‘La juventud’: una bella oda a la ancianidad

'La juventud',  fotograma de la película

J. L. CELADA | La vulgaridad humana desenmascarada por la inmortalidad del arte. La fugacidad de la vida tomándose un respiro postrero. De la Ciudad Eterna a los Alpes. De La gran belleza a La juventud. Cambian el escenario y los personajes, pero permanecen las preocupaciones. También el cinismo y un modo muy personal de contar los hechos. Así es Paolo Sorrentino, creador de un universo que no entiende de convenciones narrativas, siempre dispuesto a disfrazar la profundidad de provocación, y con un manejo del tiempo y del espacio fílmicos solo al alcance de una mente libre como la suya.

Su nuevo trabajo nos traslada a un lujoso balneario suizo donde comparten tratamientos y confidencias los más diversos huéspedes: desde una miss universo a un monje budista, pasando por un escalador desnortado, un actor en horas bajas (Paul Dano) o una caricatura del mismísimo Maradona; sin olvidarnos, por supuesto, de dos viejos amigos (y consuegros) erigidos en absolutos protagonistas de la función. Tener la oportunidad de disfrutar de dos grandes de este oficio como Michael Caine y Harvey Keitel bien vale el precio de la entrada.

El primero encarna a un célebre director de orquesta ya retirado poco dado a la nostalgia; su colega, en cambio, afronta con ilusión juvenil su último proyecto, su testamento como cineasta. Aunque con diferencias, ambos intercambian inquietudes propias de la edad biológica (la frecuencia de micción, la inutilidad de ponerse en forma o el ímprobo esfuerzo con escasos resultados que supone recordar) y de su situación vital. Pinceladas biográficas que se miran y complementan, respectivamente, en el espejo de una hija (Rachel Weisz) y de una diva en el ocaso de su carrera (Jane Fonda).

De los encuentros y desencuentros entre unos y otros brotan sentimientos y palabras que nos hablan del pasado (tan alejado para los mayores) y del futuro (tan cercano para los jóvenes), de la hermosura y de la decadencia, de la ironía y de la amargura, de la frivolidad (¿una tentación o una perversión?), del matrimonio y de los hijos, del placer y del dolor, del horror y del deseo, de la lucidez como coraza contra el desconcierto, de la amistad como salvavidas de la soledad, de las emociones como únicas depositarias de la memoria…

Todo un arsenal dramático –no exento de chispazos de humor casi surrealista– que el realizador napolitano eleva a la máxima expresión con su habitual destreza para mezclar música y silencio, pausa y arrebato, sueños y realidad…, hasta componer una sinfonía visual y sonora capaz de conmover a una vaca. La juventud es –cruel paradoja– una bella oda a la ancianidad y una película para no perderse.

 

FICHA TÉCNICA

TÍTULO ORIGINAL: Youth.

DIRECCIÓN Y GUIÓN: Paolo Sorrentino.

FOTOGRAFÍA: Luca Bigazzi.

MÚSICA: David Lang.

PRODUCCIÓN: Carlotta Calori, Francesca Cima, Nicola Giuliano.

INTÉRPRETES: Géza Michael Caine, Harvey Keitel, Rachel Weisz, Paul Dano, Jane Fonda, Tom Lipinski, Ed Stoppard, Madalina Diana Ghenea, Roly Serrano.

En el nº 2.974 de Vida Nueva

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