Se abre la puerta de la paz

Además del desarme del Ejército y la guerrilla, es urgente el desarme de la cultura

Escribir unas líneas para la revista Vida Nueva es un honor y un placer. Cuando me llegó esta honrosa invitación acababa de recibir el último número de la publicación. Me decreté una tarde de reposo y la dediqué a una lectura sabrosa, desafiante y fraterna. Qué bueno tener lecturas sencillas y profundas como esta. Felicitaciones y felicitaciones por el año renovador que empiezan ahora.

Esto acontece en un contexto particularmente favorable. Por una parte, la celebración del Año de la misericordia. Para nosotros “Jesucristo es el rostro de la misericordia del Padre”. Y en Él viene envuelto el rostro del hombre, de todo hombre. Y nuestra misericordia, a su vez, en la puerta que abre el camino del hombre hacia Dios.

Y este año maravilloso coincide para nosotros los colombianos con el inicio del año de la reconciliación y el comienzo de la paz, cuando se firmen los acuerdos. Negociar no es perder. Es ganar en otra forma. Terminó la guerra. Se abre la puerta de la paz. “Paz a los hombre que ama el Señor”. Esa es nuestra meditación en el momento en que se abre la puerta del año nuevo. Y eso significa el compromiso con la justicia, el perdón y la reconciliación. Compromiso con el hombre.

Porque los acuerdos con la guerrilla no son la paz. La paz es una construcción estatal y de la ciudadana y los re-insertados: una construcción nacional e internacional. Ahora a todos nos toca comenzar a construir la paz. La paz se escribe con un nuevo proyecto de país, centrado en la inviolable dignidad de la persona humana, de sus derechos y deberes irrenunciables. Y toma tiempo. Quizá un par de décadas. Pero estamos en la aurora.

Un camino exigente es abrir la mente y el corazón a la paz. Pero quiero remarcar que la paz comienza en la mente y en el corazón del hombre, de cada hombre. Además del desarme del Ejército y la guerrilla, es urgente el desarme de la cultura. Somos un país muy cargado de divisiones y antagonismos, de egoísmos, racismos, regionalismos, partidismos. A ratos pareciera que es más lo que nos separa que lo que nos une. Pareciera que tenemos una cultura de la violencia. Es urgente desarmar la cultura y la palabra. Redescubrir al otro como persona. Entender que necesitamos perdonar y ser perdonados. Que somos hermanos. Que somos iguales. Que nos necesitamos todos, los unos a los otros.

Deseo en este nuevo año que la fe se acerque mucho más a la cultura y a la paz. Y que la paz de Colombia sea fermento de una realidad nueva en América Latina. Un abrazo.

Compartir