El Papa reparte caricias en el suburbio de Ecatepec y en un hospital pediátrico de la capital

Durante su visita al hospital infantil “Federico Gómez”, el Papa aseguró que el cariño puede ayudar tanto como las medicinas
ANTONIO PELAYO, enviado especial, CIUDAD DE MÉXICO | Una de las paradojas de México es cómo siendo este un país cuya población se declara católica en un 90%. sea al mismo tiempo terreno tan fértil para toda suerte de violencias y crueldades, asesinatos, secuestros y crónica negra. La jornada del domingo 14 de febrero ha demostrado cómo esta contradicción no lo es tanto en tierras mexicanas o forma parte de su quintaesencia.
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El suburbio de Ecatepec es descrito en todos los medios de información como la ciudad depositaria de ciertos récords macabros: violencia de género, feminicidios, raptos de menores de edad, prostitución de menores, narcotráfico a todas las escalas, corrupción de los agentes del orden, etc. (por cierto, su anterior gobernador fue, hasta el 2011, el actual presidente, Enrique Peña Prieto).
Pues bien, la Eucaristía que Francisco ha celebrado por la mañana en el campus del Centro de Estudios Superiores de Ecatepec ha sido seguida por una multitud no solo enorme, sino ordenada, popularmente devota, entusiasmada por ver y aplaudir al Sucesor de Pedro. Sería curioso saber si entre los asistentes se encontraban algunos de los malhechores y sus cómplices. Dios juzgará.
La jornada finalizó de nuevo en Ciudad de México (Bergoglio no cambiará de cama durante su estancia en el país). La visita a un hospital pediátrico se resume, en mi opinión, en un neologismo inventado por el Santo Padre: la ‘cariñoterapia’, porque una caricia puede ser una ayuda tan eficaz o más que una medicina. Los enfermos, de todas las edades, lo necesitan.