Antonio Praena: las rimas heterodoxas de un dominico

Antonio Praena, dominico y poeta

Con una voz que se mueve en un mundo fronterizo, el poeta ha conseguido un amplio reconocimiento también fuera del ámbito eclesial

Antonio Praena, dominico y poeta

Antonio Praena: las rimas heterodoxas de un dominico [extracto]

JUAN CARLOS RODRÍGUEZ | He aquí un poeta, un intelectual, un sacerdote, un dominico al que hay que leer, que escuchar. “Se me puede llamar intelectual o como se quiera –afirma a Vida Nueva–. Yo me veo como una llamada a estar en el diálogo fe y cultura, como en un lugar intermedio entre la teología, que es un poco a lo que yo me dedico más académicamente, y la creación literaria. Sí, me veo en ese terreno intermedio, que es un terreno muy desecado, muy abandonado. La fe, el mundo de la fe cristiana, parece que ha tirado por un sitio y la creación ha caminado por otro. Cuando la Iglesia muchas veces ha sido un semillero de creación artística en todos los ámbitos, ahora está completamente en otra órbita”.

Antonio Praena Segura (Purullena, Granada, 1973) es profesor en la Facultad de Teología de Valencia y una voz dentro de la Iglesia que ha conseguido un eco inusitado con sus versos fuera de ella: ha publicado los poemarios Humo verde, Poemas para mi hermana, Actos de amor (Premio José Hierro, 2011) y Yo he querido ser grúa muchas veces (Premio Tiflos, 2013).

“A veces es muy duro estar en este terrero –admite– de creadores y escritores que tienen no solo una visión negativa de la Iglesia, sino anticlerical, beligerante hacia lo religioso. Estar ahí en medio, en ese terreno de nadie, significa en muchas ocasiones ser incomprendido, pero a la larga creo que acaba dando frutos muy interesantes”.

En esos ambientes de la creación poética en los que se mueve Praena, la separación entre Iglesia y mundo cultural es abismal. “Primero, porque ideológicamente la Iglesia da la imagen de estar más vigilante en la ortodoxia moral y ha virado mucho hacia dentro. Y el mundo creativo es más anárquico, los creadores aceptan pocas directrices morales y no les interesa esta Iglesia. Luego está el lenguaje, que en la Iglesia a veces ha carecido de frescura, de imágenes nuevas interesantes desde el punto de vista creativo”.

Y propugna un acercamiento: “La mejor manera es adoptar una postura de no proselitismo, ni clerical. Hay que dejar que el Evangelio hable con tu forma de estar, con tu forma de ser”. Y matiza: “A veces me siento verdaderamente dominico cuando estoy en ese terreno. En un local alternativo, leyendo un poema, con un contenido religioso. Ahí me puedo sincerar y siento mi vocación de una manera profunda en esos márgenes. En ese camino alejado y que algunos dirían que peligroso”.Antonio Praena, dominico y poeta

Reedita ‘Actos de amor’, su poemario más íntimo

Actos de amor es el libro al que le tiene más afecto. “Tardó cinco años en escribirse y recoge la experiencia del amor desde las diferentes categorías que tenían los griegos y a las que, de otro modo, también se refirió Benedicto XVI en Dios es amor: amor carnal, de amistad, familiar y divino. Recoge una etapa de mi vida tan dolorosa como finalmente luminosa”.

Una editorial humilde, Raspabook, lo recupera ahora íntegro, pues está agotado. “Saldrá a la luz en abril, con prólogo de Luis Antonio de Villena”, dice Praena. “El que la obra sea atractiva –añade– hace que los demás pierdan el recelo hacia ti, que se caiga ese escudo defensivo hacia lo que pueda parecer cristiano. Creo que es la manera. Si Dios está en esa poesía es porque está presente en ti, y lo has dejado hablar a Él”.

