Mea culpa papal por el ‘Vatileaks 2’

papa Francisco en el albergue de Caritas Roma donde abrio Puerta Santa de la Misericordia 18 diciembre 2015

En su discurso navideño a la Curia, pide perdón “por los escándalos que ha habido en el Vaticano”

discurso de Navidad del papa Francisco a la Curia romana 21 diciembre 2015

La Sala Clementina acogió el discurso de Navidad del Papa a la Curia romana

ANTONIO PELAYO (ROMA) | Llegaron a la Sala Clementina, el lunes 21 de diciembre, con el casco y la coraza puesta, metafóricamente, se entiende. Los miembros de la Curia romana sabían que también este año, en el tradicional discurso navideño, Francisco no se iba a limitar a pronunciar unas palabritas amables y a desearles felicidad y paz en el año nuevo. Iban preparados para aguantar un cierto chaparrón… Y lo hubo, pero, comparado con el discurso del año pasado, el agua caída fue mucho más mansa; el Papa, además, llevaba varios días con un “trancazo” gripal y por esa razón leyó su discurso sentado y no de pie, como es en él habitual. También moderó su énfasis y sus gestos.

Bergoglio empezó afirmando que el discurso de 2015 había que escucharlo en relación con el de 2013, en el que subrayó el servicio como eje del trabajo curial, y el de 2014, con su catálogo de los males curiales. Sin citarlo expresamente, se refirió, sin duda, al llamado caso ‘Vatileaks 2’. “Algunos de estos males –dijo– se han manifestado a lo largo de este año, provocando mucho dolor a todo el cuerpo e hiriendo a muchas almas, incluso con escándalo”. En las palabras que dirigió después a los empleados de la Santa Sede pidió perdón “por los escándalos que ha habido en el Vaticano”.
El Papa no quiso entrar en más detalles, pero sí tuvo especial interés en manifestar que “la reforma seguirá a adelante con determinación, lucidez y resolución porque ecclesia semper reformanda [la Iglesia necesita siempre ser reformada]”. Y, para que nadie pudiese sentirse implicado en esta constatación dramática, añadió: “Los males y hasta los escándalos no podrán ocultar la eficiencia y los servicios que la Curia, con esfuerzo, responsabilidad, diligencia y dedicación ofrece al Papa y a toda la Iglesia”.

Consciente de que sus palabras, aun mesuradas, podían ser utilizadas para descargar sobre la Curia acusaciones más graves, prosiguió: “Las resistencias, las fatigas y la caídas de las personas y de los ministros representan también lecciones y ocasiones de crecimiento y nunca de abatimiento”.

Un acróstico de la misericordia

La parte más positiva del discurso de Bergoglio se concretó en un “catálogo de las virtudes necesarias para quien presta servicio en la Curia y para todos aquellos que quieren hacer fértil su consagración o su servicio la Iglesia”. Y lo hizo de forma original: un análisis acróstico de la palabra misericordia (técnica que, según dijo, utilizaba mucho el padre Matteo Ricci, el jesuita misionero en China).

Son doce pares: misionariedad y pastoralidad; idoneidad y sagacidad; espiritualidad y humanidad; ejemplaridad y fidelidad; racionalidad y amabilidad; inocuidad y determinación; caridad y verdad; honestidad y madurez; respetuosidad y humildad; dadivosidad y atención; impavidez y prontitud; atendibilidad y sobriedad.

Sobre cada palabra, el Pontífice hizo su reflexión. La “idoneidad”, por ejemplo, “es contraria a las recomendaciones y a los sobornos”; una muy clara alusión al sistema de reclutamiento del personal curial tantas veces sometido a las recomendaciones de este o aquel cardenal o arzobispo, a la sucesión de los clanes familiares…

Desarrollando lo que entiende como “respetuosidad”, Bergoglio dijo: “Es una cualidad de las almas nobles y delicadas: de las personas que tratan siempre de demostrar respeto auténtico a los demás, al propio cometido, a los superiores y a los subordinados, a los legajos, a los documentos, al secreto y la discreción” (¿cómo no pensar en el llamado ‘Vatileaks 2’ y en los manejos de Vallejo?).

papa Francisco en el albergue de Caritas Roma donde abrio Puerta Santa de la Misericordia 18 diciembre 2015

Apertura de la Puerta Santa en un albergue de Caritas en Roma, el viernes 18 de diciembre

Sobre la “ejemplaridad”, citó a Pablo VI, que recordó a la Curia su vocación a la ejemplaridad (¡en 1963!): “Ejemplaridad para evitar los escándalos que hieren las almas y amenazan la credibilidad de nuestro testimonio”.

Abierta la Puerta de la Caridad

En otro orden de cosas, Francisco ya ha abierto cuatro puertas santas en los primeros veinte días del Jubileo de la Misericordia: la primera, eminentemente simbólica, en Bangui; la segunda y más solemne, el 8 de diciembre en la basílica de San Pedro; el domingo 13, la de su catedral como obispo de Roma, San Juan de Letrán; y la cuarta, el día 18, en el albergue de Cáritas situado en Via Marsala, dentro del complejo de la estación Termini de Roma.

Me aventuro a pensar que habrá sido esta última una de las más conmovedoras para él. Resultó de veras una ceremonia impresionante por su sencillez, por la “verdad” que traslucían los rostros de los presentes, por el significado que tiene en este Año de la Misericordia la apertura de una “Puerta de la Caridad” en un lugar donde pobres de todas las edades, razas y religiones son atendidos a diario con solicitud y auténtica caridad.

