Editorial

Misericordia encontradiza

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EDITORIAL VIDA NUEVA | Tras un par de meses de puesta a punto y concienciación, el Año de la Misericordia entra en su fase de pleno rendimiento. Con la Cuaresma. Vida Nueva quiere unirse ofreciendo a sus lectores una serie de Pliegos que abordarán cada mes el aquí y ahora de las obras espirituales.

De la misma manera, profundizamos en una figura inédita en este jubileo: los misioneros de la Misericordia. El Papa enviará el 10 de febrero a un millar de sacerdotes para ejercer de médicos de urgencia en el hospital de campaña en el que quiere convertir la Iglesia. En la bula les insta a ser “artífices ante todos en un encuentro cargado de humanidad, fuente de liberación, rico de responsabilidad, para superar los obstáculos y retomar la vida nueva del bautismo”. Para este particular proceso de selección de personal Francisco ha buscado un perfil nada desdeñable: “confesores accesibles, amables, compasivos y atentos especialmente a las difíciles situaciones de las personas particulares”. Algunos han respondido a la petición avalados por sus obispos. Otros han sido designados directamente por Francisco.

Las jornadas de puertas abiertas son intento fallido.
La encomienda pasa por salir
al encuentro en los caminos, como en Emaús.
Urge crear espacios de escucha y liberación
en bares, ambulatorios, redes sociales….

Vida Nueva ha querido conocer en primera persona cómo son los hombres que están llamados a abrazar a una sociedad que ha arrinconado la palabra misericordia del vocabulario, a anunciar a Jesús con mensajes directos y concretos a unos hombres y mujeres cuya atención se reduce a las imágenes de un Whatsapp, a los caracteres de un tuit, o a los recordatorios de un post-it que ejerce de memoria externa ante el olvido colectivo de las raíces del ser humano.

No es baladí que el Papa convoque a estos sacerdotes el Miércoles de Ceniza ante los restos del padre Pío, modelo de confesor incansable. Cuaresma es tiempo de reconciliación, de volver a la casa del Padre sin que este regreso suponga un ajuste de cuentas, sino una fiesta. Lamentablemente, los datos dicen que pocos retornan. Un discurso condenatorio, una visión catastrofista del mundo o la resistencia a lo institucional han hecho que unas jornadas de puertas abiertas resulten intento fallido. La encomienda de estos misioneros es aún mayor: salir a los caminos para hacerse el encontradizo, como en Emaús, ahora en los bares, en los rellanos, en los centros cívicos, en los ambulatorios, en las redes sociales…

Amén de la facultad de perdonar pecados que solo el Papa tiene autoridad, en la bula se hace hincapié en la urgencia de que propicien espacios de escucha y liberación. Esta última petición que implica a todo el Pueblo de Dios, primer artífice de hacerlo posible en calles y plazas sin avasallamiento, con un abrazo misionero, con una misericordia encontradiza.

En el nº 2.974 de Vida Nueva. Del 30 de enero al 5 de febrero de 2016

 

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