La poesía de Praena seduce, como ha dicho el poeta Vicente Gallego –que le definió como “verdadero sacerdote por ser un hombre que ama y vive a pie de calle”–, porque cohabita en ella la tradición grecolatina, la estética cristiana renacentista y la cultura posmoderna. Es una voz única, distinta. “Habla de strippers virtuales y canta la belleza de los cuerpos, mientras que vuelve en taxi al hotel tras una noche de juerga y de pecado”, como escribió Gallego, para quien su poesía “es una gran noticia para la orden de los dominicos, que tanto honró la prosa viva, liberadora, del maestro Eckhard”.

Una vida que habla de Dios

Praena admite que escribe “con el riesgo de incurrir en la heterodoxia, porque a veces dejo hablar a la vida”, pero aclara: “Hay cosas que parten de experiencias mías y otras de compartir la vida con otras personas. En Actos de amor hay poemas donde lo que cuento lo he tomado de mis años de trabajo con enfermos del sida, y hay poemas de amor, de desamor, de resabios homoeróticos… El lector quiere saber a veces si lo que contiene el poema lo he vivido yo… pero yo lo que hago es dejar entrar en el poema lo que ocurre, la vida, y esa vida habla de Dios también”.

Y añade aún: “No he censurado ni puesto nunca obstáculos a que esos personajes o esas situaciones hablen, porque se trata también de dar voz a muchas cosas. Puedo escribir sobre una noche de juerga, y decir que he pecado, pero la literatura es siempre una ficción para decir una verdad mayor. Para hablar de la salvación hay que hablar también de eso… porque ocurre. Lo importante es que el lector logre identificarse”.

Luego está el silencio de los claustros, el clamor de la naturaleza y la hermosura vibrante de este mundo, o esos otros poemas en los que habla en primera persona sobre la Vida Consagrada, como “El joven fraile” (Humo verde, 2003), con versos que dicen:

“Y pensar que nadie desabrochará mi camisa
con manos de paloma,
ni hará caracoles en el vello de mi pecho
porque ya tengo un amor que es Todo y Nada…
Y saber que soy un guerrero
que reza como un almendro…”.

En Yo he querido ser grúa muchas veces (Visor, 2013) también emergen esos poemas directamente religiosos: “Sí, e incluso oraciones o poemas sobre la contemplación de cuadros de Fra Angelico, de La Anunciación, de forma muy directa. Elegías, por ejemplo, donde se habla simbólicamente sobre la consagración”.

Aunque admite: “Eso es casi casi sin buscarlo. Realmente si en tu experiencia está Dios, acaba hablando Dios. E incluso tú te vas retirando como sujeto poético, como autor, y el poema va llegando al lector con otra trascendencia. Me ha llamado mucho la atención que en reseñas o en ciertas críticas se refieren a mí como místico, pero no lo soy. Me da satisfacción, no obstante, que al final el lector acabe percibiendo algo místico, porque lo interesante es que vean que detrás sí está Dios”.

“No sé si fue antes el verso o la vocación”

Dios y poesía están tan arraigados en Antonio Praena que no sabe si fue antes el verso o la vocación como dominico, a punto de cumplir veinticinco años en la orden. “No sé cual es anterior –responde–. La poesía ha estado en mí siempre, aunque los premios hayan venido un poco tarde. Leo y releo una mano de la providencia que me ha querido llevar a este terrero. Que se ha valido de mi vocación dominicana para ponerme, sin que yo lo pretendiera o lo buscara, en este ámbito de la creación, un ámbito fronterizo, difícil, a veces escabroso, incomprendido”.

Y sigue afirmando con una sensata serenidad: “Mi vocación dominicana me ha dado, primero, libertad, y me ha dado una espiritualidad también fuerte para adentrarme en un terreno difícil. Mi vocación me ha dado una espiritualidad abierta, libre, flexible y también una profunda comprensión de la misericordia y de la compasión, sin la cual no podría entender, escuchar, empatizar con el corazón del hombre de nuestro tiempo, hasta el fondo. Sin esa vocación no habría llegado a meterme tan sin miedo en algunas profundidades, digamos, escabrosas, heterodoxas, para encontrar a Dios ahí también”.

En el nº 2.975 de Vida Nueva

 

LEA TAMBIÉN:

Compartir