La fe de nuestro pueblo

Ginés García Beltrán, obispo de Guadix-BazaGINÉS GARCÍA BELTRÁN | Obispo de Guadix-Baza

Al llegar Cuaresma, y teniendo ya cercana la Semana Santa, irrumpen con fuerza y evidencia en nuestras parroquias, pueblos y ciudades las hermandades y cofradías. Esto, de una u otra manera, ocurre en casi todos los lugares de nuestra geografía.

La religiosidad popular, o la piedad popular como prefieren llamarla algunos, es una expresión destacada de la fe de nuestro pueblo, es una realidad rica, que no carece de dificultades, pero no son menos las posibilidades evangelizadoras que tiene. De hecho, en los lugares donde por determinadas opciones pastorales han prescindido de estas manifestaciones, se ha resentido la fe de la gente más sencilla.

La gente sencilla tiene un sentido religioso profundo. Nuestro pueblo, al menos hasta ahora, tiene raíces de fe evidentes. Y lo expresa a su manera, basado en una vivencia que se prolonga a lo largo de los años y hasta de los siglos. Posiblemente no es la fe con la claridad y el compromiso que algunos quisiéramos, pero es una fe sincera.

La fe del pueblo necesita ser evangelizada. Estamos llamados a evangelizar el mundo de las hermandades y cofradías desde la cercanía y la comprensión, poniendo el acento en la formación y en la caridad. Muchas veces pasamos horas y horas reflexionando sobre cómo llegar a los alejados. Pues aquí los tenemos. En el ámbito de la piedad popular están desde católicos con gran compromiso en la vida de la Iglesia hasta aquellos a los que los une con Dios un hilo muy fino y frágil, incluso algunos que no creen. Es también vocación de la piedad popular ser atrio de los gentiles.

El papa Francisco, en la exhortación apostólica Evangelii Gaudium, define la piedad popular como “verdadera expresión de la acción misionera espontánea del Pueblo de Dios” (n. 122).

En el nº 2.975 de Vida Nueva

Compartir