Omella, un hombre de Francisco para la nueva realidad catalana

Las primeras palabras del nuevo arzobispo, su perfil social y su manejo del catalán han facilitado su acogida

Juan José Omella, arzobispo electo de Barcelona

JORDI LLISTERRI | Es catalán quien vive y trabaja en Cataluña y, además, quiera serlo. Esta sentencia, que hizo fortuna en los años 80 con la idea de ampliar el espectro de un catalanismo no identitario, se ha aplicado estos días pera recibir al arzobispo Juan José Omella. Siempre existe una preferencia por un obispo más insertado en la realidad pastoral catalana.

Pero el hecho de hablar catalán, de ser una decisión personal de Francisco, el perfil escogido –muy social– y el tono empleado en sus primeras palabras, ha facilitado su acogida. Las primeras palabras del cardenal Lluís Martínez Sistach en Barcelona, el día del nombramiento, se fijaron en la procedencia de Cretas. “Cuando nació y fue bautizado, Cretas formaba parte del obispado de Tortosa” y “su lengua materna es el catalán”.

Este pueblo de Teruel está a escasos diez kilómetros de la frontera con Cataluña. En el turbulento clima político que envuelve la realidad catalana, el mismo gobierno de la Generalitat valoró en una nota que “el arzobispo Omella tenga un buen conocimiento de la realidad, la cultura y la lengua propia de nuestro país”. También destacaba que “además, reforzará la fluida relación entre la Iglesia de Barcelona y la Santa Sede, teniendo en cuenta la gran sintonía pastoral con el papa Francisco”. Por ahora, la campaña “Volem bisbes catalans” –Queremos obispos catalanes–, ni esta, ni se la espera, aunque ya sean cuatro las diócesis catalanas con obispos que llegaron sin un conocimiento previo de sus especificidades.

“Yo estoy satisfecho porque lo ha nombrado el papa Francisco, y si lo ha nombrado supongo que se ha asesorado bien”. Este era el argumento de Sistach para valorar el nombramiento, mientras repetía que marchaba satisfecho por haber “hecho los deberes” en este tema. No entró en más valoraciones porque “no nos conocemos mucho”, pero confía en que Omella “tiene capacidad para adaptarse y rodearse de personas que lo pueden asesorar y aconsejar bien”. La continuidad de Sebastià Taltavull como obispo auxiliar de Barcelona facilitará este traspaso.

En la presentación del nombramiento a la prensa, Taltavull quedó en su habitual discreto segundo plano, pero es conocida su buena relación con el nuevo arzobispo Omella. También son significativas las palabras del arzobispo de Urgell, Joan Enric Vives, otro de los nombres que había estado sobre la mesa para suceder a Sistach.

De visita pastoral en Andorra, Vives aseguró que conoce bien a Omella y que “es una persona muy adecuada para los tiempos que corren y muy vinculada al papa Francisco”. Ante los periodistas, añadió que el nombramiento confirma que “todo eran rumores” y que “a pesar de que algunos quieren crear problemas, Andorra tiene copríncipe y mientras tenga salud y los andorranos lo quieran, seguiré al servicio de los ciudadanos”.

Sistach no se jubila

El cardenal Martínez Sistach se marcha dejando “una buena relación de Cataluña con el Vaticano”. Parece claro que Sistach está en plena forma y no se jubila. Sus funciones como cardenal continúan, ya que forma parte de cuatro dicasterios. Además, tiene en marcha la creación de la Fundación Antoni Guadí, que quiera dar continuidad al trabajo internacional del encuentro sobre la Pastoral en la Grandes Ciudades. El arzobispo emérito se quedará a residir en Barcelona, su ciudad natal, “siempre sin inmiscuirme en nada de la diócesis”. Concretamente tendrá una habituación en la residencia sacerdotal. El 13 de diciembre se prevé el acto de despedida del que ha sido pastor de Barcelona durante los últimos doce años.

En el nº 2.964 de Vida Nueva

 

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