Cristianismo hacia el amor eficaz

“Mientras esté viva seguiré luchando por que algún día solo haya instrumentos de trabajo y no instrumentos de muerte” (Rosalba Moreno)

“Mientras esté viva seguiré luchando por que algún día solo haya instrumentos de trabajo y no instrumentos de muerte” (Rosalba Moreno)

 

Una mirada al III Encuentro Ecuménico por la Paz llevado a cabo en Bello

El III Encuentro Nacional Ecuménico por la Paz, llevado a cabo en Bello (Antioquia), entre los días 14 y 16 de noviembre, inició con la noticia del asesinato de Daniel Abril, defensor de derechos humanos y ambientalista del departamento del Casanare. El hecho ocurrió en vísperas del evento y marcó su comienzo por cuanto resonaban entre los asistentes las palabras de Jesús en la sinagoga de Nazaret: “El Espíritu me ha enviado a dar libertad a los oprimidos” (Lc 4, 18).

Según recordó un comunicado de la Corporación Claretiana Norman Pérez Bello, institución con la que trabajaba mancomunadamente, Abril hacía parte de plataformas como la Voz de la Tierra, el Movimiento Nacional de Víctimas de Crímenes de Estado, el Congreso de los Pueblos y el Comité Cívico por los Derechos Humanos del Meta. También estaba asociado a la labor de la Corporación COSPACC. Así describió la organización la acción del líder social: “(Daniel) participó en todas las protestas contra las petroleras, develando y denunciando los graves impactos de estas en la región (…) Adelantaba con instituciones de derechos humanos denuncias contra Corporinoquía por su inoperancia y complacencia con las multinacionales que arrasan con el agua del Casanare (…) denunció a las autoridades por violaciones a los derechos humanos y era un referente de las víctimas en el municipio y en el departamento”.

Memoria y palabras que, desde la ritualidad, se unieron al movimiento y a la música sagrada de los pueblos negros y a la experiencia de todos los perseguidos de la Tierra. Algo que fue posible gracias a la acción de mujeres afrocolombianas y de jóvenes músicos de Buenaventura (Valle del Cauca), quienes durante la inauguración propusieron a los asistentes una profundizaron simbólica del amor, aquel que en palabras de Pablo “no se alegra de la injusticia” y que, según Camilo Torres Restrepo, para ser eficaz, implica un cambio del poder político.

Revolución y Evangelio

Javier Darío Restrepo, director de Vida Nueva

Javier Darío Restrepo, director de Vida Nueva

Justamente, la Mesa Ecuménica por la Paz convocó el encuentro en sintonía con los 50 años de la muerte del sacerdote colombiano Camilo Torres. Algunos de los objetivos de la actividad estaban asociados a recuperar la memoria de las víctimas cristianas durante el conflicto armado que vive el país y a continuar la reflexión sobre el papel profético del ecumenismo en el actual contexto nacional.

Ha dicho el padre Henry Ramírez: “El tema de nuestras víctimas es una deuda en nuestro proceso histórico colombiano”. La afectación, según indica, ha estado en un modelo de Iglesia popular que no se dejó florecer. “Si hoy nosotros nos estamos reconociendo como actores sociales es porque hemos sido artífices de una construcción social en Colombia que ha sido sistemáticamente eliminada (…) las jerarquías de las iglesias también tienen que asumir su responsabilidad en el conflicto. La persecución, la estigmatización, la excomunión hacen parte de eso frente a lo cual tenemos que reivindicar una reparación”.

El periodista Javier Darío Restrepo compartió algunas de sus reflexiones sobre la teología del antiguo capellán de la Universidad Nacional. Para el director de Vida Nueva el principal aporte de Camilo Torres fue llamar la atención sobre lo esencial del cristianismo: el amor. Es en lo cotidiano, en lo sencillo y vulgar de nuestra condición donde nos encontramos a Dios y podemos relacionarnos con él: amando a los demás, amamos a Dios.

Ahora bien, Camilo creía que en un país como el nuestro el amor cristiano implicaba hacer todo lo posible para que las mayorías empobrecidas dejasen de ser víctimas de un orden social injusto. Someter a examen la perspectiva que llevó a que se uniera al ELN no impide reconocer los caminos que abrió en el mundo y en muchos corazones. Por eso se hace posible poner en diálogo su pensamiento con aspectos de la doctrina social del papa Francisco que hoy resultan reveladores por cuanto ayudan a clarificar el contenido de una revolución inspirada en el Evangelio para nuestro tiempo. Fue tal el enfoque de Javier Darío Restrepo en su exposición.

Un nuevo Pentecostés

El sueño de un cambio de estructuras hacia una nueva Colombia sigue animando la acción de muchos cristianos. Así lo comprobó la Hna. Maritze Trigos al evaluar el encuentro, experimentándolo como un kairós y un nuevo Pentecostés.

En su esfuerzo por plantear desafíos y concretar compromisos en una ética para la paz y una paz con ética, la Mesa Ecuménica favoreció el diálogo con el ELN con una reunión previa que tuvo lugar en la cárcel de Bellavista. Participaron seis delegados, representando las regionales de Medellín, Cali y Bogotá; y miembros del Colectivo de Presos Políticos Camilo Torres Restrepo. El horizonte fue el proceso sostenido desde 2012 por el cual se busca disponer una mesa de diálogo que involucre al ELN.

Hermana Maritze Trigos

Hermana Maritze Trigos

En la actividad también estuvo presente la memoria del sacerdote bogotano que da nombre al colectivo. “La actitud fue muy fraterna, respetuosa, con elementos de análisis muy críticos, valorando la participación de iglesias, el compromiso de cristianos y la propuesta de la Mesa Ecuménica, a quien solicitan continuar este diálogo en torno a la paz, preparando desde ya la etapa de pos-acuerdos”. El Colectivo hizo llegar su saludo a los asistentes al Encuentro Nacional. En él comunicaron su deseo de “hacer el tránsito hacia la concreción de un país en paz, con justicia social”; una paz que, según afirman, “debe ser el propósito de una construcción colectiva”.

Con propuestas de iluminación bíblico-teológica, jornadas de reflexión y trabajos grupales, el III Encuentro  Nacional también se propuso analizar y discutir una estrategia de participación política de paz de parte del sector ecuménico. Con relación a este objetivo, Danilo Rueda, de la Comisión Intereclesial de Justicia y Paz, afirmó que las iglesias pueden incidir en el diseño de criterios para la elección de los integrantes de una posible Comisión de esclarecimiento de la verdad. “No pueden seguir siendo los cristianos víctimas anónimas”, sostuvo. A su parecer, el organismo también es una oportunidad para elaborar procesos de memoria colectiva, echando mano de los recursos y la documentación de comunidades de fe afectadas por la historia de violencia que ha vivido el país.

Otro de los desafíos de la Mesa Ecuménica por la Paz, al cual se enfrentaron los participantes del evento, fue el diseño e impulso de las veedurías populares ciudadanas de cara al proceso de paz con el fin de que lo pactado se cumpla. La presencia de organizaciones cristianas a lo largo y ancho de la geografía nacional es otra de las oportunidades para asumir la tarea profética de reconstruir un país en el que un día solo haya instrumentos de trabajo y no de muerte.

Texto y fotos: Miguel Estupiñán

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