La orden fundada por santo Domingo arranca un Jubileo de encuentro y renovación
JOSÉ BELTRÁN | La teología hecha vida. Una forma nueva de anunciar el Evangelio. Fue el empeño que llevó a santo Domingo de Guzmán a fundar la Orden de Predicadores. Tuvo varios intentos, se quedó solo. Pero no desistió. Hasta que, en diciembre de 1216, el papa Honorio III reconocía su obra como orden regular de derecho pontificio. Nacían los dominicos. Hoy, ocho siglos después, bajo el lema Enviados a predicar el Evangelio, es tiempo de celebración para una familia presente en los cinco continentes.
“Queremos reencontrarnos con nuestras raíces, las de un santo castellano que impulsó una renovación en la Iglesia. Es una invitación a renovar la predicación en el siglo XXI. Por eso, el Jubileo que ahora comenzamos se presenta como una invitación a ser enviados. Domingo nos dice hoy: ‘ve y predica’”, reflexiona el presidente de la Familia Dominicana y prior de la Provincia de España, fray Javier Carballo, consciente de vivir un tiempo singular en la orden: “Después de 500 años, en enero las tres provincias de nuestro país –España, Bética y Aragón– se unifican en una sola. No es una mera reestructuración ante el avance de la secularización y la disminución del número de frailes, sino que cuenta con una dimensión espiritual que responde a la llamada de Domingo de Guzmán a estar atentos y preparados para los cambios, un desafío de creatividad que está en nuestro carisma”. Para certificar este hecho, el 3 de enero acudirá a Caleruega, localidad natal del fundador, el actual maestro de la orden, el francés fray Bruno Cadoré.
En España, la Familia Dominicana cuenta con 62 conventos, donde conviven 800 contemplativas, más de 400 frailes, 1.200 religiosas en 13 institutos y 1.000 laicos comprometidos con carismas en fraternidades. “Está surgiendo un laicado muy responsable y maduro que está asumiendo el carisma y viviéndolo con calidad. Esto ha hecho que los religiosos asumamos el rol de retaguardia que les alimenta y acompaña. Tenemos que descubrir una nueva manera de estar”, apunta Pilar del Barrio, dominica misionera de la Sagrada Familia y secretaria de la Familia Dominicana.
Encuentros, congresos, exposiciones, peregrinaciones… El programa de actos es tan amplio como el deseo de cumplir un objetivo común. “Todas estas propuestas buscan facilitar el encuentro y la renovación en la predicación desde el diálogo con la cultura, el arte y con las demás religiones”, detalla fray Xabier Gómez, presidente de la Comisión de los frailes para el Jubileo.
Este arrancará el 7 de noviembre de 2015, con unas vísperas presididas por el arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, en el monasterio de Santo Domingo el Real, donde se encuentra la pila bautismal del fundador. Será Francisco quien lo clausure en Roma el 22 de enero de 2017. “El Papa nos confirmará como predicadores de la misericordia en las periferias al servicio de la Iglesia y del mundo. Por eso queremos concretar todos estos actos con un gesto jubilar, un proyecto social con voluntad de permanencia de toda la familia dominica, centrada en aquellos colectivos víctimas de la vulneración de los derechos humanos”, detalla Gómez.
Con la mirada al pasado y el pie en el futuro que invita un aniversario como este, Carballo advierte del “peligro de que valoremos la significatividad de los dominicos en función de la presencia pública o del poder que tengamos o no. Nosotros buscamos hoy una significatividad evangélica, que se centra en una alianza con los más pobres e insignificantes”.
Comunión con la unidad de Pedro y la novedad de Pablo
Al escuchar a los portavoces de la Familia Dominicana hablar de los frutos que buscan de este Jubileo, reiteran constantemente la idea de responder con una nueva predicación a unos nuevos tiempos. Una apuesta por renovar la orden precisamente cuando Francisco exige aire fresco a toda la Iglesia. “El método, el encuentro, la escucha, dar voz a la realidad… Todas estas ideas que hemos escuchado para el Sínodo de la Familia me parecen tan dominicas que para nosotros se concretan en seguir cercanos a la gente. Nuestras casas siempre han sido lugar de acogida, nunca de condena”, señala Pilar del Barrio. “Desde el corazón de nuestra orden hay una comunión entre lo que representan Pedro –la unidad con la Iglesia en el papado– y Pablo –la novedad, ir más allá, ser peregrinos hacia la fronteras–”, subraya Carballo.
En el nº 2.962 de Vida Nueva
LEA TAMBIÉN:
- VIDA CONSAGRADA: Los dominicos apuestan por “gastar horas” con los jóvenes
- CULTURA: El dominico que ha salvado 800 manuscritos del fanatismo del Estado Islámico (solo suscriptores)
- IGLESIA EN ESPAÑA: Los dominicos se lanzan a la integración de sus provincias (solo suscriptores)