Apoyo eclesial al control de las armas en Estados Unidos

El presidente Barack Obama pone fin al mercado desmedido

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El presidente estadounidense se emocionó al anunciar la reforma

M. Á. MALAVIA | A las pocas horas de presentar, el 5 de enero, su plan para controlar el comercio de armas en todo EE.UU., uno de los apoyos más significativos que recibió el presidente Obama fue el del obispo de Dallas, Kevin Farrell. En un comunicado, este saludó el arañazo a la “mentalidad de vaquero” imperante en buena parte del país.

Y es que, gracias a este paquete de medidas (como la revisión de las licencias, el control de personas con antecedentes o límites a la venta por Internet), el prelado entiende que habrá un cambio significativo: “Gracias a Dios alguien tiene el coraje para cerrar las lagunas en nuestras leyes de control de armas y reducir el número de tiroteos masivos, suicidios y asesinatos que se han convertido en una plaga”.

Aunque Farrell, pastor en una de las regiones donde el sector armamentísico tiene más fuerza, cree que, con esta “modesta” iniciativa, solo se ha empezado a recorrer el camino: “Son los primeros pasos en la corrección de las leyes de armas, tan débiles que son ridículas”. Y es que, como lamenta, son muchos los intereses, al más alto nivel, que buscarán oponerse al programa de Obama: “El Congreso, descaradamente, se ha vendido al lobby de las armas”.

Aunque la cuestión no suele ser abordada de un modo claro por el Episcopado (en su plenaria de noviembre hubo una profunda división entre los obispos sobre si debían mostrar una posición pública nítida, que finalmente no se dio), el papa Francisco, en su histórico discurso ante el Congreso, este septiembre en Washington, denunció que las armas sean tan accesibles: “El dinero está empapado en sangre, a menudo sangre inocente”.

Ahora, una vez que el Gobierno Obama ha dado este paso, el arzobispo de Miami, Thomas Wenski, presidente del Comité Episcopal de Justicia Nacional y Desarrollo Humano, dio su visto bueno, aunque con un tono ciertamente tibio, a esta “regulación razonable” de las armas.

Un caso peculiar es el de Texas, donde la posesión de armas es casi una seña de identidad. Con el fin de contrarrestar la legislación federal, su Ejecutivo ha sacado adelante otra ley en la que fortalece su presencia pública incluso en lugares de culto. Los prelados del Estado ya han pedido a sus fieles que no introduzcan armas en los templos.

En el nº 2.971 de Vida Nueva

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