De los padres y de los abuelos

Carlos Amigo, cardenal arzobispo emérito de Sevilla CARLOS AMIGO VALLEJO | Cardenal arzobispo emérito de Sevilla

Como ahora, como quien dice, acaba de comenzar un nuevo curso escolar, es oportuno considerar el importante y complejo papel de la familia en la educación de los hijos. Y el primero de los escollos, para adentrarse en este punto capital para el desarrollo de la personalidad, son esas mil y una trabas para que los padres puedan elegir libremente tanto el centro como el ideario educacional que quieren para sus hijos.

Que los padres sean los mejores educadores de sus hijos, hay pocos que lo puedan dudar. Pero sería una grave incoherencia responsabilizarlos sin haberse ocupado de formarlos a ellos mismos, para que sean maestros y testigos ante sus hijos. Tarea nada fácil. Primero, porque muchos no quieren asumir esta tarea y la declinan en la escuela u otras instituciones. Después, porque no se sienten con la preparación necesaria para tan noble como arduo compromiso.

Toda la comprensión del mundo con los padres. Tienen serias razones para no poder asumir la formación completa de sus hijos, tanto la académica y pedagógica como la moral y cívica. Menos comprensible es la falta de participación y la indiferencia, que pueden hacer sospechar una irresponsable conducta de desinterés.

Cuesta trabajo descargar todo el peso de la responsabilidad en los padres. ¿Las instituciones educativas hacen lo posible por concienciar y ayudar a los padres de sus alumnos? Más que culpabilizarlos, ¿no sería mejor poner en marcha una campaña sobre la labor de la familia en la escuela? Muchos más interrogantes pueden presentarse. Pero más que inquirir, será necesario ofrecer instrumentos pedagógicos que faciliten esa deseada comunidad educativa que necesariamente han de formar la escuela y la familia, para conseguir una verdadera educación integral.

La Iglesia, tanto en los colegios de titularidad religiosa como en las parroquias, asociaciones religiosas y actividades relacionadas con la vida consagrada, realiza una labor tan meritoria como imprescindible. Aquí entra el tema de la transmisión de la fe de los padres a sus hijos. Y los abuelos, que papel tan importante tienen en la iniciación cristiana y educación religiosa de sus nietos.

De todo esto se ha hablado, y con mucho interés y claridad, en la Asamblea Ordinaria del Sínodo de los Obispos que se clausuró a finales de octubre en Roma. Habrá que estar muy atentos al magisterio que sobre esta cuestión nos ofrezca el papa Francisco, en una previsible exhortación postsinodal.

En el nº 2.964 de Vida Nueva.

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