Marko Rupnik: cuando la verdad se torna belleza

El jesuita ha hecho del arte su medio para expresar una fe a todo color

Marko Rupnik en la capilla del Santísimo de la catedral de La Almudena

Marko Rupnik en la capilla del Santísimo de la catedral de La Almudena

Marko Rupnik: cuando la verdad se torna en belleza [extracto]

RUBÉN CRUZ | Es artista, pero por encima de todo jesuita. Y eso se nota cuando se le tiene delante. Marko Rupnik (Eslovenia, 1954) es el autor del mosaico que decora la capilla “Redemptoris Mater” de las estancias papales en el Vaticano. Además, es el creador de los mosaicos neobizantinos de la capilla del Santísimo, la sacristía y la sala capitular de la catedral de La Almudena. El pasado 28 de octubre estuvo en la Universidad Pontificia Comillas impartiendo una conferencia titulada Discernimiento de la cultura a través del arte. Además, concedió a Vida Nueva su única entrevista en nuestro país.

PREGUNTA.- ¿Cómo traduciría, desde un punto de vista artístico, el nuevo período que vive la Iglesia?

RESPUESTA.- La traducción artística de esta nueva época está representada en el logo que he realizado con motivo del Año de la Misericordia. En ese logo se ve cómo Cristo desciende hasta el infierno y se carga a sus espaldas al hombre muerto, que está destruido. Y esto lo hace con tal amor y tal participación que los dos rostros se funden juntos y comparten hasta el mismo ojo. Con Francisco se puede experimentar cómo Dios mira al ser humano. Él es capaz de comunicar esta mirada de Dios y nos ayuda a ver que el ser humano puede mirar con el mismo ojo de Dios.

P.- ¿Qué momento vive el diálogo fe-cultura?

R.- Hoy está en juego la vida. Cuando intentamos conquistar el terreno cultural dejamos de dialogar con la cultura. Estamos en el mundo para vivificar lo que el hombre ha creado. Estamos para dar la vida.

P.- ¿Con qué color o colores pintaría la renovación que está teniendo lugar en la Iglesia?

R.- (Piensa algunos segundos antes de responder) Con colores primaverales o de frutos maduros.

P.- ¿Y de qué color era antes?

R.- Desde luego no monocolor, con muchos colores.

P.- Francisco es un exponente dinamizador de la Iglesia en este tercer milenio. Uno de sus cambios es que habla de tú a tú. ¿Es su mayor revolución este lenguaje más terrenal?

R.- El Papa no es un experto del lenguaje. Francisco habla como vive y es la vida la que se expresa así. Él no finge. No ha estudiado un método, por eso es convincente. Su humanidad revela la vida que está detrás, y esta vida en él se expresa con una mentalidad muy precisa. Esta es precisamente su grandeza como teólogo. Es verdad que a menudo oímos de unos u otros decir: Francisco no es un teólogo. Y esto se debe a que tenemos un concepto moderno de lo que es un teólogo: un profesor que se mete de lleno en su mesa de estudio. Pero en el primer milenio, el teólogo era el pastor, el obispo, y su teología se ve en el modo en el que él es pastor. Y aquí está la grandeza de la teología de Francisco, el modo en que él está desarrollando la manera de ser papa.

P.- Usted siempre dice que hoy la Vida Consagrada no es bella. ¿Por qué?

R.- La belleza fascina, es atrayente, te implica. La belleza es la carne de lo verdadero y del bien. La verdad se comunica cuando se torna belleza. Cuando ves algo bello, te enamoras, te asombras. Hoy, la Vida Religiosa lo que hace es llorar la falta de vocaciones, lo que quiere decir que no es bella, porque si lo fuera sería fecunda. Como dice el teólogo ruso Pável Florensky: “La belleza es el amor realizado”. Y con esto no digo nada en contra de la Vida Religiosa, sino que sufro viendo lo que sucede.

P.- Entonces, ¿cuándo y por qué empezó a perder esa belleza?

