Editorial

Balance de legislatura: de la decepción a la lección aprendida

Compartir

EDITORIAL VIDA NUEVA | Se cierra la legislatura más prolongada de la democracia. A menos de un mes de las elecciones, Vida Nueva ha recabado la opinión de las principales entidades eclesiales en nuestro país para analizar los logros y asignaturas pendientes del Gobierno del Partido Popular.

El balance de unos y otros es compartido: las expectativas no se han cumplido. En lo económico, la grave crisis económica dejó poco margen de maniobra al presidente, Mariano Rajoy, para evitar la bancarrota y el consiguiente rescate de la Unión Europea. Este abismo financiero se salvó a costa del empleo y de recortes en materia social y sanitaria.

Ha sido la Iglesia –como servidora de los pobres–, y no el Estado –como garante de los derechos de los ciudadanos– quien ha velado por desahuciados, parados, familias sin recursos, la cooperación internacional… El desencanto generado en Cáritas, Manos Unidas y demás obras ligadas a congregaciones religiosas se ha multiplicado ante la falta de ejemplaridad de los políticos por los casos de corrupción, que no ha sido un lastre exclusivo del partido en el poder.

También se suspende al Gobierno en relación a unos principios basados en el humanismo cristiano que parecen diluidos. Los obispos han criticado abiertamente la marcha atrás en la reforma del aborto y la mirada para otro lado ante el matrimonio homosexual aprobado por los socialistas. De la misma manera, la Iglesia se ha visto defraudada en materia educativa. Por un lado, el tratamiento de la asignatura de Religión en la Ley Wert que ha relegado las horas de docencia en muchas autonomías y la ha dejado huérfana en Bachillerato. Por otro, la falta de apoyo a la escuela concertada ha ahogado sus cuentas.

Los obispos han caído en la cuenta de
abandonar posturas partidistas
y velar por un discurso integrador.

Esta travesía inesperada por el desierto se hizo sin diálogo entre Gobierno e Iglesia. Más bien, desde Añastro se levantó un muro frente a toda la clase política. Prueba de ello es que no hay testimonio gráfico alguno de Rajoy o Pedro Sánchez con el que fuera presidente del Episcopado, el cardenal Rouco Varela.

Ahora, frente a la tentación y el riesgo de identificación del voto católico con un pensamiento único, desde la Conferencia Episcopal se ha aprendido la lección. Es más, se ha dado un giro para no encumbrar a unos ni demonizar a otros ante las próximas elecciones.

Pasada la exaltación inicial, superada la consiguiente decepción y el enfado posterior, los obispos han caído en la cuenta de abandonar posturas partidistas y velar por un discurso integrador: con la conciencia clara de que hay principios y valores básicos que defenderán siempre, pero sin encasillarse ni dejarse encasillar por otros, donde todos los cristianos se sientan parte, apelando a la libertad y la responsabilidad de su voto.

En el nº 2.966 de Vida Nueva. Del 28 de noviembre al 4 de diciembre de 2015

 

LEA TAMBIÉN: