Año nuevo en el Centro Cultural Islámico

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Una visita a la sede de la institución en Chía

Año nuevo 1437 en el Centro Cultural Islámico. Miércoles 14 de octubre. El imam Julián Zapata y su esposa Fanny Ochoa preparan una exposición en alianza con las bibliotecas públicas de Chía (Cundinamarca). Fundado en 1993 como el primero de su especie en América Latina, el Centro Cultural Islámico se propone hacer avanzar el diálogo, la alianza entre civilizaciones y la cooperación interreligiosa: desafíos urgentes a nivel mundial, pero también condiciones para una auténtica forma de convivencia pacífica en el país.

Más de 400 obras sobre arquitectura y arte musulmán para ser seleccionadas; muestras de caligrafía árabe; telas bordadas con hilos dorados y plateados con inscripciones sagradas; tapetes tejidos a mano, traídos de Irán y de otros países; manuscritos sobre pergamino; platos, cajas y rosarios tradicionales; diversidad de coranes en más de 40 lenguas, entre los que se destaca el Corán más grande del continente; textos sobre ciencia política, literatura, filosofía, teología, mística y religión reunidos en una biblioteca especializada. Una puerta abierta hacia el islam y hacia el universo espiritual de un proceso que ha tenido lugar en Colombia.

Sentir lo enorme

Colección de coranes en más de 40 lenguas

Colección de coranes en más de 40 lenguas

Nacido en el seno de una familia de librepensadores, Julián Zapata creció entre libros y debates sobre política y religión. A su casa en Cumaral, Meta, llegaban el pastor protestante, el cura del pueblo, los comunistas, los liberales… “¿Por qué hablo del diálogo interreligioso? Nací con ello”. “Con los años entendí que Dios existe pero hay muchas formas de mirarlo”. Lector ávido desde niño, en su adolescencia se encontró con el legado del profeta Mahoma, a quien aprendió a amar junto a otros grandes maestros espirituales de la humanidad.

Con todo dispuesto para una carrera política en su tierra natal, Bogotá le permitió profundizar sus inquietudes intelectuales y religiosas cuando se trasladó a la capital a adelantar estudios de filosofía y derecho. Tercer año de universidad: un paréntesis en la carrera para estudiar exhaustivamente el contenido de nueve libros sobre el mundo islámico suministrados generosamente por la embajada de Irán.

El contacto con los antiguos integrantes de la Asociación Benéfica Islámica acrecentó su interés y el camino lo fue abriendo a nuevos horizontes y a otros escenarios. Ha dicho Goethe: “por mucho que el hombre se haga familiar a los sentidos, siempre sentirá lo enorme profundamente conmovido”. Conmovido experimentó Julián su afirmación progresiva como musulmán durante la década de 1980: el sentimiento de estar unido a una particular forma de experiencia espiritual que marcó desde entonces su vida.

Conoció a Fanny a inicios de la década de 1990. Con ella y con otras personas fundó el Centro Cultural Islámico para poner de manifiesto la diversidad constitutiva del mundo y del pensamiento musulmán. Pronto la institución se convirtió en un referente para gente interesada en proponer espacios de encuentro inter-religioso: el jesuita, Antonio José Sarmiento, el dominico Carlos Mario Álzate; el franciscano Lotero, entre otros. Nacía un circuito de diálogo que se propuso compartir estudio, trabajo y actividades. Fue el origen de la Confederación Colombiana de Libertad Religiosa, Conciencia y Culto (CONFELIREC), nacida posteriormente.

La era del diálogo

Muestra de caligrafía tradicional, hecha en hilos plateados

Muestra de caligrafía tradicional, hecha en hilos plateados

La institución tiene su sede en Chía y busca integrar y armonizar los preceptos de la Civilización Islámica con las tradiciones y legados culturales de nuestros pueblos iberoamericanos. También se propone consolidar la era del diálogo y la alianza entre civilizaciones; promover e impulsar el diálogo interreligioso y fomentar la cultura de la paz, a partir del paradigma de la interculturalidad y el reconocimiento del otro sobre la base de la cooperación

Transformación histórica

En 1997 Julián participó en un encuentro mundial en Egipto con un aporte sobre el diálogo islam-occidente y la reforma de la academia. Y al año siguiente fue invitado con su esposa y su familia a vivir y a estudiar durante dos años en Irán y a participar en nuevos encuentros internacionales. Las reflexiones sobre diálogo de civilizaciones coincidían con lo que el Centro Cultural Islámico se había propuesto llevar a cabo en Colombia.

La extrema ideologización de algunos debates y el conservatismo de ciertos sectores religiosos en Oriente Medio hicieron que Julián y Fanny reafirmaran su deseo de un islam universal. Con esta idea regresaron, luego de haber acumulado conocimientos, experiencias y amistades; vinculados para siempre con lugares de referencia que aún hoy consideran sagrados, pero conscientes de la necesidad de buscar  “un islam que tenga algo que decir a nuestra realidad”.

Nuevos viajes y nuevas iniciativas para adelantar los cometidos de su institución y de las articulaciones con otras organizaciones en el país. Ya en 2001 Julián advertía en escenarios internacionales el riesgo del fundamentalismo religioso. En los años sucesivos sus aportes sobre libertad e igualdad religiosa se han unido en debates en el congreso a los de otros líderes.

Entre las propuestas que permanecen vigentes se encuentra la de crear una cátedra sobre historia y filosofía de las religiones en todo el país. La pedagogía para la paz, asunto del que tanto se ha comenzado a hablar, requiere, igualmente, según Julián y Fanny, de una pedagogía del hecho religioso. Una sana coexistencia pasa por una sana relación con un asunto transversal en las diversas civilizaciones que componen el mapa mundial. Y puesto que el Centro cultural Islámico no le ha dado la espalda al conflicto de Oriente Medio tiene una propuesta propia: que se cree un Estado Federal Abrahamico.

Fanny Ochoa y el imam Julián Zapata

Fanny Ochoa y el imam Julián Zapata

Señala la institución en un documento oficial: “El territorio de Palestina o Israel y sus ciudades sagradas Jerusalén, Jericó, Belén, Nazaret y Hebrón son patrimonio espiritual de la humanidad, de los hijos de Abraham, y de tres grandes tradiciones espirituales que han dejado una huella indeleble en la mística, la sabiduría, y las cosmovisiones universales: el Cristianismo, el Islam y el Judaísmo representan más de la mitad de los seres humanos que poblamos la tierra. Cualquiera solución al conflicto que no tenga en cuenta estas tres tradiciones monoteístas estará negando la realidad histórica y estará destinada al más rotundo fracaso”.

Nuevas iniciativas nacen a diario. Entre ellas, se perfila la creación de un centro internacional para la paz y la cooperación entre religiones, civilizaciones y culturas. El objetivo del proyecto es consolidar la idea de que el hecho religioso no solo es un objeto de estudio sino un sujeto de cambio; un ámbito para el encuentro en función de transformaciones históricas pendientes.

Es mucho lo que las religiones pueden hacer cuando articulan sus capacidades en orden a la defensa de los derechos humanos y a dar su aporte en la educación y el enriquecimiento cultural de un pueblo. Un llamado que resuena entre las paredes del Centro Cultural Islámico.

Texto y foto: Miguel Estupiñán

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