R.- Cuando comenzamos a trabajar sobre la perfección del individuo, cuando dejó de dar testimonio de que somos obra de Dios. El mundo no sabe qué hacer con la perfección individual de los religiosos. El mundo lo que quisiera es conocer al Padre y encontrar la vida nueva que de Él emana. La perfección propia me revela a mí mismo. Si soy un hombre redimido y no simplemente capaz, entonces mi vida se vuelve teofánica.

P.- ¿Recuperará la belleza en algún momento la Vida Religiosa?

R.- Hoy ya muchas realidades de la Vida Religiosa están viviendo esta belleza. Pero es una parte silenciosa, no precisamente la que tiene la voz dominante. Una parte de esta Iglesia silenciosa es muy bella y está muy metida en el pueblo, muy cercana al ser humano. Además, es muy amada por la gente. Y este es el futuro. La primera evangelización de Europa se ha hecho a través del trabajo y la nueva evangelización también. No pedimos un espacio para nosotros. El Espíritu Santo, en la Eucaristía, cuando actúa sobre el pan, no lo destruye. Cristo ha entrado en la Virgen María sin destruir su feminidad. El fuego quemaba la zarza ardiendo, pero esta no se ha destruido. Quiero decir que no estamos en el mundo para competir. No pedimos nada para nosotros mismos. Queremos vivir lo que viven todos. Y hacer ver que somos una existencia nueva, un modo distinto, un modo de Dios, que no elimina nada, que no destruye, sino que lo santifica.

P.- ¿Y algún ejemplo concreto de esta belleza silenciosa?

R.- Tantos sacerdotes y religiosas que trabajan en zonas imposibles… Están en las situaciones más difíciles, no piden nada para ellos, simplemente están viviendo su vida como un don en las manos de los hombres y mujeres de este mundo. Por todas partes, pero sin hacer ruido. Mujeres religiosas en condiciones humanas que no son llevaderas, pero con tanta serenidad… Por ejemplo, unas religiosas italianas que acompañan a nómadas. También en Europa del Este algunos religiosos, pese a trabajar durante todo el día, por las noches se dedican a visitar a familias, a enseñarles a rezar, a explicarles la Biblia. Es algo extraordinario. Y el mundo los ama verdaderamente.

P.- ¿Francisco es el pastor que la Iglesia necesitaba para devolver la belleza?

R.- Sin duda, esto es visible a los ojos de todo el mundo. Estamos al inicio de una gran y nueva era cristiana, donde la Iglesia no será paraestatal, sino paraimperial. El Vaticano II nos ha hecho descubrir la Iglesia de la comunión, una Iglesia eucarística.

Falsas imágenes de Dios

En el encuentro de Vida Consagrada que tuvo lugar en octubre en Madrid, Marko Rupnik explicó que el psicoanálisis ha tenido que intervenir para sanar la imagen del Padre. Pero, ¿qué quiere decir realmente con estás palabras? Pues el artista señala a este respecto que, “si comunicamos una vida filial, de hijos libres, si somos capaces de comunicar lo hermoso que es ser hijos del Padre, y que el Padre es el amor, la misericordia… Si fuéramos capaces de comunicar este Dios, el Padre no sería un problema. Pero, sin embargo, se ha convertido en un problema, porque cuando un joven comienza a pensar que en su vida tiene que cumplir la voluntad de Dios, se asusta”. En este sentido, Rupnik considera que “la imagen del Padre suscita miedo, no se vive del todo claro que la voluntad de Dios es el amor. Y que ese será el modo de cumplir la vida. No digo que haga falta que intervenga el psicoanálisis, sino que no habría hecho falta el psicoanálisis si no hubiéramos comunicado una imagen falsa de Dios”. Y, sin embargo, “no ha sucedido así. Dirigirnos a Cristo, al Padre, al Espíritu Santo, a la comunión, no es hoy lo más común. Tenemos una visión equivocada, muy errada, y es evidente que al Padre solo puede comunicarlo el hijo. El problema principal es la vida, no las ideas”.

En el nº 2.964 de Vida Nueva

 

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