Luce Giard, intelectual francesa

“Micheal de Certeau, inmerso en la cultura y en la fe de su tiempo”


Noviembre en el barrio porteño de Villa Devoto. Patio de la Facultad de Teología de la Universidad Católica Argentina. En un mediodía espléndido de sol, Luce Giard dialogó con Vida Nueva después de una conferencia muy nutritiva sobre Michel de Certeau ─(1925-1986) uno de los pensadores cristianos más lúcidos del siglo XX: sacerdote católico, jesuita, teólogo; en su definición más ajustada, un “jesuita de frontera”─ en la que ella tuvo la humildad y sencillez de los que sólidamente saben de lo que se trata.

giard copia
La presentación en Argentina de la versión en español de El extranjero o la unión en la diferencia de Michel de Certeau, editada por Ágape Libros, constituyó una excusa muy buena para conocer a esta mujer que sorprende no sólo por su especificidad, sino también por un casi exótico mix que pivotea entre la levedad y la solvencia cuando aborda temáticas potentes, definitorias, desde una excelencia intelectual que teje conceptos y expresa cuestiones que le atañen tanto al mundo que profesa la religión católica como al que observa esta Iglesia de Francisco que ventea aires nuevos hacia tantos patios de tantos gentiles.

¿Quién es Luce Giard?

Yo fui una joven científica que estudié Matemáticas, Lengua y Filosofía, y estaba interesada por la fe cristiana. Participaba de las actividades que proponía un centro de los intelectuales católicos que funcionaba en París; allí se organizaban unos encuentros con otros intelectuales para debates públicos sobre las cuestiones contemporáneas. En este contexto encontré a Michel de Certeau y a otros jesuitas, dominicos y laicos que fueron grandes figuras para la cultura cristiana. Fue en los años 70. A la vez, yo trabajé con un amigo, un viejo clérigo pasionista, Paul Stanislas Breton, a quien admiraba mucho. Trabajábamos para publicar una colección de algunos de sus ensayos sobre la fe cristiana, la cuestión de la lógica en relación con la Filosofía cristiana. En este tiempo, Breton me comentó que de Certeau, el jesuita que dirigió una serie de libros que se llamó Biblioteca de las Ciencias Religiosas, le había ofrecido editar un libro suyo. Preocupado, Breton me decía que no veía posible publicar dos libros diferentes al mismo tiempo con dos editoriales distintas. Yo le decía: “sí, se puede, vamos a organizar un encuentro amigable con Michel de Certeau y discutir la cuestión”. El encuentro se produjo en el marco de un almuerzo en París, en el año 1970. Esos fueron los primeros tiempos de una conversación muy personal con de Certeau y también de una amistad.

Así surgió ese lazo…

Así es. En ese tiempo, Breton ejercía como profesor de Filosofía en la Universidad Católica de París. Michel de Certeau enseñaba en un seminario para doctorandos en Teología en la misma universidad. Los dos se conocían un poco y se respetaban mucho a través de sus escritos. Yo había escuchado el curso de Filosofía de Breton en 1963; él me había preguntado qué estudios había cursado; le conté que había estudiado Matemática. Entonces me dijo: “Las Matemáticas, mucho mejores que la Filosofía”. Fueron aquellos, tiempos de una profunda amistad con Breton.

giard2 copiaEn esos días usted no imaginaba que con los años se convertiría en especialista en de Certeau.

Lo cierto es que en ese tiempo yo era investigadora en el tema de la lógica matemática en el Centro Nacional de Investigaciones Científicas (CNRS) de Francia. Era una creyente cristiana muy interesada en la cultura cristiana porque quería adquirir una cultura igualmente fuerte en mi fe, tanto para mi vida personal como profesional.

¿Cómo explicaría la esencia de de Certeau a gente ajena a la teología?

Michel de Certeau fue un jesuita, pero en la categoría social de los jesuitas. Según las palabras de la Compañía de Jesús fue un jesuita de la frontera: la frontera de la cultura contemporánea y de la comprensión de la fe para el futuro y las generaciones siguientes. De Certeau estuvo interesado en todas las formas de cultura y de nuevas experiencias de sus contemporáneos. ¿Y por qué lo estaba? Porque fue capaz de traducir el modo de vivir la fe cristiana en el presente y para el futuro. Y no ignoraba la tradición pero decía que, muchas veces, la innovación entra en la tradición para revivirla y que si la innovación del presente no entra en la tradición la tradición va a morir.

 

Puentes de imaginación

Logré que cuente que es laica y casada ─“Tengo un marido”─ y que solo intuyamos que lleva los años que dan una belleza que no tiene edad. Y, juntas, nos fuimos a imaginar un diálogo ¿imposible?

¿Sabe usted si de Certeau conoció al cardenal Bergoglio?

Ha viajado varias veces a Argentina, pero no sé con qué personas se ha encontrado en esos viajes. Sé que se ha reunido con varios jesuitas, por lo que supongo que lo pudo haber conocido. De lo que tengo certeza es que Bergoglio ha leído a Michel de Certeau, tiene un profundo conocimiento de su pensamiento y una gran admiración.

Bergoglio ha citado a de Certeau en varias oportunidades. ¿Podría usted imaginar un diálogo entre el y Francisco?

De Certeau diría al Papa: “Usted tiene que ser innovador y tomar el riesgo en la transformación de la institución de la Iglesia”.

Entonces, ¿de Certeau estaría contento con Francisco?

¡Sí, sí! Francisco y su inspiración miran al futuro. Al mismo tiempo, Francisco tiene un gran respeto para todas las personas. Michel de Certeau, en su estilo, fue igual: muy respetuoso con la gente que limpia la calle, con los “pequeños de pequeños” y hablaba con ellos con las mismas palabras y con las mismas maneras con las que hablaba con el decano de la facultad de Teología.

Iglesia americana e Iglesia europea. ¿Qué opinión le merece este contrapunto?

El número de creyentes parece más grande en América Latina que en Europa. Por ejemplo, en Francia y en Alemania el número de creyentes es pequeño. En América Latina, cuando voy a una misa de domingo veo convivencia, fraternidad y emoción. Generalmente, esto no lo percibo en Europa.

¿Tiene esperanza de que la Iglesia en Europa pueda cambiar?

No lo sé, pero se puede. Sería mi esperanza, mi deseo, pero no tengo ningún conocimiento que esto se vaya a producir.

Mi inquietud sobre el Papa es que tiene muchos enemigos en la Iglesia, en el Vaticano. Por eso, para acompañarlo su trabajo, el Papa necesita de las oraciones de todos los cristianos. Esa misma confianza que expresa Francisco en cuanta ocasión se conoce: “Recen por mí”.

TEXTO Y FOTO: VIRGINIA BONARD

Compartir