La dirección del colegio donde estudiaba el menor que se suicidó pide investigar el contexto familiar

“Todos somos culpables”, dicen los mercedarios descalzos

JOSÉ LORENZO | “Estamos abiertos a la investigación, caiga quien caiga”. La afirmación, categórica, parte desde la orden de los mercedarios descalzos, titular del colegio madrileño en el que estaba matriculado Diego González, el niño de 11 años que el pasado 14 de octubre se suicidó tras dejar una carta a sus padres en la que decía “no aguanto ir al colegio y no hay otra manera para no ir”.

Lo que en un principio se pensó que era un caso de acoso escolar cuya causa judicial se cerró al no poder determinarse que hubiese habido “intermediación de terceros en la muerte del pequeño”, se acaba de reabrir tras declarar un testigo en el juzgado que los problemas de Diego eran consecuencia de abusos sexuales entre menores en dependencias del colegio, incluso con la participación de un docente, según diversas fuentes periodísticas. Los padres del niño, por su parte, habían presentado ya un recurso para reabrir el caso.

No se detectó nada

Al igual que cuando saltó la noticia, los mercedarios descalzos niegan rotundamente haber tenido el más mínimo conocimiento de que el pequeño estuviese viviendo algún tipo de conflicto o abuso, ni que la familia se lo hubiese hecho saber. Por eso, fuentes de la orden consultadas por Vida Nueva aseguran que “lo que queremos es que se investigue toda la vida de Diego. Él estaba en el colegio cinco horas al día. Puede que en el colegio hayamos fallado porque no hayamos detectado esa situación del alumno, pero no solo nosotros. A lo mejor todos somos culpables. Hay un contexto familiar que está ahí. Que se reabra el caso y se llegue a donde se tenga que llegar”.

Las mismas fuentes aseguran que en el colegio funciona un protocolo para prevenir estos casos, “pero en ningún momento hemos detectado nada”. Y recuerdan que Diego era “un alumno brillante” que tenía muy buena relación con la tutora, a la que el año pasado, al concluir Primaria, le escribió una carta (como hicieron también otros niños), “en donde le agradecía la atención que le había prestado y lo mucho que había aprendido con ella”.

En el colegio y en la congregacion viven con perplejidad una situación muy compleja que les ha puesto en el centro de las dianas. “Se están dando palos de ciego. Basta con que seamos un colegio religioso para que los palos nos vengan de todas partes”, sostienen.

En el nº 2.976 de Vida Nueva

 

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