Si tuviera fe…

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los 8 años de edad, la vida de Pepper Flynt Busbee (Jakob Salvati) –apodado little boy por su baja estatura– gira en torno a su familia. Objeto de burla entre sus pares, la presencia de su padre James (Michael Rapaport), a quien considera “su único amigo”, constituye el hilo dramático del filme de Alejandro Monteverde, ambientado en el contexto de un pequeño pueblo costero de los Estados Unidos, en los años 40, durante la Segunda Guerra Mundial.

Ante la imposibilidad de que su hermano mayor (David Henrie) se aliste para combatir en las tropas de su país, por tener el pie plano, inevitablemente James debe ocupar su lugar y marchar a la guerra contra los nipones. Todo ocurre a prisa, en escasos 15 minutos. El resto de la película ofrece una particular narrativa surrealista, que progresivamente se torna en un buen pretexto para que el espectador reflexione sobre “el granito de mostaza” que sostiene su experiencia de fe, al tiempo que asiste a los sinsabores de una familia que anhela el re-encuentro con su padre y esposo, sano y salvo.

Particularmente, la historia se centra en la inocente fe del pequeño Pepper, quien inicialmente pone su esperanza en Ben Eagle (Ben Chaplin), el mago-héroe de las historietas que le compraba su padre, y posteriormente encuentra en el cura del pueblo (Tom Wilkinson), el mentor (¿guía espiritual?) que lo impulsa a descubrir, a la luz de las siete obras de misericordia corporales, que “todo es posible para quien tiene fe”, hasta mover una montaña, superando incluso sus prejuicios hacia Hashimoto (Cary-Hiroyuki), su vecino japonés.

Entre las críticas de quienes consideran que es una película manipuladora, melodramática, conservadora e impertinente para estos tiempos de escepticismo moral, el público católico podrá sintonizarse con una narrativa que conjuga las tres virtudes teologales –fe, esperanza y amor– desde la centralidad de la familia, en el umbral del año de la misericordia, y podría, tal vez, acoger con matices contemporáneos las tradicionales obras de misericordia: acoger al migrante, combatir el tráfico de personas, denunciar los abusos contra menores, cuidar y defender a la Madre Tierra, dar oportunidades a los jóvenes, valorar la sabiduría de los ancianos, desterrar la violencia…

Con todo, no deja de hacer ruido que en el filme se evidencie que Little Boy sea un homónimo compartido por el inocente Pepper y la devastadora bomba atómica que fue lanzada sobre la ciudad de Hiroshima el 6 de agosto de 1945.

ÓSCAR ELIZALDE PRADA

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