Persépolis: en busca de la esencia

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Persépolis es la obra maestra de la iraní Marjane Satrapi, artista nacida en Rasht, en 1969. Inicialmente concebida como historieta, Persépolis generó en su momento un gran fenómeno mediático que puede ser probado con los 15.000 ejemplares vendidos en Francia y los dos premios otorgados a las dos últimas ediciones al mejor primer álbum en 2001 y al mejor guión en 2002.

Este éxito se debe en gran parte a que el relato narrado nos adentra en ese mundo siempre misterioso de un país como Irán, que desde la “distinción” ha sido categóricamente juzgado y condenado por ser diferente al referente occidental que consciente o inconscientemente ha cimentado nuestro pensamiento; que tiende a utilizar como base la otredad.

La película contiene elementos acertados. El más importante: la relación inherente entre arte y pensamiento. En efecto, no es casualidad que los personajes sean dibujos animados y que la animación sea a blanco y negro. En primer lugar, los personajes dibujados suavizan el contenido histórico del que se ocupa el filme y que, naturalmente, es tan polémico como atrayente.

Así mismo, la elección de blancos y negros para realizar la película tiene un doble sentido. Por una parte busca generar un carácter vanguardista que evidencia, además, las influencias que tiene Satrapi del cine europeo y, por el otro, los colores opacos buscan sobredimensionar y ampliar el sentido emocional de la cineasta recordando que esta es una película autobiográfica.

Justamente, con Persépolis, Satrapi busca exorcizar ciertos demonios tratando de entender lo sucedido en su país en los últimos casi 40 años luego de la caída del Sha Reza Pahlevi y de la adopción del gobierno islámico liderado por el Ayatollah Khomeini. Y es aquí donde la historia adquiere su mayor sentido.

tumblr_njhni2bIO41rzrbiso1_500Satrapi y su familia, simpatizantes de la revolución antes de que fuera concebida como formalmente islámica, no aceptaban lo que ellos consideraban como restricciones de las libertades individuales, razón por la cual deciden enviar a su hija a Viena para que culmine sus estudios. Pero Marjane, estando en Europa, se da cuenta de que esa vida aparentemente libre que disfrutaba no generaba en ella la satisfacción de la individualidad que se suponía debía sentir.

La sensación que deja la película es, entonces, ambigua. Hasta el final de la misma la protagonista no logra establecer qué ambiente prefiere o cuál puede ser mejor para ella, pues luego de su estadía en Viena, Satrapi decide regresar a Irán e iniciar sus estudios de bellas artes, pero tampoco logra adaptarse a un sistema político religioso islámico y retorna al viejo continente, esta vez a Francia. Allí reside desde entonces, aunque sin olvidar su lugar natal, que no logra dejar atrás del todo.

Alejandra Ochoa

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