Fidel Herráez, nuevo arzobispo de Burgos

Fidel Hérraez, nuevo arzobispo de Burgos, noviembre 2015

“Voy para querer y servir a la diócesis”, dice a Vida Nueva

Fidel Hérraez, nuevo arzobispo de Burgos, noviembre 2015

BLANCA RUIZ ANTÓN | Fidel Herráez deja la diócesis de Madrid con el sabor de los buenos recuerdos. “Resplandecen mucho más las luces que las sombras” de estos casi 20 años como obispo auxiliar y 47 como sacerdote, afirma tras darse conocer, el 30 de octubre, su nombramiento como arzobispo de Burgos, en sustitución de Francisco Gil Hellín, quien había presentado su renuncia por razones de edad.

Han sido años dedicados al servicio de manera discreta, pero eficaz. Por eso asegura que recuerda las visitas pastorales a casi todas las parroquias de la diócesis, pero sobre todo permanecen en su memoria “con inmenso cariño los cientos de personas buenas” que ha encontrado en su servicio como obispo. “Los llevo en el corazón”, precisa a Vida Nueva.

En sus años de trabajo como auxiliar en Madrid se esforzó “en que, cuando había algo que no era positivo, encontrar una solución y colaborar para que dejara de serlo”. Conoce bien la Iglesia que deja en la capital y la califica de “espléndida, llena de fuerza”, “una Iglesia muy viva”, “con muchas posibilidades, pero sabiendo siempre que tenemos que seguir avanzando”.

De Madrid no se lleva nada ni a nadie. “Quiero ir y trabajar con los de allí”. La mudanza se prevé escasa porque también deja en la entrada en la Curia diocesana un cuadro muy especial, un Ecce Homo. Cuando terminó el bachillerato, el joven Fidel le explicó a un profesor del Colegio de Huérfanos de la Policía su deseo de entrar en el seminario y este le dijo que no duraría ni dos meses. Sin embargo, su deseo de “hacer feliz a los demás con la Buena Noticia de Dios” fue más fuerte que la previsión de su profesor. Pasado el tiempo, volvieron a encontrarse y, tras reconocer su equivocación, este le regaló el valioso cuadro.

Tomará posesión el 28 de noviembre a las 12 de la mañana. No sabe qué se encontrará allí, pero asegura a este semanario que el reto es el mismo en todas partes: “Anunciar con nuestra vida, obras y palabras que Dios nos quiere, que quiere que seamos felices y que nos ayudemos unos a otros a serlo. Hay que vivir abiertos a Dios y a los demás”. Su deseo es “amar y servir”, y ahora precisa que va a Burgos “con mucho ánimo para querer y servir a cuantas personas el Señor me encomienda en esta Iglesia”. “Dios me llamó de jovencillo y Él me ha ido acompañando siempre”.

Así irá a su nueva tarea, con el “ánimo de quien estrena algo, pero con el horizonte que Dios quiera, con sus tiempos”. “Quiero ser regalo de Dios para todos y cada uno. Me esforzaré para que nadie, ninguna persona o institución que quiera caminar en la Iglesia, se quede fuera”, declara.

Herráez recuerda cuando el entonces cardenal Bergoglio les predicó el retiro en enero de 2006 a los obispos españoles y su encuentro en la visita ad limina de 2014. Sin embargo, él tuvo otra oportunidad de conocerle un poco más, durante un viaje a Buenos Aires acompañando al cardenal Rouco. Recuerda divertido que el purpurado argentino, después de un cumplido sobre su bondad, le dijo: “Fidel, la próxima vez que me confiese, procuraré hacerlo contigo, a ver si sigues pensando lo mismo”.

En el nº 2.963 de Vida Nueva

 

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