Francisco en la Misa del Gallo: por una Navidad pobre y sencilla

papa Francisco en la Misa del Gallo 24 diciembre 2015 besa a la figura del niño Jesús

El 24 de diciembre, el Papa denuncia “la sociedad ebria de consumo”

papa Francisco en la Misa del Gallo 24 diciembre 2015 besa a la figura del niño Jesús

El Papa, en la Misa del Gallo ayer 24 de diciembre

JOSÉ BELTRÁN | Lo reivindicó primero en Twitter: “Dios está enamorado de nosotros. Se hace pequeño para ayudarnos a responder a su amor”. Y después exaltó esa pequeñez del Niño nacido en la desnudez de un pesebre en Belén durante la tradicional Misa del Gallo que celebró en la Basílica de San Pedro, ayer jueves 24 de diciembre. “Nace en la pobreza del mundo, porque no hay un puesto en la posada para Él y su familia. Encuentra cobijo y amparo en un establo y viene recostado en un pesebre de animales. Y, sin embargo, de esta nada brota la luz de la gloria de Dios”, subrayó el Papa junto a la imagen del Niño situada a los pies del altar, que había incensado al comienzo de la eucaristía.

Desde ahí, Jorge Mario Bergoglio puso en valor la pequeña y pobre Navidad, frente a los excesos que se perciben hoy durante estas fiestas. “En una sociedad frecuentemente ebria de consumo y de placeres, de abundancia y de lujo, de apariencia y de narcisismo, Él nos llama a tener un comportamiento sobrio, es decir, sencillo, equilibrado, lineal, capaz de entender y vivir lo que es importante”.

Así quiere el Papa que los cristianos vivan no solo estas fechas, sino también el resto del año. “Ante una cultura de la indiferencia, que con frecuencia termina por ser despiadada, nuestro estilo de vida ha de estar lleno de piedad, de empatía, de compasión, de misericordia, que extraemos cada día del pozo de la oración”.

La paz del corazón

Para ello, durante la homilía nocturna en la que es su tercera Navidad en el Vaticano, el Papa invitó a los asistentes a seguir el ejemplo de los pastores. “Cuando oigamos hablar del nacimiento de Cristo, guardemos silencio y dejemos que ese Niño nos hable; grabemos en nuestro corazón sus palabras sin apartar la mirada de su rostro. Si lo tomamos en brazos y dejamos que nos abrace, nos dará la paz del corazón que no conoce ocaso. Este Niño nos enseña lo que es verdaderamente importante en nuestra vida”.

De esta manera, presentó a Jesús como “la luz verdadera [que] viene a iluminar nuestra existencia, recluida con frecuencia bajo la sombra del pecado. Hoy descubrimos nuevamente quiénes somos. En esta noche se nos muestra claro el camino a seguir para alcanzar la meta”.

Con el Año de la Misericordia como telón de fondo, Francisco puso en valor la necesidad de creer, de tener fe, de contar con Dios: “No hay lugar para la duda; dejémosla a los escépticos que, interrogando solo a la razón, no encuentran nunca la verdad. No hay sitio para la indiferencia, que se apodera del corazón de quien no sabe querer, porque tiene miedo de perder algo. La tristeza es arrojada fuera, porque el Niño Jesús es el verdadero consolador del corazón”.

 

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