Procesionar sale a cuenta

Varios ayuntamientos reconsideran su impulso inicial de gravar los actos religiosos en la vía pública

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¿Está en riesgo la Semana Santa? [extracto]

JOSÉ LORENZO | En los últimos meses, las cofradías viven en un sinvivir. Con mayor periodicidad de la querida, se encuentran con advertencias en la prensa que cuestionan su actividad. Y más ahora, cuando las administraciones cierran sus presupuestos para 2016. Unas veces es en Sevilla, donde la ahora diputada por Podemos, Begoña Gutiérrez, dejaba en el aire la continuidad de la Semana Santa. “En Podemos, todo los decidirán los ciudadanos”, decía a principios de año en una entrevista que aceleró el pulso y la repulsa en las redes sociales, hasta el punto de que tuvo que desdecirse, a medias, en un tuit: “La Semana Santa es una tradición arraigada en Sevilla y formará siempre parte de nuestra cultura mientras la ciudadanía así lo quiera”. Poco después fue retratada con toda normalidad viendo con su familia el paso de la Hermandad de los Estudiantes…

Luego fue en Ferrol. “El Ayuntamiento recula y apoyará económicamente a la Semana Santa”, titulaba la prensa gallega a finales de septiembre, después de que el nuevo equipo municipal, salido de la “nueva política”, amagase con suprimir los 75.000 euros de subvención a unas celebraciones declaradas de Interés Turístico Internacional, y que este año dejaron 30 millones de euros en una comarca industrialmente muy deprimida que aún arrastra las consecuencias de la reconversión naval de los años 80.

El último susto ha venido desde Mallorca al publicar la prensa que la nueva coalición municipal (socialistas, nacionalistas y Podemos) dejaría sin subvención al Corpus y recortaría de 27.000 a 3.000 euros la aportación a la Semana Santa. Por contra, exigiría a las cofradías 60.000 euros para los gastos de limpieza y policía. El desmentido vino por el mismo cauce, tras las protestas que tildaban la gestión municipal de estar basada en la confrontación y de destacarse que el turismo religioso atrae cada año a la isla a dos millones de personas. De la noticia y su desmentido se enteró el Obispado mallorquín por los medios de comunicación. Allí no se han parado a reflexionar sobre las razones de estas informaciones, si son meros deseos que se topan con una realidad con la que se siente vinculada una mayoría social, como ha comprobado esta revista.

Quien no tiene dudas es César Carreño, presidente de la Junta de Cofradías de Ferrol, al analizar la causa de todos estos anuncios que luego no acaban de concretarse: “Son globos sonda. Parece que se quiere romper con lo antiguo y empezar un tiempo nuevo. Hablan de tolerancia y libertad, pero creo que entienden mal las cuestiones, porque ser tolerante no implica que otros tengan que renunciar a su forma de ser y de entender su vida. Y ahí está el problema”, señala.

Labor social cofrade

Carreño destaca también la labor social que realizan las cofradías, como las siete toneladas de alimentos que, en lo que va de año, han destinado a Cáritas, al Banco de Alimentos o a la Cocina Económica. O los 6.000 euros que ingresaron en la cuenta de un refugio para personas sin hogar con el dinero recaudado por la venta de las flores que adornan los tronos. O el pago que hacen de recibos de luz, agua, alquiler o libros escolares a 45 familias…

procesion-2-G“Pero esas son cosas que hacemos y no decimos. A lo mejor entendemos mal lo de que la mano derecha no sepa lo de la izquierda. Pero la labor social que hacemos las cinco cofradías es muy importante, teniendo en cuenta que somos una ciudad de 60.000 habitantes. Quizás tendríamos que ir con el capirote de penitentes para que nos vieran que somos nosotros”, dice con sorna el religioso mercedario. Que desaparece cuando afirma que “la celebración de la Semana Santa cuesta 160.000 euros, pero según la Xunta, ha dejado 30 millones de euros de beneficios. Y las cofradías aportamos 68.000 euros al año…”.

La rentabilidad económica de estas celebraciones religiosas, pues, parece clara. Como lo es, indudablemente, la Semana Santa de Sevilla (280 millones de euros para una inversión de menos de 10), la de Córdoba (42), Málaga (24); o incluso los poco más de 2 millones en Palencia o Valladolid… O el impacto de las peregrinaciones a Compostela, cifrada por la Xunta, en 2004, en 5.000 millones de euros. O los 65,6 millones de euros generados por los más de 400.000 visitantes de la vigésima edición de Las Edades del Hombre en Ávila y Alba de Tormes. O los 411 millones de euros que dejaron las visitas a las catedrales españolas en 2014, y que dan trabajo a más de 8.000 personas…

Con el fútbol solo se atreve la policía

Las concentraciones multitudinarias que exigen una inversión pública son muy numerosas. Rara es la semana en la que no se organizan encuentros, manifestaciones, maratones, exhibiciones, conciertos, torneos… que se acrecientan en verano. Ahí están, por ejemplo, encierros tan famosos como los sanfermines, pero también los de centenares de pueblos que no quieren prescindir de su tradición. Por no hablar del fútbol. Cada año, el Estado gasta 10 millones de euros en la seguridad de la Liga BBVA –que juegan empresas constituidas en sociedades anónimas–, según la Unión Federal de Policía (UFP).

“La Liga tendría que colaborar en los costes”, señala a Vida Nueva José María Benito, portavoz de la UFP. Y recuerda el esfuerzo realizado hace unas semanas en el partido entre el Real Madrid y el Barcelona. “Participaron 1.700 policías. Fue necesario traer efectivos de otras ciudades, con su coste aparejado en dietas. Estuvieron cuatro días velando por la seguridad, a 100 euros diarios en concepto de manutención y alojamiento… Es verdad que el dinero ya está presupuestado, pero de lo que se trata es de que no salga del que aportamos todos los ciudadanos…”.

En el nº 2.967 de Vida Nueva

 

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