José Lorenzo, redactor jefe de Vida Nueva
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Espíritus de cruzada


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José Lorenzo, redactor jefe de Vida NuevaJOSÉ LORENZO | Redactor jefe de Vida Nueva

Cuando pienso en el terror, siempre me acuerdo de Christine. Murió de miedo a los 14 años. Tal cual. El pánico le reventó el corazón. Aquella noticia, hace seis años, me ayudó a calibrar con más nitidez el sufrimiento de quienes viven continuamente sometidos al terror. De unos y otros. De hecho, así murió ella, por el terror causado en un bombardeo en su Gaza natal.

No, esto no va de israelíes y musulmanes. Christine era cristiana. Tampoco va de persecución de cristianos, que la hay. Esto va de víctimas que tuvieron la desgracia de nacer en el lugar equivocado o de divertirse cuando merodeaba una pandilla de locos resabiados. Va de inocentes, como los de París. O Madrid. O Londres. O Nueva York. Pero también de Siria, Nigeria, Tailandia… O los que van en aviones que estallan en pleno vuelo. O los que huyen de la miseria en la que los dejó la descolonización primero y la corrupción después de los monigotes que las potencias dejaron levantando el meñique al tomar el té. Va de sinrazón.

Las imágenes del terror en París nos sacuden muy dentro porque casi pudimos sentirlas, en pleno corazón de esta civilización que no entiende qué es lo que no gusta de sus valores, pero que olvida que hasta que no los refinó, los sembró a fuego cuando se repartió el mundo. Pretendían imponer su razón desde la sinrazón. Y esto, hasta antes de ayer.

Lo acaba de reconocer Tony Blair. Y como los malos recuerdos, su escalofrío vuelve una y otra vez. Es mentira que esto sea una guerra de religión, aunque el mundo las haya conocido. Hoy, los principales líderes religiosos, con el Papa a la cabeza, abominan de esta blasfemia. Salvo ese puñado de pirados que juegan a califas. Pero cuidado con la tentación de querer despertar entre nosotros al cruzado que algunos aún llevan dentro.

En el nº 2.965 de Vida Nueva

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