La autocrítica y la urgencia de una reforma interna, principales novedades del Plan Pastoral 2016-2020 de la CEE

“¿Somos realmente ejemplo y estímulo?”, se preguntan los obispos

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La autocrítica y la urgencia de una reforma interna, principales novedades del Plan Pastoral 2016-2020 de la CEE [extracto]

JOSÉ LORENZO | Las comunidades cristianas de España van a ser evangelizadas con inequívoco acento eclesial latinoamericano, al menos durante el próximo quinquenio. Es el que se desprende de la Evangelii gaudium del papa Francisco y de las directrices emanadas de la Conferencia de Aparecida (Brasil, 2007), de la que el entonces cardenal de Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio, fue uno de sus muñidores.

El espíritu de ambas –enmarcado por lo que parece un regreso sin complejos al Vaticano II, que acapara el mayor número de citas, tras las de Francisco– se ve reflejado en las 54 páginas del Plan Pastoral de la Conferencia Episcopal Española (PPCEE), presentado el 16 de diciembre en Madrid. Conceptos como misión, servicio, conversión pastoral y misionera, análisis de las luces y sombras, nuevo ardor apostólico o un mayor compromiso misionero son conceptos muy queridos por Francisco y que, al igual que en su primera exhortación apostólica y el documento final de Aparecida, encontramos literalmente en la nueva hoja de ruta de la Iglesia en España.

Con el título de Iglesia en misión al servicio de nuestro pueblo, el texto, aprobado en la Asamblea Plenaria del pasado mes de noviembre, busca “realizar una conversión misionera de la Iglesia en España y reavivar el ardor evangelizador de las comunidades, lo que exige una seria revisión y puesta a punto de la tarea del evangelizador”. A diferencia de antaño, se subraya que “hoy se trata de evangelizar también a nuestros conciudadanos, a los que viven junto a nosotros, a los que, estando bautizados, se han alejado de la vida eclesial, y a otros muchos, nacidos en nuestro país o venidos de fuera, que no han recibido el don de la fe”.

Mirada a la sociedad

En la primera parte del texto (que tuvo que ser redactada con modificaciones, pues los obispos entendieron que se daba una visión demasiado negativa de la realidad, según confió uno de ellos a esta revista) se hace una descripción de la cultura imperante en la sociedad española, y el dibujo resultante no es muy halagüeño: “Se percibe la escasa valoración social de la religión, por la que personas, familias y grupos, y también instituciones públicas y políticas, prescinden de cualquier referencia religiosa por considerarla inútil e infundada”.

El análisis de una realidad en la que imperan “el subjetivismo y el relativismo”, sin embargo, no esquiva la autocrítica: “Los cristianos, y más todavía los pastores de la Iglesia, tenemos que situarnos humildemente ante el Señor y pedirnos cuentas de nuestras responsabilidades en estos males que ahora lamentamos. Los obispos, y con nosotros los sacerdotes, los religiosos, y muchos otros fieles cristianos, ¿no hemos contribuido de una u otra manera al desconcierto del Pueblo de Dios? ¿No hemos colaborado con nuestras acciones u omisiones al alejamiento de algunos cristianos de la comunión eclesial?”.

Más adelante, los obispos, en lo que podría ser esa “conversión pastoral” a la que ha apelado tantas veces Francisco, se formulan una batería de preguntas: “¿Somos realmente ejemplo y estímulo para nuestros sacerdotes y fieles? ¿Animamos a todos con obras y palabras a ser testigos de Jesús y misioneros de su Evangelio en las periferias de nuestros pueblos y ciudades, en las familias y en los ambientes donde no llega habitualmente el anuncio de la salvación de Dios? ¿Qué estamos haciendo para llevar la alegría del Evangelio y de la vida cristiana a los que se alejaron o han vivido siempre al margen de la Iglesia y de Jesucristo? ¿No estamos dedicando demasiado tiempo a las rutinas de siempre, que no nos exigen esfuerzo ni presentan dificultades, y nos olvidamos de los que viven sin la luz ni la paz del Evangelio?”.

Con todo, los obispos sostienen que a lo largo de la historia, los tiempos siempre han sido difíciles para la evangelización y para la Iglesia, “por lo que no hay lugar para el miedo ni el desaliento”. Se trata –sostienen en el plan pastoral– de convertir las dificultades en oportunidades para un mayor vigor apostólico. Y todo, con renovada ilusión también. Como señaló en la rueda de prensa Ginés García Beltrán, obispo de Guadix-Baza y uno de los redactores del plan, “cuando hay un obispo ilusionado, ilusiona a toda la diócesis. Y yo estoy ilusionado. Y espero que este plan llegue a ilusionar a los que formamos la Iglesia en España y podamos dar un testimonio creíble en medio de la sociedad”.

También Juan José Omella, arzobispo electo de Barcelona –presente en el acto junto con el otro redactor, Adolfo González Montes, obispo de Almería, y el secretario general del Episcopado, José María Gil Tamayo– quiso salir al paso de la visión negativa que dejó el análisis de la sociedad para señalar que “todos, y los obispos, los primeros, tenemos que hacer una revisión y corregirnos, pero sabiendo que hay una gran esperanza. Miramos al mundo con una mirada compasiva, porque es un mundo al que amamos, pero también al que hay que ayudarle en aquello en lo que pueda estar enfermo. Y para eso tenemos el hospital de campaña”. “Oído atento a Dios y a los hombres”, había resumido antes el prelado en una nueva etapa pastoral que quiere “coger a la Iglesia en España y darle el impulso que viene del papa Francisco y, antes, del Evangelio”.

Cinco años para la renovación

  • 2016: reflexión de todos los órganos de la CEE sobre las exigencias actuales de la evangelización en España al cumplirse el 50º aniversario de esta institución. El objetivo es “poner a la Conferencia en estado de revisión, conversión y misión”. Organización, en junio, de un congreso sobre el papel de las conferencias episcopales. Probablemente cuente con la participación del secretario de Estado Pietro Parolin. Jornada de ayuno y oración en las diócesis el 22 de enero.
  • 2017: se incidirá en la dimensión de comunión y corresponsabilidad de los agentes de pastoral. Se quiere poner en estado de misión permanente a la Iglesia.
  • 2018: centrado en el anuncio de la Palabra de Dios, con atención preferente a los agentes pastorales que están al servicio de la transmisión de la fe. Se pondrá especial cuidado en la pastoral familiar y la formación para el matrimonio.
  • 2019: atención preferente en la celebración de los misterios y promoción de una participación “más auténtica” en las celebraciones litúrgicas, con el objetivo destacado de revitalizar la celebración dominical.
  • 2020: el año de clausura se centrará en la dimensión caritativa de la Iglesia, buscando reavivar su ejercicio en las comunidades para atender a los más pobres. Se dará a conocer mejor la Doctrina Social de la Iglesia para que los cristianos puedan dar testimonio en medio del mundo “y favorecer la transformación de la sociedad”. Se celebrará “un gran encuentro eclesial a nivel nacional”.

Las citas que más cuentan

Que estamos en un nuevo ciclo lo dicen las citas a pie de página del plan pastoral. De las más de 50 que tiene, la gran mayoría son de Francisco (33), seguidas por las del Concilio Vaticano II y Benedicto XVI. Junto con Evangellii gaudium de Bergoglio, predomina el impulso de la Evangelii nuntiandi de Pablo VI.

En el nº 2.969 de Vida Nueva

 

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