no abandonen el mundo; laicos, comprométanse cueste lo que cueste…”.

Al finalizar el trabajo, en la puerta del Santuario Nacional leyeron un mensaje al Pueblo de Dios y presentaron ofrendas de cada diócesis a la Virgen. Sobre la tierra traída de toda Cuba plantaron un árbol frutal, símbolo de “nuestro compromiso con la germinación de una nueva primavera para nuestra Iglesia y para nuestra patria”.

En el nº 2.978 de Vida Nueva

 

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