La misa se celebró en el comedor del albergue para que pudieran entrar todos los “clientes” de la casa. Cuando pronunciaba su homilía, el Papa iba fijando su mirada en esa multitud de desheredados que ese día se habían esforzado por presentarse dignamente en su presencia. “A Dios –les dijo Bergoglio– hay que buscarlo en la humildad, en la pobreza, en los más necesitados, en los enfermos, en los que tienen hambre, en los presos. (…) La entrada en el cielo no se gana con dinero, los honores no abren la puerta del cielo. (…) Yo quisiera que, al abrir esta Puerta Santa, el Espíritu Santo abriese el corazón de todos los romanos y les hiciese ver cuál es el camino de la salvación. No es el lujo, no es el camino de las grandes riquezas, no es el camino del poder. Es el camino de la humildad. Los más pobres, los enfermos, los encarcelados (Jesús dice aún más, los pecadores), si se arrepienten, nos precederán en el Reino”.

papa Francisco en el albergue de Caritas Roma donde abrio Puerta Santa de la Misericordia 18 diciembre 2015

Bergoglio saluda a una familia en el centro de Termini

Canonización de Teresa de Calcuta

Al final del acto, cuando ya se despedía de todos los presentes, estos entonaron el “¡cumpleaños feliz!” para felicitarle por los 79 años que cumplió el jueves 17 de diciembre. Como queriendo conmemorar la fecha, esa misma tarde firmó el decreto de canonización de la Congregación para las Causas de los Santos que confirma el milagro de la beata Teresa de Calcuta (una curación milagrosa que tuvo lugar en la ciudad brasileña de Santos).

La fundadora de las Misioneras de la Caridad será canonizada el 4 de septiembre de 2016, un día antes del aniversario de su muerte, que tuvo lugar el 5 de septiembre de 1997.

Mensaje en la 49ª Jornada Mundial de la Paz

El martes 15, con la habitual antelación, se hizo público el mensaje del Papa para la 49ª Jornada Mundial de la Paz, con el lema Vence la indiferencia y conquista la paz. La presentación estuvo a cargo del cardenal Peter Turkson, presidente del Pontificio Consejo ‘Justicia y Paz’, y en ella estuvieron presentes algunos refugiados asistidos por el Centro Astalli de la Compañía de Jesús.

Se trata de un documento notable, en la línea de los mejores mensajes papales sobre este tema hasta ahora publicados. Es extenso (más de veinte páginas en su versión española) y no es fácil resumirlo. La palabra “indiferencia” es el hilo conductor de todo el documento y Bergoglio vuelve una vez más sobre el concepto que acuñó en su famoso discurso en Lampedusa ante el drama de los emigrantes muertos en el Mediterráneo: la globalización de la indiferencia.

“Esta es la actitud –escribe– de quien sabe, pero tiene la mirada, la mente y la acción dirigidas hacia sí mismo. (…) Desgraciadamente, debemos constatar que el aumento de informaciones, propio de nuestro tiempo, no significa de por sí un aumento de atención a los problemas si no va acompañado por una apertura de las conciencias en sentido solidario. Más aún, esto puede comportar una cierta saturación que anestesia y, en cierta medida, relativiza la gravedad de los problemas (n. 3)”.

La otra palabra clave del mensaje es “solidaridad”: “La solidaridad –se dice en el n. 5– constituye la actitud moral y social que mejor responde a la toma de conciencia de las heridas de nuestro tiempo y de la innegable interdependencia que aumenta cada vez más, especialmente en un mundo globalizado, entre la vida de la persona y de su comunidad en un determinado lugar, así como la de los demás hombres y mujeres del resto del mundo”.

A continuación, el Papa recuerda que “la solidaridad, como virtud moral y actitud social, fruto de la conversión personal, exige el compromiso de todos aquellos que tienen responsabilidades educativas y formativas”. Y aquí incluye a las familias, a los educadores y formadores, a quienes se dedican al mundo de la cultura y al de los medios de comunicación, “que deberían vigilar para que el modo en el que se obtienen y se difunden las informaciones sea siempre jurídicamente y moralmente lícito”.

El mismo Papa hizo, en cierto modo, un resumen de su mensaje al recibir el día 17 las cartas credenciales de los embajadores de Guinea Conakry, Letonia, India y Bahrein. “La indiferencia hacia Dios, hacia el prójimo y hacia el ambiente –les dijo– están unidas entre sí y se alimentan mutuamente; por lo tanto, solo pueden ser contrastadas con una respuesta que las afronte todas juntas, con un renovado humanismo que recoloque al ser humano en su justa relación con el Creador, con los otros y con la Creación. Se trata de promover una cultura de solidaridad”.

El Moneyval pide a la Santa Sede más esfuerzo por la transparencia

Otro tema es el contenido del segundo informe de Moneyval (el organismo del Consejo de Europa que vigila sobre la financiación del terrorismo y el blanqueo de capitales), emitido días atrás. Con una conclusión principal: bien por las mejoras introducidas, pero aún es necesario acelerar las medidas para contrarrestar el blanqueo de capitales. La Santa Sede recibe el aprobado, pero se le pide algún esfuerzo más; se reconoce, por ejemplo, que la limpieza del IOR ha sido muy positiva.

La última noticia de esta crónica es esperanzadora: en el ángelus del domingo 20, el Papa saludó con alegría “el acuerdo alcanzado por la comunidad internacional sobre Siria”, su “amada Siria”. Se refería Francisco al último proyecto de resolución consensuado en el Consejo de Seguridad de la ONU. Ahora solo falta que se concrete y, como sueña el Pontífice, se prosiga “con generoso impulso el camino hacia el cese de la violencia y a una solución negociada que lleve a la paz”.

En el nº 2.970 de Vida Nueva

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