CHILE: Cinco días de fe y alegría

Una multitud llegó al santuario de Lo Vásquez

Si bien la festividad de la Inmaculada Concepción es la más popular y masiva de Chile, lo más destacado, el pasado 8 de diciembre, fue la convocatoria que tuvo el santuario de Lo Vásquez.

“Salimos de Santiago ayer viernes en la tarde, caminamos gran parte de la noche, dormimos junto al camino, hoy avanzamos otro poco y esperamos llegar al santuario mañana domingo”, dijo uno de los peregrinos, Mario López mientras caminaba. Como él, este año, llegaron casi un millón de fieles al santuario de Lo Vásquez, lugar ubicado en la carretera que une Santiago con Valparaíso, a unos 32 kilómetros del puerto. Lo que, en la primera mitad del siglo XIX, empezó siendo la devoción de un vecino que instaló una imagen de la Virgen en el antejardín de su casa. Esa imagen, con el tiempo, originó que cada vez más personas acudieran allí a orar, lo que motivó la construcción de una capilla junto a la gruta. El aumento de los devotos hizo necesario aumentar el tamaño de las capillas a medida que se fueron reconstruyendo, algunas destruidas por terremotos.

 

La mayoría de quienes acuden a Lo Vásquez lo hacen caminando o en bicicleta, algunos desde Valparaíso e incluso muchos desde Santiago, a 70 kilómetros. La celebración suele realizarse los días 7 y 8 de diciembre, ero este año se anticipó desde la tarde del viernes 4, cuando comenzó el peregrinar por la carretera. El mismo día de la fiesta la carretera se cerró para el tránsito vehicular y quedó sólo disponible para los peregrinos.

“Gracias a Dios esta ha sido una hermosa y larga fiesta. Han sido cinco días de linda celebración, por eso le damos gracias al Señor por tantos hermanos que han querido venir y damos gracias a tantas personas que han estado sirviendo y ayudando a los peregrinos”, señaló Gonzalo Duarte, obispo de Valparaíso, en su homilía. Allí también se refirió al Año Jubilar de la Misericordia: “con la gracia del Señor podemos volver al gozo de la vida verdadera que el Señor nos regala. Por eso se llama Año Jubilar que viene del gozo, la alegría y la esperanza. Este tiempo nos ofrece la posibilidad de reconciliarnos con nosotros, con los demás; crear un mundo de hermanos donde todos tengamos paz, respeto y alegría. El Padre Dios nos invita a entrar en la onda de la misericordia”.

ROBERTO URBINA AVENDAÑO

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