El postconflicto en la escuela

138AFONDO

 

Si el postconflicto ha de traer la paz, tendrá que pasar por la escuela. Tal parece ser la conclusión que se impone cuando se examinan los distintos procesos de paz en el mundo. Como la guerra, la paz nace en la mente de las personas, y esa es la tarea que les corresponde a los educadores: los de las escuelas, de los hogares, de las iglesias o de los medios de comunicación.

En 1995 el Ministerio de Salud contrató un estudio de salud mental de los colombianos en el que se comprobó que el 61% de la población presentaba una alta posibilidad de sufrir trastornos mentales. Ese fue el titular con que se presentó ese hecho en periódicos y noticieros. Según el estudio, 26 millones de personas habían sido afectadas de alguna manera por una amenaza, o un secuestro, algún homicidio, el suicidio de alguien, una muerte natural o accidental. Ese estudio no tuvo en cuenta otras violencias como el desempleo, la desintegración familiar, el consumo de droga, el desplazamiento, estafas, extorsiones. Se limitó a la violencia causada por los armados.

Es una violencia que enfermó el alma de los colombianos: había rabia en el 24.5% de los encuestados; el 37.7% confesó un estado de desilusión y el 8.6% admitía una situación de amargura.

A comienzos de este siglo se repitió el estudio y se encontró que cuatro de cada diez colombianos ha tenido trastornos mentales en algún momento, lo que convierte a Colombia en el segundo país del mundo con el mayor número de trastornos mentales. El primero es Estados Unidos y el tercero es Ucrania.

Al dar estas cifras, los dos estudios dicen algo que es una obviedad: la salud mental y los trastornos mentales están relacionados con el ambiente social y con procesos tan complejos como el conflicto armado y la violencia urbana.

Agreguen ustedes a las anteriores las cifras de desplazados, de los desaparecidos, de los secuestrados, de los extorsionados, de los amenazados, y el diagnóstico claro e innegable es que estamos ante un país enfermo que, sin embargo, no se nos puede morir. Ante él se impone una actitud de supremo cuidado que lo convierte en nuestra máxima prioridad.

El estudio y análisis de ese pasado y sus consecuencias es una tarea de la escuela, no tanto en busca de conocimiento, sino de solidaridad. Tzvetan Todorov llamó a esta práctica la memoria ejemplar y en Guatemala se la adoptó como una política escolar.

El desafío

Cuando en los resultados de las encuestas que se hacen por estos días aparece que elevados personajes favorecen la idea de obtener la paz mediante la derrota militar de la guerrilla es preciso comprender que ese consenso es el resultado de un proceso largo de acostumbramiento a la violencia como solución. Cambiar esa tendencia de la opinión pública requerirá una operación reconstructora que comenzará en la escuela, en donde deberá crearse el clima propicio para esa cultura de la paz.

La educación está asociada al crecimiento personal y colectivo

La educación está asociada al crecimiento personal y colectivo

Este es un desafío exigente para los maestros porque no se resuelve con el solo cambio de pénsum o con la creación de una cátedra de la paz. Es decir, es más que la sola transmisión de unos conocimientos, y algo tan complejo como un cambio de actitudes.

Ese cambio o reorientación tiene que producirse primero en los docentes para que puedan atreverse a inducirlo en el alumnado.

Puesto que se trata de una actitud ética, más que de una actitud intelectual o política, no es algo que pueda enseñarse sino que debe compartirse.

Ese compromiso con la paz no es político, es un compromiso ético que en último término no podrá ser impuesto sino adoptado libremente; por tanto, no puede ser regulado por leyes, sino decidido autónomamente por cada persona. Y es la escuela la que puede proveer el ámbito propicio para la libre adopción de actitudes de paz.

La escuela tradicional y la del postconflicto

Una primera diferencia aparece en la mirada positiva, necesaria en el postconflicto, más atenta al estímulo y la cooperación con todo lo bueno de la vida de la sociedad que a la insistencia en los errores y en los crímenes de la vida en sociedad. Si los hechos negativos se miran, no es con mera curiosidad, sino como lección de lo que no debe ocurrir, y así se asumen de modo que se da una corrección de la mirada que convierte en oportunidad lo que usualmente solo se ve en negativo y como un fracaso definitivo.

En la escuela tradicional esto de la paz y de la reconciliación no son temas centrales. Han hecho parte de jornadas cívicas o de cultura ciudadana, pero siempre como elementos secundarios. La escuela del postconflicto programa y contempla todas sus actividades atravesadas por el propósito de obtener este cambio profundo de la actitud de los estudiantes hacia la obligación común de lograr una sociedad en paz.

Recursos pedagógicos

La historia provee explicaciones posibles para la violencia del presente cuando hace notar la vieja práctica nacional de resolver los conflictos con el llamado a la guerra. Un recorrido de la historia nacional provee elementos para reflexionar sobre esa historia real, dominada por las armas, y la que debió ser.

El postconflicto, en efecto, es la oportunidad de hacer un alto y descubrir que todo lo que nos ha quedado de las guerras es un país enfermo.

Experiencias en el mundo

Herbert Kelman, sicólogo austriaco

Herbert Kelman, sicólogo austriaco

Estos son las del profesor Herbert Kelman, vividas en el ambiente tenso del conflicto árabe-israelí. Después de reunir a representantes no oficiales de las partes en conflicto, Kelman les dirigió un taller que tuvo como objetivo hablar del conflicto de modo analítico, no polémico, en un esfuerzo común para entender y hacer entender.

