Roberto Benigni presenta el primer libro del Papa ‘El nombre de Dios es misericordia’

“Bergoglio está llevando a la Iglesia hacia un lugar que casi habíamos olvidado, el cristianismo”

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El actor Roberto Benigni amenizó la presentación del libro con su humor y su agudo sentido crítico

ANTONIO PELAYO (ROMA) | El auditorio del Agustinianum, a cien metros de San Pedro, es un espacio muy amplio con un patio de butacas que puede acoger a varios centenares de personas. A las diez de la mañana del martes 12 ya no había un asiento libre. Cardenales, arzobispos, obispos, personalidades del mundo de la política y la finanza y una nube de fotógrafos y periodistas la habían tomado casi por asalto.

Gran agitación acompañó la llegada del actor Roberto Benigni, que iba a participar en la presentación del libro El nombre de Dios es misericordia, el primero como tal de Francisco. Acto presidido por el cardenal secretario de Estado, Pietro Parolin, y en el que participaron el director de la Librería Editora Vaticana, el salesiano Giuseppe Costa, Zhang Agostino Jianqing, un joven chino actualmente preso en la cárcel de Padua, y Federico Lombardi, director de la Sala de Prensa de la Santa Sede.

Este inició el acto insistiendo en que el primer libro del Papa no era un libro-entrevista, sino una “conversación” entre el Santo Padre y el vaticanista Andrea Tornielli para “tratar en profundidad un gran tema, el tema de este pontificado, puesto que Bergoglio ha expuesto su personal experiencia de la misericordia en su ministerio y su espiritualidad”.

El cardenal Parolin comenzó su intervención afirmando que el libro papal no contenía “revelaciones, curiosidades inéditas o anécdotas particulares sobre sí mismo; lo que hoy presentamos es un libro con el que Papa quiere hacernos entrar, como llevándonos de la mano, en el gran y confortante misterio de la misericordia de Dios. Un misterio lejano de nuestros cálculos humanos y, sin embargo, tan necesario y esperado por nosotros, peregrinos extraviados en estos tiempos de desafíos y pruebas”.

Encender el corazón

“Me parece –añadió el primer colaborador del Pontífice– que la finalidad de estas páginas no es bajar a los casos particulares, sino más bien ensanchar la mirada, encender en el corazón de todos el deseo de encontrar el amor infinito de Dios, de experimentar en nuestras vidas el don divino, lejano de nuestras lógicas humanas y sin embargo necesario para sostenernos, darnos ánimos, volver a levantarnos y recomenzar siempre”.

“La sociedad que nos gusta definir como líquida –dijo Parolin– parece haber perdido no solo el sentido de lo que está mal, sino también la existencia de alguien que pueda levantarnos cuando caemos”. También fue muy tocante la confesión del joven chino detenido en la cárcel de Padua, que contó con admirable sencillez su conversión y su experiencia personal de la misericordia y del perdón de Dios.

Llegó por fin el tan esperado show de Roberto Benigni, que, con su característica vehemencia, comenzó reconociendo su emoción por la invitación que se le había hecho a participar en este acto: “Es la primera que vez vengo oficialmente al Vaticano y solo a este Papa se le podía ocurrir organizar un acto con un cardenal véneto, un preso chino y un cómico toscano”. “Cuando era niño –contó– y me preguntaban qué quería ser de mayor, yo siempre respondía: ‘Quiero ser el Papa’, y todos se echaban a reír; entonces comprendí que tenía que ser cómico. Si se hubieran arrodillado, habría sido papa”.

“No se puede hablar moderadamente bien de este Papa –concluyó–. Está llevando a la Iglesia con todas sus fuerzas hacia un lugar que casi habíamos olvidado. La está llevando hacia el cristianismo. Es algo increíble. Yo por este Papa estoy dispuesto a hacer lo que sea. La esencia del cristianismo es la alegría, ese es su gigantesco secreto: amad a las personas felices”.

En el nº 2.972 de Vida Nueva

 

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