De ese ejercicio, que puede ser replicado en nuestras escuelas como un aplicación del juego de roles, salieron conclusiones como estas:

Mirar el conflicto desde la perspectiva del otro. Lo usual es que uno tenga la visión recortada de quien solo ve lo que está al frente, lo que desde allí me ha afectado a mí, a los míos, a mi país. Si a esa visión se le agrega el esfuerzo por ver el conflicto desde el lado contrario, desde sus intereses, con sus condicionamientos y prejuicios, se obtendrá una visión más completa. Es el conflicto en una nueva dimensión: la del otro.

Kelman llamó a esta otra conclusión la del enemigo que deja de ser un grupo o denominación y se lo convierte en una persona situada y fechada, con un rostro, un entorno, una familia, una cultura, una historia y una identidad, entonces el enfoque cambia a lo concreto y humano. Si se tiene en cuenta que un componente que ha pesado en el conflicto y que seguirá pesando en el postconflicto es el concepto de la desinformación que deshumaniza al enemigo, se comprende la importancia del aporte humanizador que produce este cambio de visión.

Este es un ejercicio que puede ser llevado a cabo en todos los niveles escolares. Son actividades con las que se crea un ambiente propicio para la aparición de una cultura de la paz y que conducen a un objetivo, el más difícil y el más indispensable en este proceso: el perdón y la reconciliación. Sumen estas dos palabras y tendrán una realidad parecida a un milagro.

Educar para el perdón

El perdón es a la vez milagro y creación. Los milagros se definen como hechos en que se suspenden las leyes de la naturaleza, algo que sucede en el perdón que suspende la naturaleza rencorosa y vengativa del hombre y lo convierte en ser creador y con capacidad del don, y no cualquier don, sino el máximo don que permite al agresor aliviar el peso de su conciencia y vivir bajo un sol distinto.

Son las razones por las que el perdón se asimila a un milagro.

Y si crear es hacer algo donde antes había nada, el perdón parte de la nada que queda después de la destrucción de la ofensa: nada de vida, nada de honor, nada de amor y sí mucho de muerte y todo de odio. En ese desierto de humanidad y de amor, el perdón crea y levanta una nueva vida. ¿Es esto posible?

La escuela comienza demostrando que sí es posible, con testimonios como el de la historia de tres trabajadores que han venido construyendo su empresa Mundo-Madera, una cooperativa en la que trabajan otros 15.

Ellos son Jader Castillo, excombatiente del ELN; John Jairo Burbano, ex FARC; y Ricardo Castillo, que perteneció a las autodefensas. Hace unos años la cercanía de estos hombres habría sido imposible, salvo para matarse, y el perdón habría sido un pensamiento absurdo e irrealizable.

Con episodios como este en la mente, la comparación de las ventajas del perdón con las desventajas de la venganza abre paso a una evidencia que contribuye a ese cambio de actitud. Así como la actitud de venganza ha sido impuesta por hechos e interpretaciones, también los hay que demuestran lo contrario.

El perdón es a la vez milagro y creación: permite al agresor aliviar el peso de su conciencia

 

Inducir actitudes

El escritor y educador mejicano José Bonifacio Barba, por su parte, en su libro Educación para los derechos humanos, extrae de su experiencia las que pueden ser indicaciones claves para la inducción de actitudes de paz en las escuelas. Él habla de derechos humanos. En una especie de paráfrasis tomo sus propuestas:

La sensibilidad hacia la paz se cultiva del modo elemental de la exhortación sobre lo que conduce a la paz o lo que la aleja.

Hablar de lo correcto en materia de paz y exaltarlo, o referirse a lo incorrecto y condenarlo. Estas son prácticas que se desechan en nombre de la neutralidad, cuando lo cierto es que frente a la paz no hay neutralidad posible puesto que la paz se construye entre todos para beneficio de todos.

Otra práctica educativa es la de entregar el porqué de los hechos de paz, o cuando la paz ha sido violentada o puesta en peligro o cuando ha habido un avance.

Ayuda a crear sensibilidad y conciencia cuando se concentran la atención y el entusiasmo alrededor de hechos o personajes ejemplares. Esta exaltación de hechos o figuras destacadas afecta positivamente la conciencia.

Hay procesos que crean expectativa: su seguimiento crea un ambiente propicio para la creación de conciencia: ¿qué pasa con las víctimas?, ¿qué sigue ahora después de la propuesta de la guerrilla sobre una comisión de la verdad?

Cooperan a la creación de ese clima acciones en favor de la paz que demandan la cooperación del estudiantado: la manifestación en favor de un hecho de paz, los preparativos para la movilización se convierten en ilustración y motivación para una actitud.

La denuncia de actos contrarios a la paz llega a las conciencias e influye en las actitudes y decisiones a la vez que sacude la indiferencia con la que, en ocasiones, se miran estos hechos y propósitos.

Estos esfuerzos de la escuela con sus alumnos pueden tropezar con un ambiente familiar contrario; es un hecho que impone acciones hacia la familia, a través de las reuniones de padres de familia, o por intermedio de los propios estudiantes; no se trata de difundir un discurso sino de contagiar una actitud a sabiendas de que no se trata de una operación educativa coyuntural, sino de acciones definitivas para la formación de los estudiantes y, a través de ellos, de una sociedad necesitada como nunca de paz y reconciliación.

Hay procesos que crean expectativa: su seguimiento crea un ambiente propicio para la creación de conciencia

Hay procesos que crean expectativa: su seguimiento crea un ambiente propicio
para la creación de conciencia

Javier Darío Restrepo

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